18 mar 2008


Historia de fracasos
rosalía vergara


México, D. F., 17 de marzo (apro).- De confirmarse la derrota de Jesús Ortega Martínez, el dirigente de la corriente Nueva Izquierda (NI) sumaría otro severo descalabro en su intento por conseguir la presidencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD, el cuarto en fila –incluida la elección anulada en 1999-- en su ya larga trayectoria pública.

A pesar de ser un profesional de la política –ha saltado de la Cámara de Diputados a la de Senadores y viceversa--, Ortega no ha podido, sin embargo, salir airoso de una elección interna ni, menos aún, ganar, en las urnas, un puesto de elección popular. Su carrera parlamentaria es producto del “dedazo”, de los acuerdos, y de la nada despreciable fortaleza de la corriente que dirige dentro del partido.

Antes de que el Comité Técnico Electoral declarara como virtual ganador de la elección del domingo 17 a Alejandro Encinas, con base en los conteos de salida realizados por Consulta Mitofski y el Instituto de Mercadotecnia y Opinión (IMOP), las dos empresas contratadas por el propio PRD, Ortega Martínez desbordaba confianza.

“La tercera es la vencida”, vaticinaba, optimista.

Sin embargo, los datos duros que el Comité dio a conocer ya entrada la noche del domingo, volvieron a la realidad a Ortega: según Mitofski, Encinas ganó con 49.4% por 44.6% de Ortega y según el IMOP, el exjefe de Gobierno obtuvo 50.7% contra 42.3% de su oponente.

De no modificarse esas tendencias, Jesús Ortega mantendría la racha negativa en la búsqueda de la presidencia nacional del PRD, cuyas elecciones, igual que la de este domingo, estuvieron salpicadas de incidentes, acusaciones mutuas, denuncias penales, etcétera.



Fracaso tras fracaso

El primer intento de Jesús Ortega por alcanzar la dirigencia nacional del fue el 14 de julio de 1996. Fue el primer proceso abierto del PRD en sus primeros siete años de vida. En ese entonces, se registraron cuatro candidatos: Amalia García, actual gobernadora de Zacatecas, el ya fallecido, Heberto Castillo, Andrés Manuel López Obrador y Jesús Ortega.

Apoyado por Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador no tuvo problemas para sumar la mayoría de las preferencias de su partido. Ante tan abrumadora desventaja, Ortega, quien fungía como coordinador de los diputados federales perredistas, terminó por declinar en favor del tabasqueño y, gracias a ese gesto, obtuvo la secretaría general del partido.

Además, 14 de sus seguidores fueron incluidos en la lista para el Consejo Nacional. Ortega se justificó diciendo que su apoyo al tabasqueño obedecía “a la definición de una línea política”.

En la siguiente elección, de 1999, Ortega contendió de nueva cuenta por la presidencia nacional del PRD, ahora contra Amalia García. En dicho proceso, fueron tales las irregularidades que la contienda terminó por ser anulada. En ese entonces, Pablo Gómez cubrió un interinato de cinco meses y a él le tocó convocar a una nueva elección.

La crisis fue tal que Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Rosario Robles tuvieron que lanzar un llamado a la unidad del partido mediante un documento denominado Por la Refundación y la Regeneración del Partido de la Revolución Democrática.

Según el texto, la crisis de ese partido era tan profunda, que sus mismos principios son cuestionados: El PRD “ha reproducido prácticas clientelares e incurrido en vicios que enérgicamente criticamos a nuestros enemigos; se ha convertido en un partido que sólo opera en plenitud en la lucha interna y la disputa de espacios de poder y cargos burocráticos. Igual que hoy en día con la propuesta que le hizo el excandidato de Movimiento por la Democracia, Alfonso Ramírez Cuéllar al virtual ganador de la elección interna para presidente nacional, Alejandro Encinas.

Un acuerdo entre Amalia y Jesús puso fin al conflicto y Amalia se quedó con la presidencia nacional del PRD.

Tres años después, el 17 de marzo de 2002, se llevó a cabo la siguiente elección para renovar la dirigencia nacional del PRD. Los candidatos en esa ocasión fueron Rosario Robles y Jesús Ortega.

De nueva cuenta, las irregularidades afloraron: se presentaron más de 300 impugnaciones ante la Comisión de Garantías y Vigilancia (Cgyv) del partido y dos más ante al Instituto Federal Electoral (IFE).

Aún así, Rosario Robles fue declarada triunfadora.

En esa ocasión, Ortega afirmó que ganó para su grupo la secretaría general del PRD y 80% del Consejo Político Nacional. Y acusó al “líder moral” del perredismo, Cuauhtémoc Cárdenas, de haber favorecido a Rosario Robles, debido a que desea seguir siendo “el caudillo que manda en el partido”.

El pasado 21 de enero, Jesús Ortega registró su candidatura por cuarta ocasión consecutiva para contender por la presidencia nacional del partido.

Sin embargo, los resultados preliminares de la elección efectuada el pasado domingo 16, lo colocan en desventaja, ahora frente a Alejandro Encinas.

De mantenerse esa tendencia, Ortega sumaría su cuarto revés en fila por conseguir la presidencia nacional de su partido.

Inconforme con los resultados dados hasta ahora ya por lo pronto desconoció los resultados de las encuestas de salida y pretende que se cuente voto por voto.

En caso de que Encinas sea declarado vencedor de la elección, Ortega tendrá que conformarse, de nueva cuenta, con la secretaría general del PRD para su corriente.

Lo que nadie podrá quitarle ya son la mayoría de delegados para el Consejo Político Nacional y el Congreso nacional en todo el país, posiciones que le dan un alto porcentaje de votos en la toma de decisiones dentro del partido.

Una cosa por la otra.

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