Cristina Barros
Por sus decisiones los conoceremos
En la historia de los pueblos hay gobiernos que toman decisiones que propician su madurez y los hacen crecer ante sus ojos y ante los demás; son decisiones que fortalecen la identidad de las naciones y su autoestima.
En el sigo XIX fue el caso de la firmeza con que Benito Juárez combatió la intervención extranjera, propiciada por un grupo que aun estando integrado por mexicanos, solicitó la presencia de un extranjero, pues consideraban a sus paisanos, y a sí mismos, incapaces de gobernarse. La inteligencia y el valor de Juárez contribuyeron sin duda a la consolidación del Estado mexicano; cambió la visión que se tenía de México, pues actuó en defensa de la soberanía.
Poco menos de un siglo después, correspondió a Lázaro Cárdenas del Río hacer frente a la compañía petrolera extranjera El Águila, que desobedeció con arrogancia un laudo emitido por la Suprema Corte de Justicia.
Con base en el artículo 27 de la Constitución, Cárdenas emitió un decreto para expropiar el petróleo. Desde entonces, este recurso ha sido fundamental para el desarrollo de México, un pilar de la economía nacional.
Nuestros padres y nuestros abuelos participaron, como habían hecho sus antepasados durante la Guerra de Intervención, no con las armas como en aquel entonces, sino con su contribución en dinero o en bienes diversos. Y también con sus conocimientos e inteligencia, pues aunque las compañías extranjeras hicieron lo posible por menoscabar la infraestructura petrolera antes de salir del país, los ingenieros, los técnicos y los obreros supieron sortear las dificultades, y salimos adelante. Crecimos de nuevo como pueblo.
Muy distinta es la situación ahora. El gobierno en el poder, empequeñecido él mismo, no confía en su pueblo. Basta un ligero análisis del promocional pagado por la dirección de Petróleos Mexicanos para saberlo. Parecen convencidos de que reaccionamos como niños que depositan la posibilidad de una vida mejor en encontrar un tesoro oculto en las profundidades del mar.
Ahogados por sus torpes decisiones en materia económica, quizá sean ellos mismos los que creen que saldrán adelante mágicamente y sin el menor esfuerzo. De alguna manera, así ha ocurrido en estos años; sin intentar ser inteligentes y creativos, han obtenido jugosas ganancias personales vendiendo petróleo barato y recibiendo las remesas de nuestros verdaderos empresarios: los mexicanos que cruzan la frontera y logran muchas veces mejorar, gracias a su propia tenacidad y trabajo.
Pero los autores del promocional van más allá. Este tesoro no lo podemos sacar nosotros solos, dicen; es necesaria la ayuda de las compañías extranjeras que sí tienen la capacidad y la tecnología necesarias. Y somos tan poca cosa que no podemos tan sólo comprar esa tecnología y pagarla bien, sino que es indispensable, a sus ojos, ofrecerles la mitad de petróleo que se obtenga. De no hacerlo así, somos tan débiles y tontos que permitiremos que otros, los que sí saben, de manera tramposa nos coman el mandado sacando nuestro petróleo con un popote; ellos de antemano se saben incapaces para defender nuestra soberanía.
En los próximos días sabremos qué visión tenemos los mexicanos de nosotros mismos, 75 años después de la expropiación petrolera. ¿Seremos unos niños frágiles y manipulables, dispuestos a creer en soluciones mágicas y convencidos de que no podemos salir adelante, o nos levantaremos, como en el pasado, a exigir lo que es nuestro y a demostrar al gobierno en turno que somos mayores de edad, que sabemos que el tesoro somos nosotros mismos, nuestra cultura ancestral, nuestra inteligencia y nuestro esfuerzo?
Es, pues, indispensable que nos manifestemos y obliguemos a quienes dicen gobernarnos a hacer cumplir la ley y dejar a un lado “asociaciones”, “alianzas”, “reformas secundarias” y “democratizaciones” que sólo encubren incapacidad, corrupción y una grave falta de nacionalismo. Hoy, como hace 75 años, el petróleo es nuestro. Defendámoslo activamente para nuestros hijos; sólo así les garantizaremos un futuro digno.
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