Oaxaca: El riesgo de la violencia
pedro matías
Oaxaca, D.F., 18 de junio (apro).- La impunidad que otorga el poder caciquil tomó carta de naturalización en el estado de Oaxaca, con Ulises Ruiz al frente, quien no ha tenido empacho en reprimir a quien ose disentir de su gobierno; sin embargo, a un año de la insurgencia social que puso en jaque a la estructura política, los principales actores advierten: “esta lucha no ha terminado”, pese a los muertos, heridos y desaparecidos que dejó el conflicto.
Las heridas siguen abiertas y será difícil que cicatricen en el corto y mediano plazos, porque no habrá “ni perdón ni olvido” por los 21 muertos, 575 detenidos y torturados, más de 300 heridos que ameritaron hospitalización y los tres desaparecidos que dejó la “represión ordenada por Ulises Ruiz Ortiz con la complicidad de Vicente Fox y Felipe Calderón”, afirma el analista político Gustavo Esteva.
Con excepción del gobernador Ulises Ruiz, quien sostiene, a través de una millonaria publicidad en los medios electrónicos, que “Oaxaca está mejor que nunca”, el magisterio, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), organizaciones civiles, académicos y artistas, sostienen que el movimiento social continúa vivo, lo que hay ahora es una “tensa calma”.
Para Gustavo Esteva los “años de corrupción feroz y autoritarismo desbordado” fueron el detonante de la crispación social que se vive en el estado y que convirtió a Oaxaca en “una olla de presión sobre fuego lento” que en cualquier momento puede estallar.
Por su parte, el vocero de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Daniel Rosas Romero, sostiene que a un año del fallido intento de desalojo del 14 de junio, “quedó una herida profunda, no sólo para el magisterio, sino para el pueblo de México, por la actitud inhumana de los gobernantes; y sembró la semilla de la rebeldía”.
Agrega que aunque “en algunos casos se sembró el miedo, en la mayoría se sembró el odio, la reflexión, la crítica, la autocrítica y hoy en día, Oaxaca es otro porque no ha hecho mella el objetivo del Estado, por el contrario, despertó a un pueblo dormido, despertó a una sociedad que por décadas había sido manipulada desde el poder del Estado y desató la crisis política que se vive actualmente”.
“Lo único claro que dejó este movimiento son las componendas políticas que hacen los partidos políticos como el PRI, PAN y los arrastrados del Verde Ecologista que hicieron alianzas para mantener a un señor en la gubernatura, no deseable para su entidad, como Ulises Ruiz”, añade.
Muestra de ello es el grupo de taxistas que sitió la capital, los burócratas que paralizaron el Tribunal Superior de Justicia; los policías preventivos de Oaxaca, brazo ejecutor del estado, que se amotinaron en demanda de mejoras salariales, al igual que los agentes de tránsito municipal o los empleados el gobierno que le gritaron al gobernador “Ulises, ratero, te robas mi dinero”.
Aclara que el magisterio no está muy activo porque está en una etapa de reorganización, “pero el espíritu de lucha se mantiene”.
Hace un año, el magisterio oaxaqueño exigía al gobierno estatal 150 millones de pesos para levantar el plantón indefinido instalado en el Centró Histórico de Oaxaca y como respuesta fueron reprimidos por dos mil policías; ahora, en el 2007, el gobierno federal y estatal ofrecen a la Sección 22 del SNTE 600 millones de pesos, entregar las 188 escuelas tomadas, acelerar el proceso de ocho “presos políticos”, cancelar 8 de las 20 órdenes de aprehensión que quedan pendientes para evitar la radicalización de su plan de acciones, pero no ha sido aceptada esa propuesta.
El investigador de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), Víctor Raúl Martínez Vásquez, por su parte, coincide en que el conflicto no ha terminado, porque “el ejercicio despótico del poder público ha venido a deteriorar la convivencia social y armonía de la ciudad, y ha generado un clima de crispación y deterioro que permite abusos contra los ciudadanos y atentados a su patrimonio arquitectónico, monumental y ecológico”.
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