26 abr 2008

Desfiladero
Jaime Avilés

Habrá debate, y después: ¿privatizarán Pemex durante los Juegos Olímpicos?

Ayer terminó la primera escaramuza de la batalla por el petróleo mexicano. Al concluir la huelga legislativa que durante 16 días mantuvo ocupadas simbólicamente las dos cámaras del Congreso de la Unión, el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo evitó el madruguete que hubiera privatizado Pemex, pero los daños que la ultraderecha golpista le causó al país bien pueden calificarse de desastrosos.

A saber, a) aprobó cambios a la Ley de Adquisiciones que abren las puertas de Pemex a las empresas extranjeras que cuenten con tecnología que nosotros no tenemos; b) destruyó la flamante reforma que prohibía a particulares difundir espots contra actores políticos, convirtiendo en mero espantapájaros al presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, y c) modificó el Estatuto de Gobierno del Distrito Federal para que el PRI y el PAN obtengan ventajas tramposas en las elecciones del año entrante.

Es obvio que las reformas a la Ley de Adquisiciones preparan el terreno para que, si el Congreso desecha las cinco iniciativas petroleras enviadas por Felipe Calderón, Pemex de todos modos pueda asociarse con empresas privadas. Al mismo tiempo, mientras todos los concesionarios del espectro radioeléctrico aullaban mañana, tarde y noche por el supuesto “secuestro” del Congreso –que no les impidió a los legisladores aprobar leyes nocivas al vapor–, Televisa lanzó al aire el espot de Guillermo Velasco Arzac que compara a López Obrador con Hitler, enviando así la señal, a todos los dueños del país, en el sentido de que podrán hacer lo mismo que en 2006: calumniar al principal dirigente de la oposición en horario triple A sin que nadie los moleste.

Para cerrar la pinza, los diputados de la ultraderecha, con la complicidad de su presidenta, Ruth Zavaleta, alteraron el estatuto que rige el funcionamiento del Gobierno del Distrito Federal, lo que en opinión del presidente del Instituto Electoral capitalino, Isidro Cisneros, constituye un “golpe de Estado técnico” contra la administración de Marcelo Ebrard. Gracias a esta maniobra, el PRI y el PAN podrán sustituir “a uno, a dos o a siete integrantes” del Consejo General de ese instituto para colocar en su lugar a incondicionales que manipulen los comicios del año entrante en la ciudad de México, a fin de que la ultraderecha gane la mayoría en la Asamblea Legislativa por la muy transitada vía del fraude.

Con esas tres medidas –más las que aparezcan, porque senadores y diputados aprobaron muchas cosas más que ni siquiera ellos mismos conocen–, la coalición formada por el gobierno espurio de Los Pinos, los gobernadores y legisladores del PRI, el PAN y Nueva Izquierda, los empresarios salinistas de siempre, las grandes petroleras estadunidenses y británicas más la gallega Repsol, más George WC Bush, Dick Cheney y Condoleezza Rice, más la ultraderecha española y el régimen paramilitar de Álvaro Uribe en Colombia, ha acelerado de hecho la privatización de Pemex, ha descalificado de antemano las elecciones federales de 2009 y amenaza con derribar al gobierno capitalino, máximo bastión del movimiento de masas de López Obrador.

Y ayer, en forma simultánea, accedió a organizar un debate sumamente limitado sobre las cinco iniciativas de la reforma calderónica que, en caso de ser aprobadas, permitirán que intereses privados, extranjeros y nacionales, participen en la exploración, extracción, refinación, transporte y almacenamiento del petróleo nacional, adueñándose de la principal fuente de riqueza del país y dejando al gobierno espurio al borde de la quiebra, lo que sólo traerá el caos para decenas de millones de mexicanos, a quienes, además de la pobreza habitual ocasionada por la devastación del modelo económico salinista, amenaza ya la escasez mundial de alimentos que tiende rápidamente a agudizarse.

El debate petrolero comenzará el martes 13 de mayo y se prolongará 71 días. En otras palabras, terminará el miércoles 23 de julio. ¿Cuándo comienzan los Juegos Olímpicos de Pekín? El viernes 8 de agosto y acaban el domingo 24 de ese mes. Así, mientras nos saturen de noticias deportivas previas a “la cita que todos tenemos en China”, el “debate” se desarrollará en la casona de Xicoténcatl, en dos sesiones semanales, martes y jueves, que no serán transmitidas en vivo por las grandes televisoras sino apenas por el Canal del Congreso, que llega únicamente a las casas que tienen servicio de cable, es decir, a una minoría de la población.

Cuando el “debate” concluya, las comisiones de Energía y Estudios Legislativos del Senado analizarán las “conclusiones” y procederán a dictaminar las cinco iniciativas calderónicas. ¿Cuándo? ¿En un periodo extraordinario que aprobará la Comisión Permanente durante el receso que principia el 30 de abril? Todo sugiere que el PRI y el PAN, y sus aliados de Nueva Izquierda –sobre los cuales recae una vez más el bien ganado calificativo de traidores al movimiento–, aprovecharán el espectáculo de los Olímpicos para consumar la privatización de Pemex.

Esto es, pues, lo que queda en pie mientras se disipa el polvo de la primera escaramuza de la batalla por Pemex. El Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo hizo lo que desde el año pasado prometió que haría: estalló la huelga legislativa y sacó a la gente a la calle para impedir el madruguete. En estricto rigor, logró su primer objetivo. Ahora tiene ante sí el próximo: conseguir, por medio de nuevas y más amplias movilizaciones, que después del debate se celebre un plebiscito para que todo el pueblo –y no sólo un puñado de petrosenadores de ultraderecha– pueda opinar.

Pero no adelantemos vísperas. La resistencia civil pacífica está intacta y no ha utilizado su enorme fuerza organizada en el resto del país. A las nuevas medidas de lucha que sin duda López Obrador anunciará mañana en el Zócalo, la ultraderecha responderá con otro bombardeo mediático sobre las ruinas del PRD, al que se agregará la ya inevitable ruptura del FAP, en un clima que sólo augura desestabilización generalizada debido al vacío de poder creado por la sonrisa estulta de Juan Camilo Mouriño y a la zozobra provocada por el empleado de Los Pinos que se robó los Blackberries de los guaruras de la Casa Blanca para venderle la información que contenían a... ¿a quién creen ustedes? ¿A Osama Bin Laden o al narcotráfico?

Para comunicarse con esta columna jamastu@gmail.com

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