Luis Javier Garrido
El peligro
La iniciativa de contrarreforma energética de Felipe Calderón, que está concitando creciente repudio nacional, no sólo conduce a la entrega de la industria petrolera a las trasnacionales, sino representa además otro peligro para México, pues vuelve a nuestro país un objetivo miltar del Pentágono en función de los intereses de seguridad de Estados Unidos.
1. La contrarreforma petrolera que el gobierno de facto busca imponerle a México fue el móvil fundamental del apoyo de múltiples trasnacionales al fraude electoral de 2006. Las corporaciones petroleras que brindaron un financiamiento ilegal y un respaldo político a Calderón para imponerlo en la silla presidencial lo hicieron sobre la base de que la nueva administración se comprometía a entregarles plenamente lo que habían querido lograr sin obtenerlo en las anteriores administraciones: el control de una nueva industria petrolera construida en territorio mexicano sobre las ruinas de Pemex, bajo el resguardo del poderío militar de Washington, que, sobre bases supuestamente “legales”, la consideraría un bien propio.
2. Quienes toman las decisiones en el gobierno espurio, con la miopía fanática y la avidez por el enriquecimiento que los ha caracterizado, buscan, por su parte, dar un paso decisivo en el proceso de regresión iniciado por los priístas De la Madrid, Salinas y Zedillo y proseguido por el panista Fox con el aval del PRI, para reconvertir al Estado nacional más fuerte de América Latina, surgido del vigoroso movimiento histórico de la Revolución Mexicana, en lo que sería un remedo de los estados bananeros latinoamericanos de los años 50: en protectorado. México transitaría no a la democracia, como se ha pretendido en el discurso mistificador del poder, sino a convertirse, como Colombia, en una mera colonia, con los panistas de perros guardianes de ese “proyecto histórico”.
3. El Plan México pasa por el fortalecimiento del TLC y la institucionalización de la doctrina Bush, aceptada ya por el gobierno de facto con la Iniciativa Mérida de 2007, y avalada de nuevo por Calderón y el primer ministro canadiense Stephen Harper en la Cumbre de la ASPAN de Nueva Orléans los días 21 y 22, donde el gobierno espurio calderonista reconoció que el territorio mexicano va a ser un objetivo militar de Estados Unidos de aprobarse la contrarreforma, y que lo que se busca es dar a las trasnacionales petroleras enclaves estratégicos, tanto en el Golfo de México como en el territorio nacional, sin importarle a los panistas volver a nuestro país un espacio privilegiado del poderío militar estadunidense.
4. El proyecto de los grupos de interés asociados a Carlos Salinas de Gortari, que utilizan a Felipe Calderón como su pelele, culminaría así entregando el pleno control del país a Washington y con ellos asociados a las trasnacionales que lo saquearían arbitrariamente, llevándose por su traición una tajada del descomunal negocio, que los expertos en corrupción calculan en 15 por ciento. Durante los gobiernos de Fox y Calderón, el abandono panista ha conducido a que Washington tenga ya importante injerencia en el control del aparato estatal mexicano, y en especial de la frontera, las aduanas, los litorales y el espacio aéreo de México, así como de la seguridad interna, a lo que se agregaría ahora el hecho aberrante de que los recursos básicos mexicanos, que deberían ser de importancia estratégica para México, lo serían en el futuro para Estados Unidos.
5. La doctrina de seguridad nacional de Bush establece que Washington se arroga el derecho de intervenir militarmente ahí donde tiene intereses petroleros, es decir, lo mismo en Irak y en Afganistán que en algunos países de América Latina, por lo que, de ceder el Congreso mexicano a esta aberración seudolegal, se cometería un atentado no sólo contra nuestro país, sino contra todo el continente, precisamente en un momento histórico en el que desde Nicaragua hasta Bolivia y Ecuador, y ahora Paraguay, se delinean políticas que anteponen los intereses nacionales de nuestros pueblos a las pretensiones de las multinacionales.
6. La aprobación de la contrarreforma por las cámaras federales constituiría además una convalidación de las pretensiones hegemónicas de las potencias occidentales. El presidente galo Nicolas Sarkozy no se ha cansado de repetir en las últimas semanas que Francia tiene un supuesto derecho a intervenir en los países generadores de energía con los que tiene acuerdos cuando sus políticas pudiesen afectar los intereses franceses.
7. Las políticas neoliberales tienen, empero, dos caras, y Estados Unidos sostiene abiertamente la tesis contraria tratándose de su petróleo, pues para Bush, siendo la energía de importancia estratégica para la seguridad nacional de Estados Unidos, la Casa Blanca se opone a las inversiones extranjeras en materia petrolera en su territorio, y así ha vetado diversos intentos de penetración del capital asiático.
8. Las pretensiones de los halcones del Pentágono no deberían ser, por lo mismo, motivo para la sumisión del Congreso mexicano, sobre todo cuando países más pequeños que el nuestro, desde Cuba hasta Bolivia, han resistido con éxito amenazas mucho más serias, sin olvidar que México lo hizo en materia petrolera hace tres cuartos de siglo. Y sobre todo ahora, en un contexto en el que América Latina está cambiando y en el que el imperio estadunidense se halla en una larga crisis terminal.
9. La campaña de difamación de caracter totalitario que ha implementado Mouriño desde Bucareli en contra del movimiento ciudadano de resistencia pacífica en defensa del petróleo, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, busca, por eso, distraer la atención nacional del fondo del problema, con una estrategia y una retórica que ésas sí son de caracter nazifascista, como fue el comportamiento de Calderón en sus conferencias de prensa en Nueva Orleáns.
10. La contrarreforma petrolera, tal como está planteada, entrañaría graves consecuencias para México, pero la principal es en el aspecto político, y el México profundo ya lo está comprendiendo.
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