17 abr 2008

Astillero
Julio Hernández López
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

De tumbo en tumbo

■ Cachetada de Uribe

■ Tregua: infantilismo

■ Incitaciones destempladas

Salvo discursos, Felipe Calderón no parece estar haciendo gran cosa en materia de política. Llegó Álvaro Uribe para “darle la cara” en su propia tierra y acusar a los cuatro jóvenes mexicanos muertos en Ecuador de ser “igual de guerrilleros, terroristas, narcotraficantes y secuestradores que los guerrilleros” y el Rey Michoacano del Pasmo ni siquiera atinó a responder con fuerza de jugador en cancha propia, pues tímidamente planteó que él no prejuzga ni califica “ni en un sentido ni en otro” (sino todo lo contrario) “sobre estos jóvenes” y, con vocación de tortuga política, se lavó las manos con cargo a lo procesal: “esperemos que terminen las investigaciones” (mientras tanto, en el Foro Económico Mundial que ayer se clausuró en Cancún, empresarios y participantes brindaron una ovación cerrada al “valiente” Uribe).

Lo que eufemísticamente es llamado gobierno de la República tampoco logró, a través de sus alfiles legislativos, que fuese aprobada la brillantísima idea de declarar una tregua en la toma de la tribuna de San Lázaro para que allí pudiese ser recibida la presidenta de India. El infantilismo político del kínder hispano-mexicano de Los Pinos llevó a plantear la posibilidad de que una fuerza política que ocupa por fuertes convicciones una plaza estratégica podría levantarse de ella para dar paso, “por horas”, a una ceremonia protocolaria y luego, bajo palabra de honor, el sitio en disputa sería devuelto a los ocupantes originales (como si fuese una especie de hotel de paso, por ratos), como si la política, las ideas y los conflictos fuesen una variante del jugar a las comiditas (o a los congresitos).

Felipe no entiende lo que está pasando en México y no hace nada inteligente para salir de la gran caldera en que se ha metido. Juega a dejar que el tiempo pase y se encierra en un círculo íntimo que no le aporta más que evasiones. Por ello es que sus propios puntales empresariales, mediáticos y académicos han pasado a la desesperación y presionan para que la parálisis del presunto presidente oficial se convierta en mano dura, en acción ejemplar, en uso de la fuerza pública para reprimir a los disidentes, a los alzados. Voces destempladas y figuras descompuestas claman por respuestas vigorosas. Basta leer y escuchar a Federico Reyes Heroles (hermano del director de Pemex, Jesús, artífice de las encuestas amañadas de 2006 a cargo de GEA-ISA, cuyo entonces director operativo es hoy el director del espionaje político, del Cisen), a Leo Zuckerman o a Carlos Elizondo para medir el grado de irritación y nerviosismo que les causa el aturdimiento de su presidente.

Los promotores del nuevo diazordacismo se angustian porque ven crecer la oposición popular al fraude petrolero y creen que la represión es necesaria (bajo tintes de legalismo, desde luego: delincuentes, los que protestan en las calles, no los Fox, Bribiesca, Martita, Mouriño ni la largua lista de saqueadores de la nación; afortunadamente aún hay clases en México, y a esa misma clase pertenecen muchos de los opinadores que piden golpes contra aquellos a los que acusan de golpistas).

Calderón se ha dedicado a dividir aún más al México que él escindió a partir de la campaña envenenada contra su principal adversario y ha llenado el espacio público de torpezas, ambiciones ilegítimas (como la del enriquecimiento grupal a partir de la privatización petrolera, una nueva forma de corrupción como las de Miguel Alemán o Carlos Hank) y cinismo como el que se desprende de una declaración hecha el martes pasado en Othón P. Blanco, Quintana Roo, en la que bíblicamente cree que se puede amparar bajo la tesis de que por sus frutos los conoceréis, adjudicándose él los buenos resultados derivados del uso del presupuesto público y escupiendo luego al cielo al decir que “cuando se siembra odio, división o cizaña, se recoge también encono y división”. Pues sí, así es, señor Calderón, exactamente como usted lo dice y como le toca a usted recoger diariamente, a lo largo del país, a pesar de sus murallas militares, lo mismo que ha sembrado y que sigue cultivando con enfermiza pasión.

Todo lo ha revuelto, maltratado y postergado y ahora su creación se le vuelve encima. El país entero ve el paso depredador del Ejército y la Marina (asesinatos de jóvenes en Sinaloa, detención sin orden judicial ni facultades para ello de asistentes a un sepelio en las cercanías de Ciudad Juárez, golpiza y abusos contra migrantes en el sur) pero Calderón sólo ve éxito en su cada vez más sangrienta “lucha” contra el narcotráfico y la delincuencia organizada. El intento de negocio del siglo, con la privatización petrolera que podría colocar las iniciales F.C. y J.C.M en las grandes ligas de los millonarios del futuro, no ha pasado y sólo pasará si el objetado administrador del país decide transitar de las manos limpias, que ya se ha visto cuan sucias han resultado, a las manos sangrientas, pero Felipe sigue en el oficialmente inexistente limbo, jugando a las guerritas de Multimedia (el PAN ha estrenado espot en el que usa planas de ciertos diarios para sostener su propaganda, y la página de www.presidencia.gob.mx ya no abre directamente sobre la información acostumbrada sino que, con el título de “Pemex se fortalece”, pone por delante el video del “Mensaje a la nación” –aquel del rostro sudoroso, los cortes evidentes de edición y los planos desenfocados–, un “menú de videos” y la versión descargable de la iniciativa de reforma petrolera).

Calderón debe entender que sus maniobras en favor de la privatización no pasarán, que su equipo de trabajo es terriblemente ineficaz, que los priístas le han tomado la medida y que, si no quiere seguir dividiendo al país, o ensangrentarse las manos (y satisfacer a los ideólogos del neodiazordacismo), sólo le queda retirar su iniciativa de negocios ya histórica y popularmente condenada o hacer que se acepte un lapso amplio de verdadero debate nacional. Y, mientras el rector de la UNAM, José Narro, actúa con dignidad ante los ataques de Uribe y derechistas asociados, ¡hasta mañana, en el país de la pulmonía económica plus!

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