4 abr 2008

DE FEDERICO ARREOLA :

Desde que partcipo en el movimiento de Andrés Manuel López Obrador, cada vez que opino de economía --en artículos o en conversaciones con amigos lopezobradoristas-- tengo que aclarar con cierto complejo de culpa que nunca he sido de izquierda, que me parecen imprescindibles los empresarios (los buenos, desde luego, no los traficantes de influencias a la Mouriño), y que creo en las empresas privadas más que en las estatales. Sobre este último punto puedo aceptar que ciertas industrias tengan que ser propiedad de la nación y no de particulares, como el petróleo en sociedades como la mexicana y el transporte público prácticamente en todas partes. Hay algunos sectores de la economía, como la televisión, en los que debe darse la competencia entre empresas privadas (algo inexistente en el duopólico sistema televisivo mexicano), pero en los que a fuerza tiene que participar el Estado, si no para otra cosa, para ofrecer algo que los empresarios jamás buscarán por su escasa rentabilidad: programación cultural. Por lo demás, estoy convencido de que en la mayoría de las actividades económicas el Estado no debe intervenir, simplemente porque no son estratégicas para ninguna nación y porque la administración de toda clase de negocios tiene el único efecto de volver ineficiente en extremo al aparato estatal.

No creo que nadie pueda demostrar que la producción de cemento es "estratégica", como ha dicho el presidente Hugo Chávez en Venezuela. Por lo tanto, creo que ni Cemex ni las otras cementeras que operan en ese país tendrían que ser nacionalizadas. Pero, para no caer en una discusión que podría ser casi metafísica, voy a analizar lo que Cemex hace en Venezuela en el contexto de las recientes palabras de Chávez.

Dijo el presidente Chávez: "Estamos construyendo tantas cosas como nunca antes en nuestra historia". Es verdad, en Venezuela hay un auge constructivo. La semana pasada, por casualidad, conversé con un alto funcionario de Cemex que me dijo exactamente eso: "´Hay tanta construcción en Venezuela que desde hace rato no sacamos cemento de ese país para venderlo en otras partes. Antes, cuando se construía menos, exportábamos cemento desde Venezuela".

Eso desmiente, al menos en el caso de Cemex, la siguiente afirmación del presidente Hugo Chávez: "...hemos tenido en distintas ocasiones, trabas para acelerar la construcción..., vamos a nacionalizar la industria del cemento. Ya basta, se llevan el cemento… bueno, en una ocasión Fidel nos mandó cemento, pero por otro lado estas empresas exportan cemento". Bueno, pues el cemento de Venezuela se lo llevarán o exportarán otras empresas, es decir, la francesa y la suiza que operan en Venezuela, pero Cemex no. Dejó de hacerlo debido al auge de las construcciones promovido por Hugo Chávez. Si la aceleración de la economía que ha propiciado Chávez será buena o mala en el largo plazo, es otra historia.

Por lo demás, una de las afirmaciones del presidente Hugo Chávez podría interpretarse solamente dirigida a las cementeras suiza y francesa, pero no a Cemex. Es la siguiente: "Ramón, mañana llama a los señores que son dueños, porque en Venezuela los gobiernos neoliberales privatizaron esa industria. Bueno, entonces, nacionalícese y a partir de este instante tómense todas las medidas jurídicas, Sra. Procuradora, Sr. Vicepresidente, económicas, Sr. Ministro de Finanzas para nacionalizar, en el corto plazo, la industria cementera nacional, todo lo que fue privatizado".

Pues bien, la empresa venezolana hoy propiedad de Cemex nunca fue privatizada porque nunca perteneció al Estado. Las otras, sí. Cemex compró la suya a particulares. Esta es la verdad.

Pero la parte del discurso de Chávez con la que menos estoy de acuerdo es la culpar de todos los males de su economía a "el capitalismo, el capitalismo, el capitalismo". Con todo respeto a un gobernante poco popular en México pero que a mí no me cae del todo mal, eso no se sostiene. Menos aún si el argumento se completa con afirmaciones absurdas como la de decir que "el capitalismo no invierte en tecnología". Por favor. El capitalismo puede tener muchos defectos (es injusto, no ha acabado con la pobreza, sólo favorece a los más fuertes, etcétera), pero nadie en su sano juicio puede negar un hecho histórico: el avance tecnológico normalmente ha surgido gracias a la ambición de los capitalistas.

Ahora bien, quiero mencionar que me parece correcto que defienda a Cemex el gobierno mexicano (encabezado, desgraciadamente, por un presidente espurio que no ganó las elecciones de 2006). Menos correcto me pareció leer el otro día que el gobierno mexicano protestó en Francia porque un alcalde hizo un chiste sobre la indolencia de nuestro Ejército. Y de plano me pareció, no sólo incorrecto, sino negligente y ofensivo para la sociedad mexicana que el gobierno de Calderón no haya protestado muy enérgicamente ante el gobierno de Colombia por el hecho de que la milicia de este último país, violando la soberanía de otra nación, haya asesinado a varios mexicanos. Pero, en fin, ya se sabe que Calderón simplemente no sabe lo que es gobernar para todos. Y, por lo que se ve, casi no gobierna para nadie, excepto para Calderón y los suyos.

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