México SA
Carlos Fernández-Vega
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■ La anticonstitucional reforma energética no aguanta una constitucional consulta popular
De verdad “apanicado” (Fox dixit), el grupo en el poder se retuerce ante la posibilidad de que sean los ciudadanos y no los intereses extranacionales los que decidan el futuro petrolero mexicano. De Los Pinos salió la orden de echar “toda la carne al asador en contra de la consulta popular”, pero olvidan que la primera “parrillada” (el fast track de la “reforma” calderonista) se les carbonizó.
Uno tras otro desfilan los funcionarios y legisladores de la “continuidad” en defensa de la “reforma” calderonista, sin querer asumir que ésta ya se incorporó al archivo muerto del Congreso de la Unión. El debate petrolero en el Senado de la República ha desmoronado la “argumentación” jurídica, económica y geológica utilizada por el gobierno para “sustentar” su intentona privatizadora, y la puntilla sería la consulta ciudadana. De allí el terror que recorre pasillos y oficinas de Los Pinos.
Y en el desfile de funcionarios y legisladores blanquiazules, nadie menos calificado, ética y legalmente, que Juan Camilo Mouriño para hablar de legalidad, para decidir qué sí y qué no se puede hacer en este país. El preferido de Felipe, que tiene la cara más dura que una roca, salió a decir que la consulta popular “es una figura específica que no existe” en la Constitución.
Una cosa es que les aterrorice la posibilidad, que se nieguen a realizarla, y otra muy distinta que, como dice el zombi de Bucareli, la “figura” no exista. El artículo 26 constitucional (párrafo tercero) no deja duda: “la ley faculta al Ejecutivo para que establezca los procedimientos de participación y consulta popular en el sistema nacional de planeación democrática y los criterios para la formulación, instrumentación, control y evaluación del plan y los programas de desarrollo…” Lo más interesante del caso es que esta “figura” (Mouriño dixit) es producto de una reforma constitucional promovida por el entonces presidente Miguel de la Madrid y aprobada por el Congreso el 3 de febrero de 1983, es decir, cuando la tecnocracia arribó al poder. Una segunda reforma (7 de abril de 2006), con Fox en Los Pinos, ratificó y dio cuerpo a esa “figura”. Las citadas son las dos únicas modificaciones registradas para el citado artículo en los 91 años de vida constitucional.
Otro que brincó a la palestra fue Santiago Creel, para quien la propuesta de consulta popular es un “engaño” con el que se pretende “descarrilar” la “reforma” privatizadora de Calderón, de tal suerte que, dijo, “no vamos a permitir que se eche a perder una reforma tan necesaria”. Lástima, pero el “señor de los permisos” (de juego a Televisa) no se ha enterado que su “reforma tan necesaria” sucumbió, y que será otra, no la calderonista, la que en su caso se apruebe. Lo más patético del caso es que al ex charrito de Bucareli “olvida” su participación en el Grupo San Angel, allá por 1994, y su por aquellas fecha insistente tesis de “ciudadanizar la política”. Ahora que se presenta una oportunidad de oro para que, por fin, sean los ciudadanos quienes decidan el rumbo, el panista pierde la memoria.
Terror les provoca la simple idea de una consulta ciudadana, porque con ella no sólo se decidiría en materia petrolera, sino que sentaría un precedente para tomar decisiones, posibilidad que les provoca un ataque de nervios. Suponen, además, que con esa “figura” perderían legitimidad, pero también aquí están equivocados: nunca la han tenido, ni la tendrán.
Ya entrados en gastos, mientras la siempre adelantada secretaria de Energía, Georgina Kessel, viajó al estratégico centro internacional de negocios de Ocoyoacac, estado de México, para convencer a propios y extraños de las bondades privatizadoras, el inquilino de Los Pinos de nueva cuenta abordó el terma: “les pido que nos apoyen para seguir haciendo reformas que beneficien a México, que nos apoyen para que podamos fortalecer, por ejemplo a Pemex, para que en lugar de estar perdiendo petróleo produzca mucho más”.
Pues bien, lo que Calderón pide a los mexicanos no es apoyo sino complicidad. Si algo ha quedado claro con el debate petrolero en el Senado de la República es el carácter anticonstitucional de la “reforma” del inquilino de Los Pinos, y éste hace un llamado a la ciudadanía para que, con su anuencia, viole la ley. También el michoacano se dio tiempo para morderse la lengua y verse en el espejo, al despotricar en contra “de aquellos que convocan al odio y al rencor” (¿tan rápido se le olvidó su campaña electoral?).
Especialista en abrir hoyos sin capacidad para cerrar los previos, la “continuidad” ahora va por los biocombustibles. Y quién mejor que el secretario Bimbo de Agricultura, Alberto Cárdenas, para divulgar la buena nueva: “en 2008 pondremos en marcha un programa fuerte de producción de biocombustibles, y en 2010 se comenzará a usar etanol en vehículos de Guadalajara y Monterrey, y en 2011 del DF… México puede ser un jugador muy importante a nivel mundial en el renglón de los biocombustibles con otro tipo de cultivos (que no sean granos básicos)”.
Sería mejor que utilizaran sus discursos como materia prima para producir biocombustibles, con lo que México, sin duda alguna, sería una potencia mundial en este renglón, aunque altamente contaminante, pero el problema es que la buena nueva está directamente relacionada con el tema que hoy ocupa y preocupa a los mexicanos: la propiedad de la energía.
Ya le pusieron fecha a los biocombustibles y decidieron en qué ciudades, pero ni pío sobre quién los produciría y comercializaría. Por obvias razones, toda vez que viene de los panistas, quien se encargaría de explotar esta nueva veta de energía no sería el Estado mexicano, sino el capital privado.
Las rebanadas del pastel
Aclaración pertinente: Carlos Morales Gil, el funcionario que considera “irresponsable que asumiéramos que los problemas de la industria (petrolera) se pueden resolver por la buena voluntad colectiva”, es director de Pemex Exploración y Producción, no de Pemex Refinación, como ayer erróneamente apareció en este espacio… De nueva cuenta, mi profundo agradecimiento al Club de Periodistas de México, a Celeste Sáenz de Miera y a la espléndida concurrencia que el pasado martes se congregó en las magníficas instalaciones de Filomeno Mata número 8.
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