5 jun 2008

Astillero
Julio Hernández López
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

¡Ay de quien discursea con ayes!

■ Odio desde el podio

■ Irritación por la consulta


El ocupante de la Presidencia de la República se mostró ayer desesperado y exasperado por los recursos cívicos que con plena legitimidad y en absoluto uso de sus derechos están presentando los mexicanos que consideran que las propuestas de reformas petroleras abren las puertas a la privatización. En Puebla, acompañado por la joya moral y política llamada Mario Marín (cada vez más frecuentemente exhibida por quien como candidato juró encabezar cruzadas anti-precioso), Felipe Calderón se manifestó nada democrático, muy autoritario e incluso amenazante (según la Real Academia Española, el uso de ayes, en su segunda acepción, “seguido de la partícula ‘de’ y un nombre o pronombre, denota pena, temor, conmiseración o amenaza”).

Obsesionado por la necesidad de que los políticos mexicanos lleguen a entendimientos que permitan dar pasos que él considera positivos y urgentes, el compañero de trabajo del secretario Iván se permitió ayer condolerse de quienes no comparten sus visiones. Cual si estuviese profetizando tragedias y señalando desde ahora a culpables, el Señor de Los Finos dejó ir el estilete de sus elementales condolencias imputadoras contra quienes “son incapaces de entenderse con los diferentes” y “sólo siembran odio y rencor entre nosotros”. El fondo del interjectivo discurso felipense está en la doble derrota contundente que sus planes gerenciales han sufrido, primero con el freno al proceso de rápida aprobación legislativa que se pretendía para aprobar la iniciativa de reforma petrolera y, luego, con la derrota de las posiciones calderónicas en el debate legislativo que el oficialismo esperaba cuando menos equilibrado y no tan cargado en contra de los planes de apertura a capitales privados.

Pero ha sido la propuesta ebrardista de consulta ciudadana la gota que ha derramado el vaso de los gobiernistas que querían jugar a los debates domesticados por la propaganda televisiva deformada y a las votaciones institucionales legislativas que por mayoría numérica apalabrada aprobarían meses después lo que en el primer intento no habían podido. La tesis cívica, absolutamente legal y legítima, de la consulta ciudadana, ha sacado ronchas a quienes ya soñaban con el fin de la pesadilla de los debates perdidos y con el paso a la fase controlada de las votaciones camarales según eso altamente representativas y soberanas. Felipe se desespera, se enoja y amenaza con profusión de ayes y con el enderezamiento de acusaciones políticas que pretenden culpar a sus opositores de males patrios enormes y de ser tan malos mexicanos que merecerían castigos, segregaciones, represiones.

Por todo ello, Calderón se muestra sumamente voluntarista en sus giras oficiales, porrista del “¡sí se puede!” siempre y cuando sus opositores legítimos dejen de ejercer esa función y se conviertan mágicamente en puntales y motores de la magna obra felipilla que entonces sí podría realizarse. “La clave es entendernos”, dice quien ya se entendió con Mario Marín. Y abiertamente pide apoyo “para seguir haciendo reformas que beneficien a México. Que nos apoyen para que podamos fortalecer y modernizar, por ejemplo, a Pemex”, dice el licenciado F.C. tomando ese caso petrolero al azar, por pura coincidencia, un detalle en el bosque de posibilidades. Un ejemplo, nomás.

No hay comentarios.: