Astillero
Julio Hernández López
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
■ Extranjería gobernante
■ El negocio de la apertura
■ Anuncios sin consenso
Vicente Fox tenía la extraña capacidad de arruinar sus propios planes por anunciarlos (e incluso festejarlos) antes de tiempo. La incontinencia verbal vicentina tomaba por sorpresa a aliados previamente llamados a conjuras de silencio y a opositores arrollados por la necesidad siquiátrica del ex gobernador guanajuatense de hacer pasar por verdades consumadas lo que apenas eran proyectos necesitados de análisis multilaterales. Con Felipe Calderón se está volviendo costumbre que sus lances más significativos (sus iniciativas de reformas y, ahora, las medidas en busca de enfrentar una crisis de alimentos) tomen desprevenidos a sus presuntos apoyadores, generen reacciones adversas inmediatas en sus opositores, a los que no se informó ni con los cuales se buscaron mínimos puntos de avenimiento y, lo peor, que con cada trazo que planta el michoacano en el lienzo nacional se reaviven las percepciones de que se está frente a gestos políticos provenientes de un grupo gobernante al que nada interesan valores como la soberanía y la defensa genuina del interés nacional y que, por el contrario, desde una precariedad intelectual y política, esos impugnados ocupantes de la conducción patria sólo piensan en la manera de hacer negocios para ellos y en la apertura de puertas a amables mercaderes extranjeros.
Hay razones plenas para la discordia nacional respecto a decisiones tan trascendentes como las anunciadas el domingo por el ocupante de la Presidencia de la República (y reafirmadas ayer en cadena televisiva nacional, para no dejar duda de que uno de los objetivos es mostrar al lic. F.C. como oportuno promotor de salvamentos electrónicos ante tsunamis por venir). Un segmento de los mexicanos suele creer a pie juntillas la propaganda oficial y se dejará llevar por la siembra de frases optimistas que bajo contrato hace el labrador Calderón. Pero otro segmento tiene claro que el grupo desnacionalizado que gobierna busca destruir lo que considera antiguallas sociales, como es la organización social productiva y el apego de los campesinos a sus tierras y costumbres, mediante la apertura a productos extranjeros que en un primer tramo pueden paliar problemas de mercado pero que en el fondo serán altamente lesivos para el campo mexicano y la otra pieza de museo (según la visión del calderonismo y sus itamitas) que es la soberanía alimentaria nacional.
En ésta, como en otras apuestas que ha hecho el felipismo, falta saber la reacción no sólo de grupos sociales cada vez más irritados (¿habrá un adelismo y juanismo alimentario?), sino incluso de organizaciones formales que desde el PRI navegan a conveniencia con la bandera del campesinado. Calderón, como antes Fox, diseña sus planes desde la intimidad y los anuncia sin consensos ni operación política adecuada. A uno le fue dosificadamente mal a lo largo de su sexenio, al segundo se le acumulan los proyectos inconclusos y los anuncios simplemente retóricos.
Astillas:
Nadie recordó la campaña publicitaria que propone llamar a los corruptos o los rateros por su nombre durante la reunión del Procurador de Beneficios Gubernamentales para su Familia, Juan Camilo Mouriño, con la directiva de la Asociación Nacional de la Publicidad. El ejemplo andante de intereses en conflicto se permitió discursear ante los muy atentos (y olvidadizos) publicistas para instarles “a realizar un esfuerzo colectivo desde cada trinchera para promover la cultura de la legalidad en México y ampliar la lucha contra la corrupción, la impunidad y cualquier forma de delincuencia”… Guadalupe Acosta Naranjo (Ganar) está dispuesto a exprimir al máximo su desfondada condición de formal presidente sustituto del PRD. Le urge dividir y confundir mediante la emisión de una presunta propuesta “oficial” del sol azteca en materia de reforma energética que serviría para negociar (oh, sí, la palabra clave del chuchismo) con AN (es decir, con Acción Nacional, aunque también son las iniciales del nayarita siempre dispuesto a un buen arreglo) y con el ala “nacionalista” del PRI (Beatriz como pared; Beltrones y Gamboa como verdad). Apenas iba tomando posesión del cargo que le validó el tribunal electoral federal (TEPJF) y ya estaba anunciando que presentaría una iniciativa petrolera, lo que fue mal considerado por Javier González Garza, coordinador de los diputados federales del sol azteca. Según eso, la iniciativa Ganar representaría la postura “integral” de los perredistas. Ahora el mismo dirigente ganancioso habla de conjuntar sus propuestas con las del PRI en busca de un “acuerdo” que se traduzca en una “contrapropuesta” de reforma… El subsecretario de gobernación, Abraham Kunio González Uyeda, libra fieras batallas no en busca de los desaparecidos del EPR ni en razón de ser comisionado de Bucareli para atender mediaciones ciudadanas en ese tema guerrillero, sino en pos de la candidatura panista a presidente municipal de Zapopan, Jalisco, impulsado por su verdadero jefe, Francisco Ramírez Acuña. La pretensión de imponer a González Uyeda ha hecho que el resto de los aspirantes a esa postulación hayan formado un frente explícito contra el empresario lechero… Lo que faltaba: Eduardo Bours, gerente general de Sonora, dice que está considerando la posibilidad de buscar la candidatura presidencial del PRI para 2012. Sería la traslación, al escenario nacional, del sabido pleito a muerte que sostienen el empresario avícola (ayudado por su madrina Elba Esther) y su paisano Beltrones. La calentura futurista está, en realidad, desatada por todos lados, al grado de que otro acelerado, Fidel Herrera, usa erario y cuanto puede para promover su presunta postulación a Los Pinos, a sabiendas de que no tiene ninguna posibilidad de llegar (es ejemplo del priísmo dinosáurico que ya no pega en las urnas más que mediante mapaches como los que le dieron a Herrera una ínfima diferencia formal sobre un panista en la pasada contienda por la gubernatura de Veracruz). Pero lo importante para él (y para Bours y otros similares) es hacer ruido para colocarse en posición de negociar algo (impunidad, entre otras cosas) cuando deje el poder actual… ¡Hasta mañana!
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