Astillero
Julio Hernández López
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■ La insoportable levedad del debate
En el tinglado senatorial hay esfuerzos en busca de generar atención y emoción ante los explícitos y convenidos afanes de discusión que están por desatarse. Las marquesinas de Xicoténcatl comienzan a ser pobladas de nombres llamativos que, según desean los organizadores del espectáculo de la controversia, podrían suscitar entusiasmos participativos que acaben por convalidar un debate oficial desde ahora sabidamente insuficiente y sesgado. Del lado perredista se trata de inflar la figura oftalmológicamente fallida de Cuauhtémoc Cárdenas, que nunca pudo ver el peligro de una iniciativa de reforma petrolera formalmente inexistente pero políticamente elefantiásica y que ahora pretende acaudillar los restos náufragos de la izquierda bonita, moderna y modosa que mercadológicamente promueven los famosos chuchos. Y los promotores del espejismo democrático insisten tramposamente en que debe asistir a esas sesiones de simulación el principal objetor de la iniciativa calderónica de privatizaciones petroleras, el tabasqueño incómodo que, de sentarse en los lugares asignados por la burocracia manliofábica –cosa que no hará en ningún momento– estaría dando su aprobación a ese proceso de engaños.
El ruido mediático en camino, laudatorio de las virtudes del buen debatir (el Senado convertido en la Suiza mexicana), no podrá disolver los ingredientes de origen que descalifican los artificios de discusión con que el eje aritmético aliado (PRI-PAN) pretende dar atole democrático con el dedo controversial. El tan mentado debate en el Senado no es más que la continuación, por caminos tácticos tomados a última hora, debido a la presión política y social en contra, de la estrategia priánica de aprobación de una iniciativa de reformas que pretende convertir al petróleo mexicano en negocio de elites y a nuestra nación en fuente de aprovisionamiento energético del vecino bélico urgido de garantías de suministro y precios controlables.
Hay que tenerlo claro: el tal debate de escaparate no tendrá influencia obligatoria en los términos en que los legisladores sufraguen sobre el tema. Será más o menos como en el circo de los consejeros del IFE: propongan, analicen, dictaminen y háganse a un lado los ingenuos participantes y presuntos juzgadores intermedios pues a la hora de la hora lo que vale son los arreglos de cúpula que desemboquen en votaciones en automático de diputados y senadores del prianismo que sobre el tema petrolero hará mayoría numérica sin voltear la vista más que por simple cortesía a los esfuerzos de polémica que durante semanas alimentarán versiones estenográficas, grabaciones para la posteridad y memorias encuadernadas, pero nada más.
En ese cuadro de presuntas vocaciones por la contraposición burocráticamente organizada de opiniones como magna solución nacional, Carlos Salinas sigue luchando contra su propia historia en pos de una redención imposible, buscador de recolocaciones mediante avisos de ocasión en forma de libros. La década perdida se llama su nuevo intento de convencer a los mexicanos de que el sexenio orejón fue el mejor posible y después de él, Carlos I, sólo se ha dado una competencia pedestre para ver quién ejerce peor el poder. La mira actualizada del hermano de Raúl está puesta en Andrés Manuel López Obrador, en una burda maniobra de distracción política que pretende zafar a Felipe Calderón de escenarios rijosos para que los enzarzados sean el hijo putativo de Agualeguas y el ex candidato presidencial perredista. El innombrable busca ser nombrado, contestado, rebatido. Nada haría tanto bien en estos momentos difíciles al enredado Calderón (favor político sujeto a posterior cobro con réditos) que desentenderse personalmente de López Obrador al endosar el tema al ex presidente de la República que a estas alturas nada tiene que perder.
Astillas
Guadalupe Acosta Naranjo fue arrestado en agosto de 2002 por agentes de la Procuraduría General de la República ante “la probable comisión” de delitos relacionados con la alteración de datos electorales. Según el boletín de prensa 724/02, emitido por la PGR el 14 de agosto de 2002, que es consultable en www.pgr.gob.mx/cmsocial/bol02/ago/b72402.html el sedicente líder sustituto del Perreché (Partido de la Revolución de los Chuchos) “participó el 20 de marzo de 1996 en la alteración del Registro de Electores, el Padrón Electoral y los Listados Nominales correspondientes al Primer Distrito Electoral Federal en Tepic, Nayarit, proporcionando al IFE datos falsos respecto al lugar en que vivía y su tiempo de residencia, indicando que tenía cinco años de residir en el inmueble. Sin embargo, en 1994, al solicitar reposición de su Credencial para Votar por extravío, declaró otro domicilio en el que dijo tener 7 años de residencia, es decir, desde 1987”. El mismo comunicado oficial (al que esta columna ha respetado su redacción disparada de mayúsculas) asienta que Acosta Naranjo proporcionó “falsa información” para obtener “un cambio de Sección Electoral, lo cual realizó con la finalidad de postularse como candidato a diputado por el principio de Mayoría Relativa en el Segundo Distrito Local Electoral de Tepic, Nayarit”. Detenido que fue en el Distrito Federal, el ahora presunto presidente nacional del PRD, que entonces era secretario de planeación del CEN del mismo partido, “fue trasladado a la ciudad de Tepic, Nayarit, para ser presentado ante la autoridad que lo reclama”. En el fondo, Acosta Naranjo fue delatado por su anterior aliado, el hombre más rico de Nayarit, Antonio Echevarría, que llegó al gobierno del estado gracias a un frente partidista en el que participaron los Chuchos… Por cierto, un indicio de la postura deseada por esta corriente ante Felipe Calderón la ha dado un diputado federal, continuamente enfrentado al lopezobradorismo, que ayer habló servilmente en un acto encabezado por el ocupante michoacano de Los Pinos… Y, mientras el explotador de obreros, Napoleón Gómez Sada, se relige al frente del sindicato minero para seguir dando la lucha, desde trincheras millonarias y cuentas familiares en expansión, en pro del proletariado, ¡hasta mañana, ya en espera de la nueva novela de García Márquez!
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