15 ago 2007

PAN: Demagogia y table dance

Alvaro Delgado

Proceso

México, D.F., 13 de agosto (apro).- El vetusto ceremonial del 1 de septiembre corresponde al régimen presidencial vigente en México, por lo que la iniciativa anunciada por el Partido Acción Nacional (PAN) para modificar el formato es sólo una acción demagógica, como lo es también el desplante de Felipe Calderón de pretender deliberar con los legisladores.

No hay que hacerle al tonto: el formato previsto en la Ley Orgánica del Congreso para darle cumplimiento al mandato constitucional al Ejecutivo para que informe del estado que guarda la nación se agotó en 1988, cuando tronó el diseño de partido único y afloró una más equilibrada presencia parlamentaria en el Congreso.

Pero desde entonces han pasado casi dos décadas y no ha habido voluntad de quienes han ostentado el poder, ni desde la oposición tampoco --aun después de la alternancia en el Ejecutivo--, para terminar con ese viejo ritual del presidencialismo autoritario, sencillamente porque no está en el horizonte de la clase política en su conjunto la reforma al diseño institucional, que no sólo es necesaria sino urgente.

Menos será posible terminar con el acartonamiento que conduce a la insolencia recíproca entre el Ejecutivo y los congresistas, como tantas veces se ha visto en estos casi 20 años --de manera notable con Vicente Fox--, con la iniciativa que el PAN anunció que presentará, no porque no sea necesaria, sino porque se trata de una maniobra de Calderón Hinojosa para cobrar réditos políticos.

Si tantas ganas tiene Calderón de dialogar con los legisladores, él que se ufana de ser parlamentario de larga experiencia, no se entiendo cómo no presentó jamás como diputado una iniciativa al respecto ni la ha presentado ahora que también tiene facultad. A lo único que llegó como diputado fue a formular dos propuestas: que la república se denomine sólo México --y no Estados Unidos Mexicanos-- y un tabulador de salarios de los servidores públicos.

Nunca hizo, ni siquiera como coordinador parlamentario en el primer trienio de Fox, el más mínimo esfuerzo para lograr la aprobación de sus dos iniciativas. Eficaz, entonces, no es.

Pero más aún: una deliberación auténticamente seria con los legisladores, en la que se ensaye el debate real, implica cambiar no sólo el formato de la entrega del informe presidencial –que, en sentido estricto, es sólo hacer llegar los tomos con la información, no emitir un mensaje--, sino la transformación del régimen a uno semipresidencial o semiparlamentario.

Lo que propone el PAN es sólo un parche, y lo que Calderón quiere es verle la cara de tontos a los mexicanos: ni uno ni otro han formulado un planteamiento de fondo para hacer posible una deliberación auténtica entre Ejecutivo y Legislativo.

La propuesta del PAN para la reforma del Estado, presentada apenas en julio, plantea fortalecer el régimen presidencial y le saca la vuelta a la conversión de un régimen, ya no digamos parlamentario, sino semiparlamentario, en el que se considere la figura de jefe de gabinete o jefe de gobierno, entre muchas reformas al diseño institucional, incluyendo las urgentes en materia de elecciones y de equidad fiscal.

También Calderón ha rechazado reiteradamente --así lo hizo en campaña-- un cambio de fondo así, según él porque México no está preparado, pero en realidad su propósito es la restauración del presidencialismo que el PAN tanto criticó, en el que --tal como lo establece la Constitución-- el jefe de gobierno es al mismo tiempo jefe de Estado y comandante supremo de las Fuerzas Armadas, pero también --y aquí está la hipocresía-- jefe de partido.

Calderón se plantea ese propósito restaurador del presidencialismo autoritario --lo que explica la involución en todos los órdenes-- y tal empeño pasa por su obsesión de que el PAN, ya bajo su control en las elecciones internas del próximo año, gane la mayoría en la Cámara de Diputados.

Ese es el tema de fondo, no la escaramuza demagógica de cambiar el formato del 1 de septiembre para un diálogo con los legisladores, sobre todo cuando la información sobre el manejo del gobierno está contenida en los documentos que entregará ese mismo día y que serán ignorados por sus contrapartes.

Sí, como puntada política, la de Calderón y del PAN es mejor que sus atolondrados opositores, pero no deja de ser demagogia, aunque sus jilgueros y asesores que se hacen pasar como analistas políticos hagan un escándalo que encubre también --y no hay que perderlo de vista-- el levantamiento de un muro de acero custodiado por la tropa para protegerlo del desprecio popular por su fraudulenta elección de hace un año...

Vino nuevo en odres viejos.

Apuntes

Los moralistas del PAN-Jalisco van al table dance: la madrugada del sábado 11, un grupo de diputados y dirigentes panistas llegó a D’Klub Show Girls, ubicado en la avenida Vallarta, de Zapopan. Ya traían copas y, al fin con poder, protagonizaron un zafarrancho con empleados del lupanar. Uno de ellos trepó a una patrulla y otros emprendieron la huida. Sólo quedó, para su mala suerte, el diputado Alfredo Argüelles Basave, ni más ni menos que secretario general del Congreso local y presidente del PAN en Guadalajara, quien fue tomado --ebrio-- por la cámara de Televisa que llegó enseguida al lugar. Basave mintió en todo: que no había bebido, que ni siquiera entró al tugurio, que se encontró de casualidad a unos amigos. Eso sí, con malicia, presumió que había intención política de exhibirlo. Mintió, también, otro de los panistas, Rodolfo Ocampo --el director de SIAPA, la empresa responsable de evitar inundaciones que ya arrojaron nueve muertos--, quien dijo que había ido al cine, cuando en realidad andaba con los diputados Juan Carlos Márquez, Iván Argüelles y Gustavo Hernández, así como con Manuel Romo, el candidato a suceder a Basave en la presidencia del PAN en Guadalajara. El episodio, que desde la madrugada misma del sábado era un escándalo en Jalisco, revela al menos cuatro anomalías de la clase política panista: la prepotencia, las mentiras, la hipocresía y la confrontación interna, dado que ese grupo, encabezado por Francisco Ramírez Acuña, es políticamente antagónico --aunque no en la ostentación de su fe-- al del gobernador Emilio González Márquez, él sí muy devoto que hasta el cardenal Juan Sandoval Iñiguez lo defendió por su repudio al condón… El anhelo de la derecha se cumplió: el Banco de México puso en circulación en nuevo billete de 20 pesos, ya despojado del águila republicana y del hemiciclo a Benito Juárez. En su lugar se impuso la balanza de la justicia, las ruinas de Monte Albán y una palomita mocha color rosa. Sustituir a Juárez por Agustín de Iturbide, Maximiliano o Ulises Ruiz hubiese sido muy obvio…

Comentarios: delgado@proceso.com.mx

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