En su despedida de W Radio, Carmen Aristegui le agradeció al directivo de grupo Prisa en W Radio, Javier Mérida, por el apoyo a su programa. Diversos comentarios, no obstante, apuntan a que la verdadera discordia en el caso Aristegui en W Radio vino del directivo de Televisa, DANIEL MORENO.
Moreno, según la columna Serpientes y Escaleras de Salvador García Soto en El Universal, llegó como segundo de abordo por parte de Televisa para trabajar con Javier Mérida. Oficialmente, entre los dos aplicarían un supuesto esquema editorial disque comercialmente muy exitoso. Esto incluía, al parecer, la modificación de los contratos de conductores de programas de radio para que la empresa tomara el control de los contenidos editoriales, cosa que estaba a cargo de los conductores ya que esa era el acuerdo con Prisa--y Televisa no se podía metera porque ellos sólo se encargaban de la parte empresarial.
Los pormenores de las modificaciones contractuales, como dije, están en esta columna del 5 de Enero de 2008:
Serpientes y escaleras
SALVADOR GARCÍA SOTO
05 de enero de 2008
Lo que en un principio parecieron torpezas de sus directivos, ahora se unen para configurar un patrón que apunta al desmantelamiento de un proyecto incómodo para algunos sectores sociales y del gobierno
Resultado de la sociedad de las dos empresas más grandes e influyentes de comunicación en Iberoamérica, la mexicana, Grupo Televisa y la española Grupo Prisa, la cadena W Radio logró en los últimos seis años posicionarse como una de las radios habladas más exitosas, abiertas y críticas del cuadrante.
Con una parrilla de noticieros, programas de opinión y de revista, integrada por periodistas y conductores de reconocida trayectoria, en pocos años la sociedad formada por la empresa de Emilio Azcárraga, al frente de la parte administrativa, y el consorcio de Jesús de Polanco, en la parte editorial y de contenidos, logró altos niveles de audiencia y se volvió una estación de referencia que ganó cada vez mayor influencia entre los radioescuchas por la apertura y libertad de su política editorial que carecía de los tradicionales controles, censuras y autocensuras que operan en la radio mexicana.
Una combinación de periodistas jóvenes y experimentados conductores, con nombres como el de Carlos Loret de Mola, Javier Solórzano, Carmen Aristegui, Ezra Shabot, Francisco Javier González, Javier Poza y Martha Debayle en la conducción, y una barra de comentaristas de lo más plural y formada por analistas, economistas, columnistas y voces de la academia, hicieron que la W llegara a contar con la parrilla más sólida y posicionada de las últimas décadas del Sistema Radiópolis; y sumada a un estilo creativo, moderno y fresco de hacer la radio, se volvieron espacios de pensamiento, crítica plural y entretenimiento.
Todo eso se logró bajo la dirección del español Raúl Rodríguez, apoyado en el colombiano Carlos Arturo Gallego, que llegaron a México, uno procedente de la Cadena SER, y el otro, de la exitosa Radio Caracol.
La experiencia radiofónica de los directivos de Prisa, aunada a la fuerza empresarial de Televisa, contribuyeron a la rápida consolidación del proyecto W Radio.
A tirarlo todo
En el momento de mayor éxito de la estación, cuando habían logrado construir una atractiva y escuchada barra informativa y de opinión, cambios internos comenzaron a provocar fracturas, rupturas y desprendimientos en su equipo de conductores y comentaristas.
A partir de la salida de Raúl Rodríguez de la dirección, ocurrida en septiembre de 2006, justo después de las complicadas elecciones presidenciales en México, comenzaron una serie de movimientos en la estación.
Paradójicamente, mientras Rodríguez era regresado a España y premiado con un alto cargo en el área de contenidos de la Cadena SER, por el éxito de Prisa en su primera incursión en la radio mexicana, el proyecto por el que lo premiaban comenzaba a tambalearse bajo la nueva dirección.
Javier Mérida llegó unas semanas antes de la salida de Rodríguez, para recibir la dirección del Sistema Radiópolis. Originario de Andalucía, el directivo llegaba con el cartel de haber dirigido una de las cadenas regionales de SER en el sur de España, que había logrado un exitoso modelo de ventas comerciales.
De hecho, cuando Mérida se presentó con el cuerpo directivo de W, aseguró que el encargo de los altos mandos de Prisa era “hacer crecer las ventas de la estación y reestructurar la parte comercial”.
Con la nueva dirección llegaron también nuevas decisiones en el manejo interno de la estación, sobre todo en el área de noticieros. Como segundo de Mérida fue contratado el periodista mexicano Daniel Moreno, con trayectoria en prensa escrita.
Moreno fue el encargado de instrumentar una nueva política, según la cual, la empresa decidió modificar el contenido del contrato de dos de sus conductores estelares, Carmen Aristegui y Carlos Loret de Mola. Ambos tenían en sus contratos facultades para dirigir el área de noticias, designar jefe de información, planear coberturas especiales y aprobar la contratación de reporteros, entre otras cosas.
Cuando la nueva dirección planteó la cancelación de esas facultades y el acotamiento de los conductores en la organización y planeación de sus noticieros, los problemas comenzaron. Loret de Mola argumentó la modificación de su contrato original sin previo aviso, y se inconformó con los cambios. La renuncia de Loret, en octubre de 2007, fue el primer indicio de que había una nueva política editorial en marcha en la W.
A eso siguió un cambio de programación. La empresa decidió cancelar, sin una explicación clara, la tercera emisión de Hoy por Hoy, que conducía el analista Ezra Shabot, y en la que participaba una mesa de comentaristas formada por los economistas del Grupo GEA, Ernesto Cervera y Mauricio González, así como por el columnista Adrián Trejo y por el que esto escribe.
En lugar del noticiero, se programó en el mismo horario al Weso, un programa que en dos años de emisiones se convirtió en un auténtico fenómeno de audiencia y que se transformó, según decían, en “la gran apuesta” de W Radio.
Casi al mismo tiempo que iniciaban negociaciones contractuales con Carmen Aristegui, y modificaban casi toda la programación, alterando incluso horarios comerciales, una ruptura se produjo en el Weso, justo antes de su lanzamiento al horario estelar del noticiero vespertino. La decisión de la empresa de cortar a dos de los integrantes del elenco del programa estelar desencadenó el rompimiento que afectó el relanzamiento de la emisión y la hizo perder peso informativo.
Ayer se produjo una ruptura más en W Radio. La periodista Carmen Aristegui se despidió del aire, después de seis años ininterrumpidos de transmitir su noticiero en las frecuencias de esa estación.
“Diferencias con la empresa” fue el argumento esgrimido por Aristegui ante sus radioescuchas.
Extraoficialmente se sabe que en las negociaciones contractuales no hubo acuerdo y que la conductora se negó a aceptar una serie de condiciones que tenían que ver con el manejo de su equipo informativo y de colaboradores. El rompimiento, según esas versiones, se produjo el jueves al mediodía.
Sin embargo, otra versión interna asegura que desde noviembre de 2007, directivos de la empresa habían asegurado a fuentes del gobierno federal que “en enero (de 2008) también se va Carmen”.
Es decir, que ya había una decisión tomada, por encima de las diferencias que surgieron en la negociación del contrato entre Aristegui y W.
Al final, en el balance de lo ocurrido en esa estación radiofónica, no hay lógica ni editorial ni comercial. Las ventas no se incrementaron y, por el contrario, la salida de nombres conocidos de los noticieros provocaron también la cancelación de pautas publicitarias de grandes anunciantes que se fueron con Loret, con Shabot y seguramente se irán también tras la salida de Aristegui.
Editorialmente, la estación se debilita y los nombres con los que sustituyeron sus salidas no representan ninguna apuesta seria para competir y mantener el nivel de calidad, de pluralidad y de opinión que tenía la estación.
¿Por qué una empresa que tiene una barra de noticieros exitosa decide de pronto desmantelarla? ¿Cuál es el cálculo de despedir a conductores de renombre y que además le generaban a la empresa importantes ventas, para sustituirlos con espacios inocuos y conductores monótonos? ¿Cómo se decide fracturar, justo a punto de relanzarlo, al que dicen es su “programa estelar” y su “gran apuesta”? ¿Es totalmente casual que se deshagan de periodistas críticos y cancelen espacios donde se ejercía la crítica al sistema y al gobierno?
Lo que en un principio parecieron hechos aislados o producto de “torpezas”, “descuidos” o “impericias” de sus directivos, podrían cobrar otro sentido y configurar un patrón que apunta claramente a una estrategia de desmantelamiento deliberado de un proyecto radiofónico que se fue volviendo incómodo para algunos sectores sociales y del gobierno.
La pregunta está en el aire, el mismo por el que se transmite la señal radiofónica, pero ahora con un contenido casi inocuo, entretenido pero de poco peso; podría decirse, “cómodo” para los que les incomodaba. ¿Por qué desmantelaron la W?
Cuando salió Carmen Aristegui de W Radio, Televisa alegó que simplemente Carmen no quiso alinearse a un nuevo modelo editorial supuestamente muy exitoso comercialmente en 10 paises. Sólo que en el caso de W Radio el modelo, como indica García Soto, NO les está generando rating y están perdiendo dinero.
Moreno, según la columna Serpientes y Escaleras de Salvador García Soto en El Universal, llegó como segundo de abordo por parte de Televisa para trabajar con Javier Mérida. Oficialmente, entre los dos aplicarían un supuesto esquema editorial disque comercialmente muy exitoso. Esto incluía, al parecer, la modificación de los contratos de conductores de programas de radio para que la empresa tomara el control de los contenidos editoriales, cosa que estaba a cargo de los conductores ya que esa era el acuerdo con Prisa--y Televisa no se podía metera porque ellos sólo se encargaban de la parte empresarial.
Los pormenores de las modificaciones contractuales, como dije, están en esta columna del 5 de Enero de 2008:
Serpientes y escaleras
SALVADOR GARCÍA SOTO
05 de enero de 2008
Lo que en un principio parecieron torpezas de sus directivos, ahora se unen para configurar un patrón que apunta al desmantelamiento de un proyecto incómodo para algunos sectores sociales y del gobierno
Resultado de la sociedad de las dos empresas más grandes e influyentes de comunicación en Iberoamérica, la mexicana, Grupo Televisa y la española Grupo Prisa, la cadena W Radio logró en los últimos seis años posicionarse como una de las radios habladas más exitosas, abiertas y críticas del cuadrante.
Con una parrilla de noticieros, programas de opinión y de revista, integrada por periodistas y conductores de reconocida trayectoria, en pocos años la sociedad formada por la empresa de Emilio Azcárraga, al frente de la parte administrativa, y el consorcio de Jesús de Polanco, en la parte editorial y de contenidos, logró altos niveles de audiencia y se volvió una estación de referencia que ganó cada vez mayor influencia entre los radioescuchas por la apertura y libertad de su política editorial que carecía de los tradicionales controles, censuras y autocensuras que operan en la radio mexicana.
Una combinación de periodistas jóvenes y experimentados conductores, con nombres como el de Carlos Loret de Mola, Javier Solórzano, Carmen Aristegui, Ezra Shabot, Francisco Javier González, Javier Poza y Martha Debayle en la conducción, y una barra de comentaristas de lo más plural y formada por analistas, economistas, columnistas y voces de la academia, hicieron que la W llegara a contar con la parrilla más sólida y posicionada de las últimas décadas del Sistema Radiópolis; y sumada a un estilo creativo, moderno y fresco de hacer la radio, se volvieron espacios de pensamiento, crítica plural y entretenimiento.
Todo eso se logró bajo la dirección del español Raúl Rodríguez, apoyado en el colombiano Carlos Arturo Gallego, que llegaron a México, uno procedente de la Cadena SER, y el otro, de la exitosa Radio Caracol.
La experiencia radiofónica de los directivos de Prisa, aunada a la fuerza empresarial de Televisa, contribuyeron a la rápida consolidación del proyecto W Radio.
A tirarlo todo
En el momento de mayor éxito de la estación, cuando habían logrado construir una atractiva y escuchada barra informativa y de opinión, cambios internos comenzaron a provocar fracturas, rupturas y desprendimientos en su equipo de conductores y comentaristas.
A partir de la salida de Raúl Rodríguez de la dirección, ocurrida en septiembre de 2006, justo después de las complicadas elecciones presidenciales en México, comenzaron una serie de movimientos en la estación.
Paradójicamente, mientras Rodríguez era regresado a España y premiado con un alto cargo en el área de contenidos de la Cadena SER, por el éxito de Prisa en su primera incursión en la radio mexicana, el proyecto por el que lo premiaban comenzaba a tambalearse bajo la nueva dirección.
Javier Mérida llegó unas semanas antes de la salida de Rodríguez, para recibir la dirección del Sistema Radiópolis. Originario de Andalucía, el directivo llegaba con el cartel de haber dirigido una de las cadenas regionales de SER en el sur de España, que había logrado un exitoso modelo de ventas comerciales.
De hecho, cuando Mérida se presentó con el cuerpo directivo de W, aseguró que el encargo de los altos mandos de Prisa era “hacer crecer las ventas de la estación y reestructurar la parte comercial”.
Con la nueva dirección llegaron también nuevas decisiones en el manejo interno de la estación, sobre todo en el área de noticieros. Como segundo de Mérida fue contratado el periodista mexicano Daniel Moreno, con trayectoria en prensa escrita.
Moreno fue el encargado de instrumentar una nueva política, según la cual, la empresa decidió modificar el contenido del contrato de dos de sus conductores estelares, Carmen Aristegui y Carlos Loret de Mola. Ambos tenían en sus contratos facultades para dirigir el área de noticias, designar jefe de información, planear coberturas especiales y aprobar la contratación de reporteros, entre otras cosas.
Cuando la nueva dirección planteó la cancelación de esas facultades y el acotamiento de los conductores en la organización y planeación de sus noticieros, los problemas comenzaron. Loret de Mola argumentó la modificación de su contrato original sin previo aviso, y se inconformó con los cambios. La renuncia de Loret, en octubre de 2007, fue el primer indicio de que había una nueva política editorial en marcha en la W.
A eso siguió un cambio de programación. La empresa decidió cancelar, sin una explicación clara, la tercera emisión de Hoy por Hoy, que conducía el analista Ezra Shabot, y en la que participaba una mesa de comentaristas formada por los economistas del Grupo GEA, Ernesto Cervera y Mauricio González, así como por el columnista Adrián Trejo y por el que esto escribe.
En lugar del noticiero, se programó en el mismo horario al Weso, un programa que en dos años de emisiones se convirtió en un auténtico fenómeno de audiencia y que se transformó, según decían, en “la gran apuesta” de W Radio.
Casi al mismo tiempo que iniciaban negociaciones contractuales con Carmen Aristegui, y modificaban casi toda la programación, alterando incluso horarios comerciales, una ruptura se produjo en el Weso, justo antes de su lanzamiento al horario estelar del noticiero vespertino. La decisión de la empresa de cortar a dos de los integrantes del elenco del programa estelar desencadenó el rompimiento que afectó el relanzamiento de la emisión y la hizo perder peso informativo.
Ayer se produjo una ruptura más en W Radio. La periodista Carmen Aristegui se despidió del aire, después de seis años ininterrumpidos de transmitir su noticiero en las frecuencias de esa estación.
“Diferencias con la empresa” fue el argumento esgrimido por Aristegui ante sus radioescuchas.
Extraoficialmente se sabe que en las negociaciones contractuales no hubo acuerdo y que la conductora se negó a aceptar una serie de condiciones que tenían que ver con el manejo de su equipo informativo y de colaboradores. El rompimiento, según esas versiones, se produjo el jueves al mediodía.
Sin embargo, otra versión interna asegura que desde noviembre de 2007, directivos de la empresa habían asegurado a fuentes del gobierno federal que “en enero (de 2008) también se va Carmen”.
Es decir, que ya había una decisión tomada, por encima de las diferencias que surgieron en la negociación del contrato entre Aristegui y W.
Al final, en el balance de lo ocurrido en esa estación radiofónica, no hay lógica ni editorial ni comercial. Las ventas no se incrementaron y, por el contrario, la salida de nombres conocidos de los noticieros provocaron también la cancelación de pautas publicitarias de grandes anunciantes que se fueron con Loret, con Shabot y seguramente se irán también tras la salida de Aristegui.
Editorialmente, la estación se debilita y los nombres con los que sustituyeron sus salidas no representan ninguna apuesta seria para competir y mantener el nivel de calidad, de pluralidad y de opinión que tenía la estación.
¿Por qué una empresa que tiene una barra de noticieros exitosa decide de pronto desmantelarla? ¿Cuál es el cálculo de despedir a conductores de renombre y que además le generaban a la empresa importantes ventas, para sustituirlos con espacios inocuos y conductores monótonos? ¿Cómo se decide fracturar, justo a punto de relanzarlo, al que dicen es su “programa estelar” y su “gran apuesta”? ¿Es totalmente casual que se deshagan de periodistas críticos y cancelen espacios donde se ejercía la crítica al sistema y al gobierno?
Lo que en un principio parecieron hechos aislados o producto de “torpezas”, “descuidos” o “impericias” de sus directivos, podrían cobrar otro sentido y configurar un patrón que apunta claramente a una estrategia de desmantelamiento deliberado de un proyecto radiofónico que se fue volviendo incómodo para algunos sectores sociales y del gobierno.
La pregunta está en el aire, el mismo por el que se transmite la señal radiofónica, pero ahora con un contenido casi inocuo, entretenido pero de poco peso; podría decirse, “cómodo” para los que les incomodaba. ¿Por qué desmantelaron la W?
Cuando salió Carmen Aristegui de W Radio, Televisa alegó que simplemente Carmen no quiso alinearse a un nuevo modelo editorial supuestamente muy exitoso comercialmente en 10 paises. Sólo que en el caso de W Radio el modelo, como indica García Soto, NO les está generando rating y están perdiendo dinero.
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