20 jun 2009


Iztapalapa en la lucha electoral
Jesús Peraza Menéndez

Jesús Ortega, el líder perredista impuesto por Fecal, presidente usurpador espurio. Ambos rechazados masiva y socialmente en cargo conseguidos gracias a la sumisión de los poderes-fácticos de los tribunales y organismos electorales.




Don Chucho acusa de traición a Andrés Manuel López Obrador, pues este rebelde no accede a una aberrante orden del tribunal electoral que indica que la mayoría perredista y de la población que habita la jurisdicción de Iztapalapa, la que hace varios sexenios es perredista en movimiento y ahora francamente pejista, debe renunciar a su candidata Clara Brugada. En su lugar queda Silvia Olivo, no por elección sino por imposición, es la esposa del senador René Arce, uno de los Chuchos más destacados y reconocidos por su incondicionalidad al poder-fáctico de los Salinas-Televisas-Televisión Azteca-Roberto Hernández-Fernández de Ceballos-Fox. Arce, es oaxaqueño, decía no hace mucho que ellos, los Chuchos, no hacían política de barricadas, condenando al movimiento de masas de la APPO y de pasada al plantón de ALMO que partió en dos la ciudad por el fraude electoral. Lo de la APPO derivó en represión con el aval de los Chuchos aliados con Ulises Ruiz Ortiz (URO).




Ortega argumenta en su favor que la izquierda, el partido, no puede quedar a la disposición de la voluntad de una sola persona, como si fueran una democracia, sin fraudes, sin mayoriteos creados con compra de conciencias, manipulaciones, prebendas, privilegios, tráfico de influencias, asesinatos, robos, narcotráfico como el capo Miguel Ángel Almaraz representante de Nueva Izquierda en Tamaulipas que es al mismo tiempo jefe de los Zetas y capo del narcotráfico. Vienen desde fuera del PRD, pero cuentan con los Chuchos, son los operadores del poder-fáctico en ese partido. Menos aún, agregaríamos nosotros, de una persona que participa de un movimiento electoral de resistencia de masas, el que le da algún sentido político social al PRD, más allá del aparato o maquinaria electoral de la que se apropiaron los Chuchos con la ayuda de Peña Nieto-Calderón-Manlio-Cárdenas.




Con AMLO es un proceso social con el que podemos o no estar de acuerdo, sin embargo se mueve, sus muertos, sus presos, sus perseguidos también son nuestros. El PRD sin AMLO es un depósito de cadáveres de viejos y nuevos burócratas. Bien puede quedar el PRD a expensas de Salinas de Gortari o del propio Chucho Ortega, que se autopromueve en la televisión con los recursos de ese partido, como el único político “neoliberal positivo” que hará más agradable la inhumana existencia con fórmulas mágicas en las que no participan los ciudadanos, siempre, que deje de estorbarlo ese incómodo movimiento de masas que encabeza AMLO, que exige democratizar las instituciones, los procesos electorales y el PRD.




En los medios en Televisa especialmente las figuras son nada menos que personajes como Chucho Ortega con publicidad telenovelera-lastimera, está también la maestra Elba Esther Gordillo que lleva por buen camino las elecciones.




En la delegación Iztapalapa hay una lucha electoral en la que los muchos organizados en la resistencia se enfrentan a las maniobras del aparato burocrático del PRD y al poder-fáctico que lo controla, es esta demarcación con el padrón electoral más numeroso de la capital de México, un botín para los partidos, pero ahora se encuentra en franca rebeldía. AMLO propone que se hable votante por votante para explicar lo que acontece con la decisión del tribunal, fallo absolutamente calculado, los daños causados contra el movimiento social electoral de este demarcación capitalina.






En la boleta aparecerá la foto y el nombre de Carla Brugada, a la que se le canceló su derecho a ser electa y en su lugar quedó la chuchista Silvia Olivo, pero su nombre y su foto no aparece, “ya no se puede cambiar”, entonces en la confusión la gente vota por Carla Brugada pero gana Silvia Olivo, así de ese tamaño la maniobra. Claro que AMLO y el movimiento decidieron votar por el Partido del Trabajo (PT), que lanzó como candidato a Rafael Acosta, quien ganando promete renunciar para que Marcelo Ebrard, jefe del gobierno y la Asamblea de Representantes del Distrito Federal nombren a Clara Brugada.




A Chucho Ortega se le descompuso el maquillaje, el que hay que estarle arreglando todo el día por su lucha mediática, el combate a la masas en movimiento desde un estudio de televisión y su estrategia es ser uno más de la farándula con los comentarios de Paty Chapoy o los de López Doriga, pero si algo ha logrado Ortega, es el gran-rechazo-social, igual de la bases perredistas que participan con AMLO que de todos los movimientos sociales que huelen a kilómetros su oportunismo, servilismo y descomposición.






En Iztapalapa hay que votar por el PT.




Iztapalapa no sólo es el padrón electoral más numeroso, sino es el lugar de asentamiento de los miles de desplazados del campo y la provincia que, para sobrevivir, tienen que emigrar a la capital. Iztapalapa comparte con Ciudad Nezahualcóyotl esa condición de zona geográfica de refugio como es la Selva Lacanadona en Chiapas para los indios desplazados, que ahora se organizan en el EZLN y las Juntas de Buen Gobierno. Ha sido una demarcación históricamente combativa, primero en la toma de suelo para construir vivienda popular, luego para obtener servicios públicos, escuelas, agua potable que frecuentemente falta, luchan para tener energía eléctrica. Es una zona de empleados pobres, de artesanos, pequeños comerciantes, pequeños industriales, de trabajadores asalariados. La que se movilizó en miles para recibir a las comisiones zapatistas, que se organizó para apoyar a los damnificados de los terremotos del 1985, los recibió en campamentos.






No se puede hablar de un pueblo sin conciencia, que ciertamente no ha tomado las armas ni ha hecho otro tipo de gobierno, pero se moviliza en la lógica de sus posibilidades. Ahora su campo de lucha política es electoral, pese a las negras aves de mal agüero, solitarias, autoritarias y traidoras que deambulan extraviadas en su soberbia, tan solas como sus traiciones.






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