24 jun 2009


Dinero

La jugada TeleMartí

Promesas escritas tampoco se cumplen

Banamex, restructuras



Enrique Galván Ochoa


Hace un mes, un grupo de enardecidos ciudadanos de Mexicali quemó públicamente la imagen de la diputada federal panista Maria Gómez de Méndez. La acusan de no cumplir el compromiso que hizo en campaña de conseguir que el gobierno federal bajara la tarifa de la electricidad. Es preciso ser justos con ella: lo intentó esforzadamente; inclusive llevó a cabo una huelga de hambre en San Lázaro. Ahí pasó tres semanas con una manta pidiendo el apoyo de sus compañeros panistas, que nunca llegó. Finalmente, levantó su huelga y regresó frustrada a Mexicali, donde había creado el prestigio de luchadora social honrada. No la perdonó la gente: quemó su imagen, la insultó, la degradó. Cito la anécdota porque la diputada Méndez no adquirió tamaño compromiso por ella misma; obviamente está fuera de sus facultades modificar el precio de los servicios públicos. Pero había conseguido que el candidato Felipe Calderón, en su gira de campaña –a principios de marzo de 2006– por las cálidas tierras bajacalifornianas, se comprometiera a bajar las tarifas de luz. Y lo hizo por escrito. Inclusive, se repartieron volantes en la ciudad reproduciendo el texto y la firma del entonces aspirante presidencial.

TeleMartí

La iniciativa de Alejandro Martí de promover que los candidatos se comprometan por escrito a cumplir lo que ofrezcan a los electores es un tanto naive. Suele suceder con harta frecuencia que los políticos –también los empresarios, como Martí– generalmente no cumplen con la mayor parte de lo que ofrecen en la barata prelectoral. El caso de Felipe Calderón y las tarifas de luz lo muestra con realismo. Su compañera de partido, la diputada Méndez, tal vez creyó que arrancándole la firma sobre un papel lo obligaría a cumplir. Es que existe el antecedente de que todos los candidatos presidenciales de todos los partidos políticos de todas las campañas que se recuerdan han prometido lo mismo, pero sólo verbalmente. Inclusive, seis años antes, Francisco Labastida Ochoa había ofrecido una tarifa F –fantásticamente baja– si votaban por él, y llegó Vicente Fox a ofrecer la tarifa F plus –todavía más reducida–, pero la F finalmente resultó ser la de foxilandia.

Detrás de las cámaras

Resulta sospechosista el patrocinio que el grupo Azcárraga está dando a la iniciativa TeleMartí. Transcurridas las elecciones podría ocurrir que nos den la sorpresa de que un grupo importante de diputados –chuchistas, panistas, priístas, pero sobre todo verdes– fueron amarrados al compromiso, algunos inclusive frente a un notario público, de revisar la legislación de telecomunicaciones, a fin de que la propaganda política vuelva a ser facturable y a generar miles de millones de pesos al canal que en Martí encontró una nueva estrella, a cargo del presupuesto que manejan los sumisos consejeros del IFE. Claro, habrán cumplido la palabra empeñada por escrito. Sería el desmantelamiento de la precariamente cuajada legislación que, por otro lado, todos los días viola la televisión con los comerciales de Peña Nieto y Marcelo Ebrard.







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