18 jun 2009




Al carajo la podredumbre!: AMLO


Lilia Arellano

Estado de los ESTADOS

Ortega y Navarrete, en pleno cinismo
Calderón logra dividir a la izquierda
Guarderías, IMSS y el reino de la impunidad
“Los temores, las sospechas, la frialdad, la reserva, el odio, la traición
se esconden frecuentemente bajo ese velo uniforme y pérfido de la cortesía”.-
J. J. Rousseau



Las ambiciones de poder, de dinero, la venta de voluntades, la falta de ética, de principios, de moral dieron ya al traste al partido que logró unificar a las izquierdas y que estuvo a punto de lograr la Presidencia de la República.

Víctima de los errores y de las ambiciones de sus dirigentes nacionales, quienes apenas subieron a un ladrillo y dieron rienda suelta al autoritarismo, al influyentismo, a la colocación de amigos, compadres, recomendados y queridas en altos puestos tanto dentro del instituto político como en las delegaciones y como asesores en la Asamblea, el Partido de la Revolución Democrática vive actualmente la etapa que antecede a la desaparición.

Hasta ahora, los famosos “chuchos” no se habían atrevido a enfrentarse a Andrés Manuel López Obrador sabedores, como están, de que resulta imprescindible su permanencia dentro del PRD para lograr votos que les permitan volver a alcanzar 80 curules federales. Sin embargo y envalentonados, lo acusan ahora de traición por estar apoyando a los candidatos de los partidos que eran, hasta hace unos meses, parte importante de una alianza que se caracterizaba por considerarse de izquierda. Los chanchullos de los jerarcas del Sol Azteca le dieron al traste al registrado Frente Amplio Progresista y de ahí vino la ruptura.

Carlos Navarrete sabe que no tienen ya futuro y menos sin López Obrador en sus filas o, abiertamente enfrentado. Tan es así que anda intentando mediar y calmar los ánimos de Ortega y del propio tabasqueño. Sin embargo, carece ya de toda autoridad moral; tanto él como el séquito de quienes intentó guiar y continuar ubicado como “la cabeza pensante” mostraron demasiado rápido el cobre y el hambre. Se vendieron y han venido respaldando todas las decisiones de los panistas.

Su presencia en manifestaciones y actos públicos se enmarca por los abucheos y los gritos de los que antaño los vitoreaban y hoy, los ven como los grandes traidores.

Lo que muchos esperaban sucedió el martes. López Obrador por fin reventó contra el PRD, los calificó de mafia, retó a los “chuchos” a que lo expulsen del partido y reconoció que en muchas ocasiones ha estado a punto de mandarlos “al carajo”, pero lo detuvo la militancia perredista, la que considera, no sin razón, que sin él se pierden años de lucha y de intentos de unificar a la izquierda que en el país estaba pulverizada, sin posibilidad alguna de avanzar en ningún terreno de la política. Aclaró: “Soy militante del PRD, no me voy del PRD, sólo que la mafia decida expulsarme; pero entonces, entonces, también nos vamos a ver la cara porque no me voy de ninguna manera, fundamentalmente porque lo mejor que tiene el PRD son sus bases, arriba muchas veces los dirigentes no actúan a la altura de las bases del partido”.


IZTAPALAPA LOS
HIZO TRONAR


El enfrentamiento se provocó por el fallo a favor de la candidata de los “chuchos”, Silvia Oliva, a la delegación de Iztapalapa –la más poblada del DF—, misma que le fue otorgada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el mismo que por órdenes y cumplimiento de compromisos de Calderón le dio la dirigencia nacional a Jesús Ortega siendo el ganador de las elecciones Alejandro Encinas; el mismo Tribunal que está al servicio del Ejecutivo Federal y que dio por válida una elección interna del PRD totalmente sucia, manipulada, alterada.

Navarrete, al darse cuenta de la dimensión del enfrentamiento, llamó a López Obrador a actuar con serenidad, observación que ni de chiste le hizo a Ortega, quien calificó al tabasqueño de traidor por apoyar a candidatos de otros partidos políticos y no a los del PRD. Sostuvo que la actitud del ex candidato presidencial es la de un extremista de izquierda y que con sus acciones favorecen el avance de la derecha. Temeroso, dijo que la expulsión de AMLO puede darse después de las elecciones del 5 de julio.

Sin medir consecuencias, Ortega agregó que López Obrador puede “mandar al carajo a quien quiera, ya mandó al carajo a las instituciones, a mí me puede mandar al carajo, pero me tiene sin cuidado, no me quita el sueño porque también hay vida después de López Obrador. Ojalá no se vaya del PRD, pero si decide abandonarlo, es su decisión”. Y vaya que sus declaraciones pueden ser interpretadas una a una.


En efecto, el tabasqueño y cualquiera puede mandar al carajo al que sea; lo de las instituciones, indiscutiblemente que el ex candidato puede mandarlas al carajo, así lo hacen ya millones de mexicanos que no creen absolutamente nada que provenga del gobierno o de los legisladores o de los magistrados; el cinismo de don Chucho no conoce límites cuando advierte que a él lo tienen sin cuidado y que nada le quita el sueño, y es que no es lo mismo dormir con hambre y andar de gorrita café día a día para asaltar a quien vaya a pagar la comidas, que irse a la cama con la barriga llena y ya no con “compañeras” a las que se les hacen promesas de ascensos y buen trabajo, sino con modelitos del año que cuestan y a las que les pagan. De que hay vida después de López Obrador para Ortega ni quien lo dude, sólo que ésta tendrá que seguir hundiéndose en la indignidad.

Pero, ni hablar. Calderón y su equipo lograron reventar a la corriente que representaba su principal obstáculo para el logro de sus propósitos. Les salieron baratos con todo y gobernadores incluidos y ahora ya son un fardo que se niegan a seguir arrastrando, y al que solo empujarán cuando se necesite y ya sin costo alguno, más bien a cambio de continuar libres.





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