17 nov 2008


México SA
Carlos Fernández-Vega
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx

Oneroso “modo práctico”de cubrir la dependencia tecnológica


A la hora de justificar privatizaciones y la firma de multimillonarios contratos con empresas trasnacionales especializadas en tal o cual actividad, la frase gubernamental más recurrente es “no tenemos la tecnología adecuada y, por lo mismo, hay que vender los bienes nacionales y/o pagar suculentas cantidades por ella”. El más vivo ejemplo es el sector petrolero (aún), pero se da en tantas otras actividades.

En los hechos, sin embargo, el gobierno mexicano –como prácticamente todos los latinoamericanos– y la iniciativa privada que opera en el país (y en la región) no han hecho el menor esfuerzo por dejar atrás la dependencia tecnológica. Por el contrario, dicen haber encontrado un “modo práctico” para “cubrir carencias”, aunque el costo para la población y para el desarrollo sea cada día más elevado: alquilar, importar y pagar en exceso, antes que inventar, crear y gastar en investigación y desarrollo (ID) dentro de sus fronteras. Así, México, de la mano de América Latina, se encuentra en el sótano mundial de la innovación, pero en el penthouse de la dependencia tecnológica.

En los países latinoamericanos, los gobiernos y las empresas centran sus “esfuerzos” tecnológicos en la compra de maquinaria y equipos, mientras en los europeos privilegian la inversión en investigación y desarrollo tanto como la compra de maquinaria. En el caso mexicano, más que raquítico es el gasto en ID (0.36 por ciento del PIB, según cifras oficiales), prácticamente nulo en capacitación, pero creciente y oneroso en el “alquiler” de tecnología y en la compra de maquinaria y equipos, algo de lo que da cuenta uno de los más recientes análisis (Espacios iberoamericanos: La economía del conocimiento) que sobre el particular elaboraron conjuntamente la Cepal y la Secretaría General Iberoamericana (Segib), en el que queda clara la ubicación de América Latina en este renglón prioritario.

Así, al considerar la inversión en investigación y desarrollo como uno de los indicadores clave para medir el esfuerzo innovador de los países, el referido análisis subraya que entre 1990 y 2003 el gasto mundial por este concepto creció 40 por ciento, al pasar de 500 mil millones de dólares de 2000, a casi 750 mil millones. Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido y Japón son los principales actores mundiales en materia de inversión en ID: 66 por ciento del gasto total en el periodo 2000-2003.

Entre 1990 y 2003 las economías emergentes aumentaron significativamente su participación en el gasto total en investigación y desarrollo; la de China creció de 3.3 a 8.4 por ciento, mientras el aporte de Iberoamérica se ha mantenido casi invariable en 4 por ciento. “A partir de la segunda mitad de los 90, en América Latina y el Caribe aumentaron las actividades de ciencia y tecnología gracias a la elaboración de planes y programas articulados, y a que el conocimiento y la innovación se convirtieron en una cuestión central de las estrategias nacionales. No obstante, los esfuerzos en esta materia no se tradujeron en un incremento considerable del porcentaje del PIB dedicado a investigación y desarrollo en la región”.







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