19 sep 2008

LO CURIOSO ES QUE MUCHOS ESTUDIOSOS DEL TEMA HASTA AHORITA EMPIECEN A VER LA CORRUPCIÒN QUE EXISTE EN LOS ORGANOS ELECTORALES GRACIAS AL PRI Y AL PAN , CUANDO DESDE 2003 FUE EL REPRESENTANTE DEL PRD PABLO GOMEZ QUIEN TUVO QUE LEVANTARSE DE LA MESA DE NEGOCIACIONES POR QUE ESTOS PARTIDOS NO CEDIAN EN SU EMPEÑO DE NOMBRAR A SUS CONSEJEROS ELECTORALES QUE LES ERAN AFINES , ASI LLEGÒ A LA PRESIDENCIA DE ESTE ORGANO LUIS CARLOS UGALDE , QUIEN FUE IMPUESTO POR ELBA ESTHER GORDILLO .

JUSTO EN ESE MOMENTO EMPEZÒ A FRAGUARSE EL FRAUDE ELECTORAL DEL 2006





*Horizonte Político

José Antonio Crespo
Inquietante regresión electoral
Viernes, 19 de Septiembre de 2008

En su primera reacción sobre los atentados terroristas de Morelia, Felipe Calderón declaró: "Nuestras instituciones son sólidas porque han sido fundadas con el sacrificio de grandes héroes y por eso no podrán ser vulneradas" (16/Sep/08). Suena bien para un discurso emotivo, pero lamentablemente la realidad va por otro lado. Las instituciones, sean fundadas por héroes o villanos, pueden deteriorarse, lastimarse, anquilosarse o desprestigiarse. Y eso está ocurriendo con varias de nuestras instituciones, como claramente sucede con las de corte electoral. Todo indica que los partidos han llegado a la conclusión de que, a mayor autonomía de los árbitros electorales, peor para sus intereses partidistas. Por lo cual, lo más probable es que continúe el camino del descrédito de los institutos y tribunales electorales, y en esa medida, volveremos a los tiempos en que los ciudadanos votarán bajo la sospecha de que su voto podría no contar, o no ser debidamente contado.

La regresión electoral no es de ahora. Probablemente los historiadores del futuro ubicarán su inicio en 2003, cuando los partidos decidieron quitar al IFE el consenso, que había sido elemento clave de su credibilidad. La elección de 2006 profundizó la regresión, pues tanto el IFE como el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) - que había tenido un desempeño esencialmente bueno - decidieron inclinar un poco la balanza a favor de uno de los contendientes, pero lo suficiente para darle el triunfo en condiciones en que jurídicamente no podía conocerse la voluntad mayoritaria del electorado. Y eso no pasó desapercibido al menos para la mitad de la ciudadanía. Con ello, esas instituciones pusieron en entredicho su breve pero genuina trayectoria de imparcialidad. O no se explicaría la caída en el nivel de confianza ciudadana del IFE del 75 al 36 % en dos años. Y es que, aunque los responsables de esas instituciones han sido parcialmente sustituidos, su esencia sigue siendo la misma. Los partidos no quisieron comprender la gravedad de la crisis de credibilidad electoral, y por ello mantienen el obsoleto método del reparto negociado de cuotas.

Esa regresión también se ha dado a nivel estatal, por diferentes razones y en distinto grado. Cabe recordar, por ejemplo, cómo el Tribunal electoral capitalino dio la razón a quienes introdujeron grupos de porros en una asamblea clave del Partido Alternativa Socialdemócrata, responsabilizando a quienes fueron expulsados, por no haber regresado tras la gresca. Y el deterioro de varios institutos estatales también sigue su implacable marcha. En Jalisco se transformó a la autoridad electoral porque había pendientes una serie de multas a los partidos, que éstos decidieron auto-condonarse, aprovechando además la ocasión para incrementar su presupuesto en 500 %.

El Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) ya ha enfrentado más de un escándalo. Desde los sueldos y bonos millonarios de algunos consejeros en 2003, pasando por un grave escándalo de corrupción en pleno proceso para elegir gobernador en 2005 (lo que obligó a sustituir a todos los consejeros involucrados). Y ahora los partidos decidieron nombrar al secretario ejecutivo - quien tiene los hilos administrativos esenciales- desde el Congreso. Por eso José Núñez Castañeda, decidió renunciar al cargo de presidente. Y el Instituto Electoral del Distrito Federal cruza también por una grave crisis, toda vez que el lunes 7 de septiembre cuatro de seis consejeros destituyeron como presidente a Isidro Cisneros, si bien los dos restantes terminaron en los hechos avalando esa decisión. Se ha dicho que ahí también está la mano de los partidos, lo cual no puede desecharse como un elemento de explicación. La cercanía que mostró Cisneros con Marcelo Ebrard al organizar la consulta petrolera en la capital no debe haber gustado a la oposición en el Distrito Federal.

Pero más allá de las banderías que podrían estarse expresando en este conflicto, tiene un origen más lejano. Desde la conformación del nuevo consejo, Cisneros se manejó con despecho del resto de consejeros, de forma personalista y poco incluyente. Al menos de eso se quejan los consejeros y por eso decidieron aplicar el nuevo Estatuto de Gobierno que prevé la rotación del cargo de presidente cada dos años. Desde luego hay de por medio un litigio donde los tribunales decidirán cuál es la interpretación correcta del Estatuto, pues Cisneros sostiene que dicha estipulación no puede ser retroactiva, según lo determinó la Suprema Corte en su momento. Por lo pronto, Cisneros consiguió un amparo provisional que lo sostiene en su cargo. Pero incluso si logra el respaldo de los tribunales, el problema político interno subsistirá. Un ejemplo se dio el miércoles pasado, cuando Cisneros convocó a una sesión de Consejo, misma que fue despreciada por los seis consejeros y la mayoría de los representantes de los partidos. La sesión no pudo llevarse a cabo. También, los consejeros podrían continuar el litigio contra Cisneros a partir de acusaciones de orden administrativo. En otras palabras, además de la credibilidad que el Instituto pierda como resultado de este conflicto, el propio proceso electoral se verá entorpecido por el enfrentamiento del presidente con el resto del Consejo, y su consecuente aislamiento. En suma, el ambiente de la elección del año que viene no es precisamente el más adecuado. Más aún si es correcto lo que Calderón advirtió durante al 69 aniversario de su partido (aunque Juan Camilo Mouriño había negado de manera contundente); la posible penetración de dinero del narco en las campañas electorales.

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