EL MILENIO DA CUENTA DE LA PROVOCACIÒN DE PERBERTO RIVERA EL DOMINGO EN EL ZÒCALO ; TAL COMO LO COMENTAMOS AYER :
Otra vez a las órdenes de su gallo
Un año después, los seguidores de López Obrador volvieron a llenar el Zócalo, con su mundo aparte de pancartas, souvenires y consignas de apoyo al ex candidato presidencial, fieles a su “terca búsqueda”.
Milenio
19-Noviembre-07
El 20 de noviembre de 2006 abarrotaron el Zócalo para festejar a su líder cuando se puso una banda tricolor, luego cuando fue ungido como presidente legítimo, y después cuando se sentó en una clonada silla del águila presidencial.
Hoy, casi un año después, los fieles de Andrés Manuel López Obrador volvieron al mismo lugar para celebrar “el primer informe” de su mandatario. Y, aunque no eran tantos como entonces (la policía informó que se congregaron 50 mil), ya que el Gobierno del Distrito Federal erigió una estructura de metal para instalar un “museo nómada” que ocupaba la mitad de la Plaza de la Constitución, las decenas de miles de incondicionales del legítimo lo reconfortaron con su duro fervor:
“¡AMLO, presidente legítimo, aquí estamos!”, decía el estampado de una camiseta. “Estamos a sus órdenes, señor presidente. Usted ordene”, se apreciaba en una manta. “Presidente AMLO, contigo hasta el final”, se leía en una cartulina casera. “La guerrilla es el último camino de un patriota para defender a su país. Maldito espurio, antes de que me mates de hambre, me voy a la guerrilla”, escribió en pancartas un anciano bigotón adornado con cananas falsas.
—¿Qué, a poco sí se iba pa’l monte? López Obrador dice que esto es pacífico —comenté al sublevado en ciernes. El oriundo de Neza se mostró listo:
—¡Cómo no! ¡Con saliva no les quitamos a estos mierdas ni un centavo!
Pocos minutos antes de la doce, empezaron a sonar todas las campanas de Catedral, actitud extraña de la gente del cardenal Norberto Rivera, ya que cuando hay mítines suelen abstenerse o, en todo caso, dan unos cuantos tañidos para llamar a misa de doce. Sin embargo, en esta ocasión el sonido no sólo fue ensordecedor (opacó las palabras que pronunciaba Rosario Ibarra), sino que se extendió innecesariamente durante largos minutos. Algunos lopezobradoristas se enfurecieron al constatar que no cesaba el ruido, se juntaron afuera de las rejas del atrio de la Catedral, y lanzaron consignas y mentadas de madre. Desde arriba, desde el reloj del templo, varias mujeres y hombres observaban divertidos los efectos de su provocación, tomaban fotografías, y quienes jalaban las cuerdas para hacer tañer las campañas saludaban burlonamente a los inconformes. Cuando el estruendo cesó, los ofendidos se calmaron momentáneamente. Ya regresarían…
A las 12:11 López Obrador tomaba el micrófono. “¡Pre-si-den-te!, ¡Pre-si-den-te!”, coreaban los espiritistas súbditos del gobierno fantasmal.
—¿Sirvió de algo este año de su presidencia legítima? —le pregunté poco después a una de sus viejitas y fervorosas activistas de la revolución blanca, mientras se guarecía del sol bajo una sombrilla.
—Uy, sí, joven, mucho… Ha hecho mucho más que el Calderón ese, el pelele… Nuestro presidente anda de pueblo en pueblo. ¿No oyó lo que acaba de decir en su informe, que ya lleva más de mil municipios? Visita a muchas gentes, da ayudas, como orita en Tabasco. Yo aquí sigo, y aquí le seguiré siempre con él…
Ahí estaba el reducido pero fidelísimo pueblo del legítimo, adquiriendo objetos y más objetos de su devoción: que sus banderitas con las fotos de su líder, que los pósters de su mero-mero, que las t-shirts con variados rostros pejelagartianos, como aquel de la Virgen de Guadalupe con una banda al pecho que decía: “AMLO presidente”; o como aquella otra camiseta para los que quieren y aman la pasión futbolera, con el número 10 y el apellido “López Obrador” en la espalda; y también había pulseritas, relojes, muñecos, divisas del legítimo (pejebilletes)… Y ahí estaban otros gobernados del rebelde sin comprar nada, porque lucían sus valiosas reliquias de mil batallas: las camisetas y banderas contra el desafuero; las del “Voto x voto”; las del “Sonríe, ya ganamos”; las del “No al fraude”; las del “A este gallo no le han quitado ni una pluma”. Incondicionales…
—Cómo no, aquí andaremos de nuevo con nuestro presidente cuando nos convoque. ¡Primero muertas que dejarlo solito!, ¿verdad comadre? —comentaban un par de amigas cuarentonas mientras se dirigían al Metro.
Y es que el legítimo les acababa de decir: “De mis reflexiones íntimas quiero compartir con ustedes mi optimismo: estoy seguro de que, con perseverancia y organización, con terquedad, vamos a poder cambiar este país de manera pacífica. Por eso no debemos rendirnos. Cuando logremos esta hazaña, la de abolir el régimen de corrupción y privilegios, ningún mexicano tendrá que emigrar. Aquí todos podrán progresar, trabajar, ser felices, ascender en la escala social…”
El legítimo y su reducido pueblo fiel, un año después, a la “terca búsqueda” de su hazaña…
Disparos
Acerca del apoyo incondicional
“Aquí andaremos de nuevo con nuestro presidente cuando nos convoque”
Acerca del respaldo a AMLO
“La guerrilla es el último camino de un patriota para defender a su país”
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