30 nov 2006

CAOS Y GABINETE PATITO

Caos y gabinete patitoPor:

Humberto Musacchio

Es probable que Calderón no se haya enterado, pero un gran sector de la sociedad se sabe ultrajado por el manoseo electoral

Felipe de Jesús Calderón Hinojosa asumirá mañana la Presidencia de la República, cuando más de la mitad de los mexicanos, pese a una tenaz, extendida y ostentosa campaña mediática, ha perdido la confianza en los órganos electorales que lo declararon ganador de los comicios del 2 de julio.

Llega Calderón al cargo después de la campaña más sucia que se recuerde, dirigida por un publicista de la ultraderecha española que, con el consentimiento del abanderado panista, descalificó a su principal contrincante al tacharlo de "peligro para México", lo que se hizo extensivo a todos los que apoyaban a aquel candidato.

Por eso mismo y por las irregularidades del proceso electoral, Calderón no contará con la confianza ni el apoyo de los mexicanos a quienes descalificó de tan mala manera. Tampoco tendrá, por lo menos no gratis, el respaldo de los priistas, que ya aprendieron a vender sus mercaderías a un precio muy alto, como ocurre en Oaxaca, donde el gobierno federal panista le hace el trabajo sucio al PRI y carga con la mayor parte de los costos.

De modo que los priistas le venderán caro su amor y cuando así convenga lo "ayudarán" para llevar adelante las privatizaciones, el saqueo del país y la renuncia a la soberanía nacional, materia en la que el PRI es experto. Por eso, resulta cuando menos ridículo que, ante la bronca ocurrida el martes en San Lázaro, Emilio Gamboa y otros priistas aparezcan como hermanas de la caridad, meros espectadores de una disputa ajena, cuando que fueron cómplices del PAN en el largo proceso destinado a impedir que Andrés Manuel López Obrador fuera Presidente. Como parte de esos enjuagues, Calderón ha incluido en su gabinete a funcionarios del viejo régimen, lo que permite augurar cómo irán las cosas.

Otro problema serio para el michoacano está en las filas de su partido, pues a nadie se le oculta la animadversión que existe entre él y el presidente del PAN, Manuel Espino Barrientos, quien declaró que si Calderón "quiere meter un dedo en el proceso interno del partido, el partido no le corta el dedo, le corta el brazo completo" (declaración de Espino a Álvaro Delgado, de la revista Proceso, No. 1569, del 26 de noviembre de 2006). Y mientras Calderón trata de apaciguar a sus adversarios con promesas, el ultraderechista Espino le advierte: "Cuidémonos de caer en la cómoda posición de no aplicar decididamente la ley con el falso argumento de que se exasperen los ánimos de quienes, asumiéndose nuestros enemigos, perjudican la sana convivencia de los ciudadanos". Línea dura, pues.

No se ve cómo podrá gobernar Calderón con un equipo que más que gabinete parece la corte de los milagros, donde el que no cojea tiene las uñas muy largas o resulta ciego ante la ley y la razón. Ahí está, por supuesto, Germán Martínez, que en su brevísima gestión como coordinador de la bancada panista, como compinche de los diputados del PRI, integró el Consejo General del IFE que tan buenos servicios rendiría a su ahora jefe.

Un perfecto ejemplo de oscurantismo lo representa José Ángel Córdova, nombrado secretario de Salud, quien a su paso por la Cámara de Diputados se opuso a la investigación científica con células madre, a la píldora del día siguiente y a la mera realización de foros sobre reproducción asistida.

Varias centrales campesinas ya criticaron la designación de Alberto Cárdenas como secretario de Agricultura, por las tendencias plutocráticas de este funcionario, en tanto que Beatriz Zavala, que será titular de la Sedesol, fue descalificada por el economista Julio Boltvinik, para quien el nombramiento se debe a que la yucateca es "amiga de la esposa de Calderón" lo que, de ser cierto, repetiría la historia del sexenio que termina.

En la creencia de que la fuerza bruta se puede aplicar sin inteligencia política, Calderón designó a Francisco Ramírez Acuña secretario de Gobernación, pese a que durante su estancia en el "gobierno" de Jalisco, la Comisión Estatal de Derechos Humanos recibió 640 denuncias por tortura, sin que el gobernante atendiera una sola. Antes bien, solapó y justificó a los delincuentes a sus órdenes en 2004, con la bárbara represión de los altermundistas o como lo hizo desde sus años de alcalde de Guadalajara, cuando ordenó a la policía reprimir en Tlajomulco una fiesta juvenil en la que detuvieron a 1,500 jóvenes, a los que sometieron a tratos degradantes y otros abusos so pretexto de que en el lugar se vendía droga. En la mísera jerga en que se expresa, el funcionario dijo que no iba a permitir "estas reuniones de francachelas (SIC) y verdaderas orgías". De su eficacia como autoridad habla elocuentemente el hecho de que, en los últimos diez años, durante los cuales Ramírez Acuña fue presidente municipal de Guadalajara y luego gobernador de Jalisco, 530 mujeres fueron víctimas de muerte violenta.

Es probable que Calderón no se haya enterado, pero un gran sector de la sociedad se sabe ultrajado por el manoseo electoral y la actuación de quienes encabezan las instituciones. ¿Podrá gobernar un país dividido con un gabinete patito?