27 jul 2009


México SA

Documentar la memoria

Recorte y confección

A duras penas, 2 por ciento




Carlos Fernández-Vega


En las recetas fondomonetaristas y la práctica de recortar permanentemente el gasto público, los últimos cuatro inquilinos de Los Pinos creyeron encontrar la piedra filosofal para "alcanzar el desarrollo nacional". Y tijera en ristre actuaron en consecuencia: "Recortemos, por el bien de la patria". Casi 30 años después, el resultado ha sido desastroso, y el maltrecho jinete en turno –el obediente hijo desobediente– va por el mismo camino.

Recortar, según el Diccionario de la Lengua Española, significa "cercenar lo que sobra de algo". Lo paradójico del caso que nos ocupa es que siendo el gasto público notoriamente insuficiente para atender las urgencias nacionales, los cinco inquilinos de Los Pinos dicen creer en aquello de la piedra filosofal, a pesar de que en los hechos son los responsables del periodo histórico (1983-2009) con menor crecimiento económico y nulo desarrollo en el México institucionalizado.

"Ahorros" por aquí, "guardaditos" por allá y recortes a diestra y siniestra han sido la constante en las últimas tres décadas, mientras el país cae, cae y cae, y su población junto a él. Eso sí, nunca, por ningún motivo, hablan de recortar, sino de "ajustar" el presupuesto, y entre "ajuste" y "ajuste" han hecho la hombrada de que México "crezca" menos que Haití, que en ese sentido la economía mexicana ocupe la última posición en América latina y que en 2009 se coloque, si bien va, en el escalón número 141 de 152 posibles en el ámbito internacional. Pero no quitan el dedo del renglón, y el doctor Carstens recién anuncia otro "ajuste" presupuestal, que volverá a pasar factura al bienestar de los heroicos sobrevivientes de esta nación.







Dinero

Millares de burócratas serán lanzados a la calle

¿Dónde está el dinero del petróleo?

Prueban la nueva vacuna



Enrique Galván Ochoa

en las próximas semanas, conforme los gobiernos federal, estatales, municipales y las empresas de la esfera pública apliquen el recorte presupuestal decretado por el gobierno el fin de semana, y que afecta, entre otros, al renglón de servicios personales, un número incuantificable de burócratas quedarán sin empleo. Se sumarán a los millones de desocupados del sector privado. En algunas entidades, donde hubo elecciones de gobernador a principios de mes, las cosas se van a poner feas, y no sólo por el recorte presupuestal. En Sonora, por ejemplo, el equipo priísta de Eduardo Bours será sustituido por la gente del panista Guillermo Padrés. Y en Querétaro y San Luis Potosí vuelven los priístas con Fernando Toranzo Fernández y José Calzada Rovirosa, y saldrán sobrando los azules. Cómo se ha visto en otras alternancias, los recién llegados sólo respetan al personal sindicalizado, pero hacen limpia en la nómina del partido que perdió. Inclusive si el nuevo gobernador es del mismo partido, como los priístas Rodrigo Medina, de Nuevo León; Mario Anguiano, de Colima, y Fernando Ortega, de Campeche, habrá despedidos, porque tendrán que cumplir con los compromisos de campaña. Un caso que puede ser dramático es el de los empleados de las delegaciones del Distrito Federal, donde se anticipan millares de ceses por el nuevo reparto del poder entre los partidos y las tribus. Y en la Cámara de Diputados, generosa nómina a la que cada uno de los 500 afortunados tratará de subir a alguien de su equipo, la lucha será encarnizada. La restricción presupuestal hará difícil contratar gente para llenar los huecos de la que se va. Ya lo dijo el Tlacuache Garizurieta: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error. Y en tiempos de recesión, es un horror.


¿Dónde está?


¿Cómo es que una potencia petrolera mundial como México tiene que recortar su presupuesto y despedir a parte de su personal burocrático? ¿Dónde está el dinero del petróleo que entró como río el sexenio pasado y aun este? Nos dijeron que iba a crearse una reserva para cuando llegaran las vacas flacas, es decir, cuando cayera el precio del petróleo de la nube que andaba (150 dólares el barril). En las cuentas que presentó Hacienda sólo aparecen 92 mil millones de pesos, ¿les parece mucho? Recordemos que ingresaron alrededor de 150 mil millones de ¡dólares! el sexenio pasado, y sólo se salvó aquella suma que se antoja patética porque, además, son pesos devaluados. Recientemente los mexicanos presenciamos un espectáculo inverosímil: el ex presidente Fox se opuso violentamente a que fueran revisadas las cuentas de su sexenio, aparecen notorias irregularidades que fueron detectadas por la auditoría. Hubo un penoso intercambio de insultos: los diputados lo llamaron ladrón, le recordaron los escándalos de corrupción del toallagate, la megabiblioteca, la remodelación del rancho Fox y la playa Tamarindillo. Fox los señaló como tontos y mentirosos. Los capos de los grupos parlamentarios optaron por agacharse, difirieron para una fecha futura, imprecisa, el debate. También tienen cola que les pisen. No faltó la nota de humor (autosic) sicótica: “Ahorita les ha dado miedo Fox –dijo el inmensamente próspero ex presidente– porque estoy en la comisión de estrategia del PAN tratando de apoyar a mi partido para salir adelante en esta elección”. ¿Será que su confusión mental le impide entender que una de las calves de la derrota panista se llama Fox? Pero yo sigo preguntando: ¿dónde está el dinero del petróleo?







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