11 feb 2010



México SA

Rotundo fracaso del “presidente del empleo”

Método porfiriano en Cananea

Carlos Fernández-Vega

En Los Pinos se hacen bolas hasta con los números que relativamente pueden presumir. Apenas unos días atrás el inquilino de la residencia oficial celebró, con regocijante discurso cantinflesco, que en enero pasado se crearon 35 mil empleos formales a pesar del ajuste”, y que de junio de 2009 a la fecha (como si el año comenzara ese mes) “se han creado ya 142 mil”. Qué bueno, pero resulta que no, que la cifra no es la correcta y que el susodicho no da una.

Va el rollo calderonista tal cual, pronunciado el lunes pasado: “quiero darles una primicia, amigas y amigos, una noticia, una buena noticia, que como se suele decir: también son noticias. Y es referente al empleo. Una noticia que todavía no se conoce. Seguramente la dará a conocer el Seguro Social. Si tomamos en cuenta, ya sumando los empleos que se hayan perdido en enero, con los empleos nuevos que se generaron en enero; es decir, no hablo de los que calculamos, sino los que ya se pagaron con su cuota obrero-patronal en el Seguro Social en enero, el mes pasado se crearon más de 35 mil nuevos empleos netos, empleos formales, empleos claros, a pesar del ajuste que se tiene año con año a principios de año. Y esto quiere decir, amigos, que desde el mes de junio pasado a la fecha se han creado ya 142 mil nuevos empleos; es decir, estamos recuperando poco a poco el empleo y vamos por más. Son buenas noticias. Sé que están aún por abajo de lo que necesitamos los mexicanos. Pero, por lo mismo, en el caso del gobierno federal y estoy seguro que en el caso del estado de México, vamos a reforzar y vamos a hacer lo que tengamos que hacer para generar más y más empleos para los mexicanos”.

Y, en efecto, el Seguro Social dio cuenta del registro de plazas al cierre de enero pasado: casi 70 mil nuevos empleos registrados en el sector formal de la economía, es decir, más del doble de los divulgados por Calderón, quien se pudo dar el lujo de celebrar esa cantidad, pero alguien le dio mal el dato o él lo leyó equivocadamente, o de plano se lo sacó de la manga en su ansia por presumir aunque sea las migajas a la mitad del desierto. De todas maneras no es novedad: se fue de boca con el asesinato de jóvenes en Ciudad Juárez, e hizo lo mismo con las plazas laborales, entre otras metidas de pata. Lo bueno es que en su ánimo está “recuperar la imagen del gobierno federal”, según pregona, algo por demás imposible.

De cualquier forma, el inquilino de Los Pinos sólo celebró una parte de la buena nueva, porque los 70 mil nuevos empleos registrados en el IMSS durante el primer mes de 2010 corresponden a plazas eventuales, ninguna permanente. De hecho, en ese lapso más de 4 mil 300 de las últimas fueron canceladas, de allí lo relativo de la presunción. ¿Cuánto les durará el gusto a esos 70 mil mexicanos que eventualmente se emplearon, más allá de lo miserable de los salarios? Habrá que ver el registro del Seguro Social correspondiente a febrero.

En cualquiera de los casos, Calderón ni por aproximación puede presumir avances o buenos resultados en materia de empleo. El saldo durante su inquilinaje es verdaderamente espeluznante: con todo y las plazas eventuales de enero, en 38 meses de estancia se crearon casi 95 mil plazas en la economía formal (de las que sólo 39 por ciento fueron permanentes), un promedio de 2 mil 500 plazas mensuales, o lo que es lo mismo, 2.5 por ciento de la demanda real; en ese lapso, de cada mil mexicanos en edad y condición de trabajar que intentaron ubicarse en el mercado laboral, sólo 25 lograron colocarse y en condiciones cada vez más deterioradas.

Rotundo fracaso del “presidente del empleo”, como se autopromovió, que sólo agudiza el delicado problema laboral en el país. En el sexenio de Ernesto Zedillo se generaron un millón 847 mil empleos formales, a razón promedio de casi 308 mil por año (alrededor de 30 por ciento de la demanda real anual); con el de las ideas cortas y la lengua larga, Fox, dicho número se redujo a un millón 200 mil (200 mil por año o 20 por ciento de la demanda), y con Calderón –hasta donde va– no pasa de 95 mil en poco más de tres años, a razón de 31 mil 600 cada 12 meses, o lo que es lo mismo, 3.16 por ciento de la demanda. La cereza es que con Zedillo todos los empleos formales citados fueron permanentes; en el caso de Fox 26 por ciento fueron eventuales; y con Calderón 100 por ciento son eventuales.

Con lo anterior (todas son cifras oficiales), ¿tiene sustento decir, como hace Calderón, que “estamos recuperando poco a poco el empleo y vamos por más”, cuando ni siquiera divulga la cantidad correcta? Tan contento que está con su muy cuestionable forma de “medir” el comportamiento del empleo formal (de junio a enero, cuando lo normal es comparar periodos iguales), y nadie le dijo que de enero de 2009 a igual mes de 2010 el saldo es de apenas 3 mil plazas formales, saldo resultante de la cancelación de 116 mil empleos permanentes y la generación de 119 mil eventuales.

En la última década, es decir la de los dos gobiernos panistas (que en realidad de ellos no se hace uno) entre 10 y 12 millones de mexicanos en edad y condición de trabajar intentaron “colarse” al mercado laboral en el sector formal de la economía; en igual lapso sólo se generaron un millón 298 mil empleos en tal sector (eventuales 35 por ciento de ellos), lo que quiere decir que entre 87 y 90 por ciento de los mexicanos que lo intentaron quedaron totalmente fuera de la jugada, con la informalidad, el desempleo o la emigración como únicas “alternativas” de sobrevivencia.

Para redondear la alegría calderonista, la Organización Internacional del Trabajo reporta que México destaca en la comunidad internacional como uno de los países con mayor pérdida en el poder adquisitivo del salario, lo que le da otro galardón al país.

Entonces, ¿que “ya salimos de la crisis”, que “ya pasó lo peor” y que “estamos recuperando poco a poco el empleo”? Así es: un simple “catarrito” por donde quiere verse.

Las rebanadas del pastel

Para demostrar que va en serio su “convocatoria a la unidad nacional” con motivo del bicentenario, al inquilino de Los Pinos no se le ocurrió mejor idea que enviar a la Policía Federal a la mina de Cananea, en Sonora, para “resolver” el conflicto laboral en ella existente, a favor, desde luego, del carismático Germán Larrea y su Grupo México, tal cual lo hizo Porfirio Díaz en 1906.

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