8 mar 2012


Ante la opción de muerte y miedo


Octavio Rodríguez Araujo


El PRI se voló la barda con las declaraciones de Pedro Joaquín. No queremos otro sexenio de muerte y miedo”, dijo, sin reconocer que, guardando las debidas proporciones, es lo que hizo su partido en 1994 para que ganara su impopular candidato: Ernesto Zedillo.

En aquel entonces su propaganda fue infundir miedo en la población presentándose como el partido de la estabilidad y la paz. Acababa de estallar el movimiento zapatista en Chiapas y habían asesinado a Luis Donaldo Colosio. Sus espots se referían a otros países donde había golpes de Estado y dictaduras, guerras y matanzas. En México, se sugería, había paz y estabilidad… “gracias al PRI”.

Al margen de la ingeniería electoral que se llevó a cabo en 1994, a tal grado que se registró la improbable abstención más baja de los anteriores 30 años (24.2 por ciento), la estrategia del tricolor fue para evitar que las izquierdas que habían ganado en 1988 (aunque no se les reconociera el triunfo) pudieran volver a hacerlo. Les dio resultado la política del miedo, y ahora pretenden usar la política del antimiedo: con nosotros, parecen decir, no habrá violencia ni dolor ni corrupción ni pobreza, que es lo que nos han dado los gobiernos panistas. Pero en ese momento el presidente del PRI no había escuchado a Enrique Peña Nieto en su conversación con Joe Biden.

Pedro Joaquín Coldwell tiene razón, en parte. Sí es cierto que los panistas no han sabido gobernar, que han aumentado la pobreza y la desigualdad social, que han sembrado el país de muertos y de inseguridad, que son corruptos y más. Pero que sea cierto no quiere decir que los priístas no hayan producido pobres y desigualdades, ni muertes injustificadas y no accidentales. Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo fueron los campeones de la producción de pobreza y desigualdades, además de las privatizaciones de empresas públicas, algunas estratégicas. Miguel de la Madrid no supo controlar la economía, ni siquiera la inflación. José López Portillo fue el creador de la Brigada Blanca, que persiguió sin cuartel a los disidentes políticos de México. Luis Echeverría Álvarez ejerció la represión dizque selectiva y bajo su gobierno nadie estaba seguro si pensaba distinto a él (fue el campeón de los desaparecidos por razones políticas). Ni qué decir de Gustavo Díaz Ordaz. ¿Para qué seguirle? Así es el PRI, y por más que ahora se quiera presentar como el salvador de la patria, no convence a los que sí recordamos la historia de México.

La versión de los encuentros del vicepresidente de Estados Unidos con los precandidatos presidenciales propiamente dichos es interesante en un punto. Tanto Enrique Peña Nieto como Josefina Vázquez Mota se comprometieron con Biden a continuar y mantener la lucha contra el crimen organizado (las cursivas son mías). Para ellos es un problema de mayor eficacia, pero no sabemos en qué consiste ésta. Si van a continuar lo que ha hecho Felipe Calderón, y si cualquiera de los dos triunfa este año (toco madera), tendremos, contra la opinión de Pedro Joaquín, otro sexenio de muerte y miedo, igual con su abanderado que con la panista (la diferencia entre ambos es sólo de sexo).

De esas entrevistas me queda claro, como seguramente a Biden también, que tanto el priísta como la panista continuarán, de triunfar, con la política de muerte y miedo, pero más eficaz, cualquier cosa que esto signifique en términos prácticos. Andrés Manuel López Obrador, en cambio, señaló en su carta entregada al estadunidense (publicada en La Jornada el 6/3/12), que enfrentará “el flagelo de la violencia con una estrategia y un enfoque distintos al actual, creando fuentes de trabajo, combatiendo la pobreza, la desintegración familiar, la pérdida de valores y atendiendo a los jóvenes que demandan empleo y estudio” (las cursivas son mías).

La vocación de gobierno que el priísta y la panista han demostrado es pragmática y poco imaginativa, razón por la cual se han comprometido con Washington a seguir la misma política del gobierno actual contra el crimen organizado, pero más eficaz. Eficaz tiene varios sinónimos, destaco algunos: enérgico, fuerte, vigoroso, firme, los cuales dan miedo y pronostican más muertes. Como Pedro Joaquín estuvo también en la reunión con Biden, quizá deberá rectificar y asumir que de ganar su candidato habrá más de lo mismo, “otro sexenio de muerte y miedo”.

La señora Vázquez Mota, por cierto, dice que le dijo a Biden que si ganaba las elecciones construiría en México el primer gobierno de coalición ciudadana. ¿Para qué se lo dijo? ¿Le interesará a Washington cómo y con quiénes forme alguien su gobierno? ¿No es en realidad un asunto interno, mexicano y de interés para los mexicanos? Ya había dicho en días pasados que su gobierno será incluyente. Pero debe ser de corta memoria, pues lo mismo dijo Felipe Calderón el primero de diciembre de 2006 en una comida con “empresarios, representantes de diversas iglesias, deportistas, intelectuales, familiares y amigos en el Museo de Antropología e Historia” (La Jornada, 2/12/06). Decir es una cosa y hacer es otra. Calderón no lo hizo, ¿por qué le creeríamos a la candidata de su partido? Pero esto es otro tema.

http://rodriguezaraujo.unam.mx





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