11 feb 2007

CALDEROLANDIA

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Calderolandia
josé gil olmos

México, D.F., 31 de enero (apro).- En el mundo de Felipe Calderón, México es el paraíso de las inversiones, el país de la seguridad, el lugar donde se respira la libertad y la democracia, en fin, el espacio ideal para hacerse rico. A eso fue a Davos, España e Inglaterra, a cumplir el mismo rito de los últimos tres presidentes, a vender la imagen de un país que está muy lejos de su imaginario.

Cuando vemos cómo los últimos cuatro presidentes, incluyendo a Calderón, van a Europa a tratar de vender la imagen de un país que no corresponde a la realidad, lo que nos queda es un mal sabor de boca. Son como aquellos vendedores de Tepito, los merolicos, que intentan vender un producto irreal para un comprador avezado que sabe de antemano que todo eso que le ofrecen son simplemente falacias.

Calderón fue a ofrecer la imagen de un país en paz y tranquilidad, y fue por eso entonces que se realizaron los operativos en contra del narcotráfico. Es decir, no fueron para detener esta delincuencia que en el sexenio de Vicente Fox cobró la vida de 9 mil personas, sino para aparentar, para disfrazar la realidad. Lo mismo ocurrió con los operativos policiaco-militares en Oaxaca que no fueron para resolver un problema que tiene como origen la pobreza y la marginación, sino sofocar un movimiento popular y atraer al turismo que se fue por miedo.

Desde Carlos Salinas hasta Calderón no ha cambiado nada la receta que han seguido los presidentes mexicanos. Una vez que se ungen realizan una gira de promoción comercial en el extranjero ofreciendo todo a cambio de nada.

Habría que preguntar a Calderón y su equipo qué fue lo que consiguieron en su viaje a Europa la última semana, porque hasta donde es posible ver, las principales noticias refieren que lo más importante o lo que llamo más la atención fueron las declaraciones que el presidente mexicano hizo en contra de sus homólogos de Venezuela y Bolivia por las nacionalizaciones que han hecho últimamente.

¿Qué caso tenía entrar a una guerra de declaraciones al estilo de Fox, cuando la verdad es que simplemente se trataba de ofrecer un país como una mercancía más barata y segura? ¿Acaso Calderón peca de inocente e ignora que si una cosa saben en los gobiernos de los países es que México vive desde hace 25 años las consecuencias de la apertura indiscriminada de sus fronteras al mercado mundial?

De acuerdo a datos oficiales desde 1980 México presenta graves rezagos sociales no obstante que el cambió de modelo económico de sustitución de importaciones por la apertura de las fronteras al comercio mundial: sólo 35 por ciento de la población tenía entonces niveles de nutrición aceptables y 19 por ciento presentaba cuadros crónicos de desnutrición; 23 millones de mexicanos mayores de 15 años (58 por ciento) no habían concluido la escuela primaria y 6 millones carecían en general de instrucción; 45 por ciento de la población total (30 millones de mexicanos) no tenían cobertura médica o asistencial de ningún tipo, y sólo 38 de cada cien viviendas contaba con agua entubada, drenaje y electricidad. Además, 35 por ciento de los hogares tenía ingresos menores al salario mínimo.

México históricamente ha sido un país donde la condición de desigualdad ha sido aguda: en 1950 el 10 por ciento de mayores ingresos era 18 veces más rico que el 10 por ciento más pobre; para 1970 esta relación había llegado a 27 veces, y en 1986 a 36 veces. Hoy sólo 300 familias concentran la mayoría de la riqueza nacional y de estos unos cuantos están en las listas de los hombres más ricos del mundo, entre ellos Carlos Slim en tercer lugar.

No se puede negar que en las últimas décadas los gobiernos han aumentado los paliativos en contra de la pobreza. Por ejemplo, el presupuesto destinado a los programas de superación de la pobreza para 2006, tuvo un crecimiento, en términos reales, de 70.5% respecto al año 2000, mientras que el gasto público en desarrollo social pasó de 8.9% del PIB en promedio durante 1996-2000, a 10.1% del PIB durante 2001-2005.

Asimismo, de cada 10 pesos del presupuesto de gasto programable, 6.3 se destinaron a impulsar a los sectores menos favorecidos. Según los datos oficiales, 5.6 millones de mexicanos superaron la pobreza alimentaria extrema, entre el 2000 y 2004 y 25 millones de mexicanos, de los más pobres, reciben apoyos en educación, alimentación y salud.

A pesar de ello, tampoco nadie puede negar que producto de los modelos económicos que se han impuesto a México desde hace medio siglo, la pobreza no ha disminuido sino que ha aumentado.

Más allá de las cifras maquilladas el 70 por ciento la población mexicana sufre la pobreza y eso es lo que Calderón, trató de ocultar ante los ojos curtidos de los países más ricos del mundo quienes tienen nuevos intereses: las riquezas naturales (energética principalmente), mano de obra calificada y barata, paraísos fiscales y control social.

¿Acaso no fue esto lo que ofreció Calderón en las reuniones privadas en Davos? La privatización energética, una reforma fiscal acorde a los intereses de las trasnacionales, mano dura a través del Ejército y una población joven desempleada, son las mejores ofertas que seguramente hizo Calderón al mejor postor.

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