11 nov 2010




Mexicana: vuelo demorado






La de Mexicana es una sucia cadena de maniobras chicaneras para beneficiar a los capitalistas y robar a los trabajadores con la complicidad del gobierno federal.

Los tres grupos financieros que han hecho propuestas para su rescate son producto del caos. En realidad todos están cortados con las mismas tijeras aunque con diferencias aparentes en sus propuestas de recortes a la planta productiva y las naturales apetencias de los señores del dinero.

Las ofertas de PC Capital, TG Group y BMC son prácticamente idénticas al proponer inversiones de 150 millones de dólares ó 1,500 millones de pesos que para el caso es lo mismo. Pero que conste que no se trata de una compra de acciones, sino sólo una inyección de capital. Aunque habría que irse para atrás y recordar que la misteriosa Tenedora K, cuyos dueños están más embozados que La Parka y Tinieblas, son poseedores de más del 90% de acciones que compraron en cacahuates —alguien dice que en 100 mil pesos— a los anteriores y efímeros propietarios de Mexicana, el grupo Posadas de México. Y todavía más atrás para recordar la compra de Mexicana por Posadas a precio de ganga y luego el crédito preferencial de Bancomext hace apenas un año por 991 millones de pesos, de los cuales se pagaron sólo 110 millones, quedando por cubrir 881 millones de dinero público, es decir, de todos nosotros los mexicanos. Y todo ello en pago de favores por gigantescas y generosas aportaciones en efectivo para las campañas electorales de los dos recientes gobiernos panistas.

Yo sigo sosteniendo que únicamente ese adeudo sería razón suficiente para que el gobierno hubiera tomado el toro por los cuernos; además, por supuesto, de tratarse de 8 mil mexicanos en riesgo de perder su empleo y de la pérdida de un ícono del transporte en los mercados nacional e internacional. Pero no ha sido así. Y lo más grave es la simulación, porque en apariencia los secretaritos ocupados del asunto fungen como intermediarios aunque en la realidad funcionan como gestores de todos los empresarios y agentes financieros metidos en este ajo. A la vez que son enemigos no declarados, pero sí muy explícitos, de los sindicatos de trabajadores, pilotos y sobrecargos implicados en este oscuro capítulo, no sólo como empleados, sino como acreedores de Mexicana por concepto de salarios, prestaciones y pensiones.

Con esa misma complicidad gobierno-capital, ahora han preparado una trampa: el Sr. Molinar se ha ido de la lengua una vez más para adelantar —a través de Twitter— que prefiere a PC Capital a pesar de que ello implica reducir la flota a menos de la tercera parte —30 aviones— y el despido del 80% de los trabajadores; hecha a un lado quedaría TG Group, que se compromete a una flota de 60 aviones y a conservar al 85 % de los trabajadores, pero con el truco de la rotación, un mes de trabajo por tres de descanso. Para el caso es lo mismo, los riesgos son siempre para los trabajadores. De cualquier modo, la decisión huele a dados cargados.

Pero todavía más: el propósito del poder es que se reduzca artificialmente el contrato colectivo, lo que significaría un fraude contra los trabajadores; la estrategia es que Mexicana se levante temporalmente, pero sólo por tres meses, ya que el capital inyectado no da para más; y como el concurso mercantil sigue adelante, se declararía la quiebra y se estima que la deuda con los trabajadores se reduciría a un 30 %; pero, eso sí, como se trata de una inyección de capital, los nuevos inversionistas se colocarían como acreedores preferentes; según calculan los cuervos, todavía los fierros y despojos les darían para un buen negocio. La otra opción es poner de rodillas a los trabajadores obligándolos a renunciar a todo. Así, estos inversionistas de saliva, se quedarían como propietarios de una aerolínea chiquita, de bajo costo y rentable. En pocas palabras, comprar un buen pleito, ganable de todas todas.

El gobierno, por su parte, salvaría la cara al decir que hizo todo lo posible al actuar como intermediario. Pero que no pudo. Como no ha podido en prácticamente nada.








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