8 nov 2010




La apuesta del PRI








Jesús Cantú


MÉXICO, D.F., 8 de noviembre (Proceso).- Tal como lo ha hecho desde octubre de 2003, el PRI apuesta a que el grupo parlamentario del PAN ceda ante sus presiones y le permita conformar de nueva cuenta un Consejo General del Instituto Federal Electoral a modo.

Los priistas saben que les bastan los votos de los diputados blanquiazules para alcanzar la mayoría calificada de dos terceras partes para designar a los tres consejeros electorales, y por ello apuntan sus baterías hacia ese grupo legislativo.

Esa vía les rindió buenos resultados incluso en la pasada legislatura, cuando requerían el apoyo de todos los legisladores ajenos al PAN y al PRD. Parecía una tarea imposible porque entre éstos había 30 legisladores pertenecientes a los grupos parlamentarios de Convergencia y el PT, que integraban un frente con los perredistas; sin embargo, obtuvieron los 134 votos necesarios para frenar la designación de los consejeros electorales.

En octubre de 2003, los tricolores contaban con 201 diputados, 36 menos que ahora, pero junto con los blanquiazules sumaban 349 votos, que superaban los 334 requeridos para integrar las dos terceras partes. Por ello se aliaron con el PAN a fin de repartirse las nueve posiciones que se renovaban en ese momento. La negociación incluyó una promesa, finalmente incumplida, de sacar adelante en el paquete fiscal de ese año la propuesta del gobierno foxista para generalizar la aplicación del IVA.

El resultado de esa negociación fue que el Consejo General finalmente fue integrado con el voto aprobatorio de los diputados del PRI, PAN y PVEM y el rechazo del resto de los legisladores. El nuevo Consejo nunca pudo superar la desconfianza e inconformidad que se produjo desde ese momento, lo cual propició los conflictos poselectorales en las elecciones presidenciales de 2006 y la renovación anticipada de ese Consejo en febrero y agosto de 2008.

En febrero de 2008 el PRI sólo tenía 106 diputados y PAN y PRD reunían 333, por lo que únicamente necesitaban un voto adicional para reunir las dos terceras partes. Aunque el PRI estaba en una posición de extrema debilidad, logró un reparto igualitario de los tres consejeros en cuanto a origen de la propuesta. Asimismo, pudo imponer al consejero con mayor identificación partidista de los tres que se designaron en ese momento, y hacer que el PRD reconociera como propia una propuesta (la de Leonardo Valdés) que no estaba incluida en sus listas.

En junio de 2008, cuando designaron a los consejeros que entrarían en funciones en agosto, el Revolucionario Institucional repitió la dosis, aunque en esa ocasión la propuesta de los perredistas (Alfredo Figueroa) y la de los panistas (Macarita Elizondo) sí eran propias.

El PRI sabe que ahora tiene el control absoluto del proceso, pues junto con la fracción parlamentaria del PVEM cuenta con la mayoría de los votos, lo cual lo coloca incluso en una mejor posición que hace siete años para plantearle nuevamente un quid pro quo a los blanquiazules. Este intercambio puede incluir la negociación del presupuesto del próximo año o alguna otra de las iniciativas que el presidente Calderón considera prioritarias.

Ahora entre los diputados priistas y panistas suman 379 votos más que suficientes para integrar la mayoría requerida para la designación de los consejeros y, a diferencia de lo que sucedió en 2008, nada puede hacerse sin la participación del PRI.

En 2003, los priistas pensaban que al proponer a cinco de los nueve integrantes del Consejo General con derecho a voto aseguraban el control del mismo y así podían tener un órgano a modo para recuperar la Presidencia en 2006. Sin embargo, los conflictos internos y la debacle en las preferencias electorales de su candidato Roberto Madrazo modificaron todo el panorama y la conformación del Consejo favoreció finalmente al PAN, que había propuesto a los otros cuatro consejeros.

En el proceso actual, cada una de las tres principales fuerzas electorales (PRI, PAN y PRD) ha propuesto a dos de los seis integrantes del Consejo ya en funciones que dirigirán al órgano durante el proceso electoral de 2012. Las dos propuestas del PRI fueron las de mayor identificación partidista: Marco Antonio Baños, de todas las confianzas de Felipe Solís y fiel escudero de Manlio Fabio Beltrones, y Francisco Guerrero, quien dejó de asesorar a Emilio Gamboa para ocupar su puesto en el Consejo.

Además, el PRI logró que el PRD reconociera como propuesta propia al actual consejero presidente, aunque el grupo parlamentario hubiera votado unos días antes de dicha designación –el 30 de enero– una lista de ocho propuestas; Valdés no se encontraba entre éstas.

Así describió John M. Ackerman esta maniobra en un artículo publicado en el periódico La Jornada el 11 de febrero último: “En lugar de defender a los candidatos que dieran confianza y certidumbre a su partido y a la ciudadanía, Javier González Garza cedió a las presiones. Prefirió asumir la candidatura de Valdés como si ésta fuera una propuesta del PRD antes que quedar totalmente fuera de la negociación”.

Hoy el PRI pretende colocar a otros dos consejeros y presiona al PAN para lograrlo. Hasta ahora Josefina Vázquez Mota, coordinadora parlamentaria de esta fuerza política y presidenta de la Junta de Coordinación Política, insiste en que se incluya a las tres fuerzas políticas en el proceso de negociación, pero los priistas apuestan a que los panistas finalmente cedan, como lo han hecho siempre, al menos en materia electoral. Si el PRI lo consigue, este sería el último clavo en el ataúd del IFE. l








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