18 sep 2009


México SA


5 billones de pesos, regalo de Fox-Calderón al gran capital

Exprimir a los de siempre, idea del régimen



Carlos Fernández-Vega

En el peloteo de las decisiones y las responsabilidades –uno de los juegos más practicados en la clase política nacional–, Agustín Carstens asegura no tener ningún problema” en eso de revisar los regímenes tributarios especiales (que a la nación cuestan medio billón de pesos anuales, en promedio), pero que al Legislativo corresponde resolver si los mantiene o cancela y, con el retrato de Fox en la mano, dijo que el gobierno propone y los legisladores disponen, y éstos, cuando menos desde 2002, han dispuesto –a propuesta del gobierno en turno– que el erario deje de captar multimillonarias cantidades en beneficio, en su mayor rebanada, del gran capital.

Qué bueno que al doctor “catarrito” no se le atragante el tema de los regímenes tributarios especiales, por mucho que en 2009, por tal concepto, alrededor de 465 mil millones de pesos no ingresarán a las arcas federales, y en 2010 –en pleno shock de las finanzas públicas– ese monto se incrementará a cuando menos 502 mil millones de pesos, o lo que es lo mismo, cerca de un billón de pesos, sólo en un bienio, es decir, la suma de los famosos “hoyos” financieros que tanto angustian al propio Carstens, más un generoso pilón.

El citado monto resulta escalofriante, pero cuando se conoce que en las dos administraciones panistas (Fox y Calderón) no ingresaron al erario, por el concepto referido, alrededor de 5 billones de pesos (el equivalente a casi 50 por ciento del producto interno bruto a precios actuales), entonces la película de inmediato se incorpora al género del terror. Se entiende, pues, que el secretario de Hacienda no tenga “ningún problema”, porque sería agotador meter en cintura al gran capital y cobrarle lo que le debe a la nación. Para eso están los contribuyentes cautivos, los consumidores y los pobres: para pagar más impuestos y justificar nuevos impuestos para “combatir” la pobreza.

En promedio, anualmente (desde 2002) 500 mil millones de pesos ni de lejos pasan por el erario. El inquilino en turno de Los Pinos se limita a presentar al Legislativo un presupuesto de gastos fiscales (que consideran todo tipo de “tasas diferenciadas, exenciones, subsidios, créditos fiscales, condonaciones, facilidades, estímulos, deducciones autorizadas, tratamientos y regímenes especiales establecidos en las distintas leyes que en materia tributaria aplican a nivel federal”, según descripción de la propia Secretaría de Hacienda, o lo que es lo mismo, el detalle de la evasión fiscal “legalizada”), y los diputados los aprueban, en el entendido que muchos de ellos son representantes de los sectores beneficiados por esa evasión “legalizada”.

Cinco billones de pesos en nueve años es el regalo de la dupla Fox-Calderón. De ese tamaño es el boquete que los gobiernos panistas, con la generosa participación del Legislativo, han abierto al erario, sin considerar el despilfarro de otros recursos públicos, como el petrolero. Lo mejor del caso es que el doctor Carstens se aventó la siguiente puntada durante su estancia en San Lázaro el pasado martes: “definitivamente no estamos protegiendo intereses ni otorgando privilegios fiscales, así que es un tema que valdría mucho la pena analizar y dilucidar”.

Al gobierno calderonista le urge dinero, pero su creatividad (y los intereses que protege) no va más allá de exprimir a los de siempre, de cargarle la mano a los de siempre y pasar la factura a los de siempre. Pero dinero no mata incapacidad, ineficiencia, inconsistencia. En el hipotético caso de que logre extraer dinero a los pobres para “combatir” la pobreza sólo hará más profundo el boquete, pues no piensa modificar el modelito económico, ni mucho menos dejar de proteger los intereses de los grupos que hicieron posible lo imposible: sentarlo en Los Pinos, “haiga sido como haiga sido”.

En el transcurso del calderonato, el erario ha dejado de percibir, por los conceptos referidos (2010 incluido), la friolera de 2 billones 250 mil millones de pesos, monto más de 10 veces superior a los 218 mil millones supuestamente recortados por el doctor “catarrito” al presupuesto federal del año próximo. En lugar de atacar por este flanco, la “estrategia” es exprimir a los de siempre. Otros 2.75 billones dejaron de visitar las arcas nacionales por cortesía del accidente histórico llamado Vicente Fox (sin considerar la dilapidación de los recursos petroleros ni los excesos en gasto corriente, ni tantas y tantas cosas).

El que no tiene “ningún problema” con los regímenes tributarios especiales dijo a diputados que en 2009 éstos tendrán un costo de 465 mil millones de pesos, en números cerrados, de los que cerca de 70 por ciento corresponden a impuestos sobre la renta (ISR), empresarial a tasa única (IETU) y especiales. Pues bien, para 2010 ese monto crecería alrededor de 8 por ciento, o si se prefiere 37 mil millones de pesos, monto representativo de 52 por ciento de lo que esperan captar por el pretendido impuesto de 2 por ciento “para el combate de la pobreza”.

Lo mejor del caso es que desde el micrófono oficial se habla de “cambio”, de la urgencia de mostrar “patriotismo” para enfrentar la brutal crisis nunca reconocida (“es externa”, maestro; aquí, puro “navío de gran calado” y “finanzas públicas sólidas”) por los mismos del “tesoro enterrado” y demás cuentos de la lechera, de que “no es momento para las indecisiones”, etcétera, etcétera. Pero a la hora de acoplar el discurso con los hechos, de plano uno no cuadra con el otro. Entonces, ¿necesitan dinero? Cóbrenlo a quien deben cobrarlo y gástenlo en lo que beneficie a la nación (por ejemplo, dejar de gastar en propaganda barata –por el contenido, no por el dinero público que le meten–, es decir, los 9 mil millones de pesos erogados en lo que va del calderonato, y destinarlo a algo productivo).

Las rebanadas del pastel

De la lectoría, antes del impuesto de 4 por ciento a las telecomunicaciones: “Qué hacer cuando la empresa Nextel, antes de la fecha de pago, llama tres o cuatro veces al día para recordarte que está por vencerse la factura, y además envía cuatro o cinco mensajes escritos, y luego, ya vencido el pago, duplica las llamadas y mensajes, para luego, ya pagado, seguir con la misma técnica, ignorando o desconociendo que ya se pagó… Hijos de #+*-=?¿$%”&%+-*” (N. de la R.: se respeta la muy educada forma del quejoso para expresar su sentir, la cual, a todas luces, se traduce en una sonora mentada de madre para el citado corporativo y sus primitivas prácticas) (Juan Carlos Navarro, Querétaro, soportetecnico@tecnomedia.info).





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