8 abr 2010


La muerte accidental de una niñita




Federico Arreola

Esta historia nada tiene que ver con “La muerte accidental de un anarquista” de Darío Fo. Eso que quede claro. Se trata, más bien, de un día típico de noticias en Televisa:


Leo Zuckermann, en Foro TV, explicará si no es que ha explicado ya el accidente de Paulette con un ejemplo tomado de una antología de la ciencia política: “Los accidentes extraños no son nuevos en la historia. Recordemos la crónica de aquel hombre en el famoso accidente de tránsito ocurrido en 1946 en las heladas calles de Boston: ‘El poste de teléfonos se estaba acercando y, cuando maniobraba para salirme de su camino, choqué de frente’. Algo así le pasó a la niña. Pensó en suicidarse, pero como dios no perdona a los suicidas, mejor se accidentó. Mi fuente es confiable: el mismísimo Enrique Peña Nieto”.


Joaquín López-Dóriga dirá, si no es que ha dicho ya: “La pequeña Paulette murió, sucumbió, palmó, reventó, feneció, estiró la pata por voluntad propia, esto es, es decir, o sea que dejó un recado arriba de la cama que dice, a la letra, literalmente y con impecable caligrafía: No se culpe a Peña Nieto de mi accidente, esto tal como lo revelaron hoy a Televisa fuentes oficiales de las oficinas del gobernador del Estado de México”.


Carlos Marín presumirá si no es que ha presumido ya: “Soy muy pendejo, pero el accidente de Paulette lo vi yo primero cuando me llamó Peña Nieto para contarme lo que le pasó a la niña”.


Brozo gritará si no es que ha gritado ya: “Cuentos primero, ficciones después, luego noticias que son puros cuentos al fin, y se la come el que no se trague la fábula del accidente de Paulette que Peña Nieto pagó como infomercial en este canal”.


Carlos Loret de Mola narrará si no es que ha narrado ya: “Accidente, sí; para nuestra mayor sorpresa. La niña Paulette no murió asesinada, a pesar de que su cuerpo fue sembrado en su recámara. Las pruebas periciales y la ciencia criminalística han confirmado lo que Peña Nieto dijo en privado primero y antes que a nadie a Emilio Azcárraga Jean y a Bernardo Gómez Martínez, directivos principales de Televisa: la chiquita, como se supo en su momento, por accidente salió de su casa, por accidente estuvo fuera de su domicilio varios días, por accidente fue asfixiada, por accidente sus captores regresaron el cuerpo sin vida a su domicilio. Sí, ha sido un brutal accidente que ha enlutado a una familia esforzada de la clase alta mexicana”.


Adela Micha preguntará si no es que ha preguntado ya: “¿Y cómo no iba Paulette a accidentarse al enterarse, como ha informado Peña Nieto, que sus padres —los de Paulette, no los de Peña Nieto— ya no se acostaban, aunque siguieran dándose de vez en cuando algunos besitos?”.


Denise Maerker confirmará si no es que ha confirmado ya: “Tierna Paulette. Su accidente pasará a la historia por sus peculiaridades. Se parece al de aquel automovilista que chocó contra un camión estacionado que venía a toda velocidad en dirección contraria. Durante días, semanas, meses y años las autoridades de tránsito especularon cómo pudo ocurrir tal cosa, y al fin, con la ayuda de la ciencia, concluyeron que, a veces, los camiones estacionados, sobre todo si tienen puesto el freno de mano, avanzan en sentido contrario a 160 kilómetros por hora. Fue el destino de Paulette, tal como explicó a Noticieros Televisa el gobernador Enrique Peña Nieto”.


Roy Campos pronosticará si no es que ha pronosticado ya: “Con un margen de error cercano a la certeza absoluta y después de haber realizado todas las pruebas estadísticas pertinentes, las encuestas financiadas por Enrique Peña Nieto dijeron que solo había una manera de salir del pinche embrollo creado por el asesinato de la niña Paulette: Decir en Televisa y en otros medios paleros, como Milenio, que se trató de un accidente 98 por ciento accidental”.


Héctor Aguilar Camín pontificará si no es que ha pontificado ya: “Y si el viejo mamón de Julio Scherer, que todavía se siente santón del periodismo, sale el próximo domingo en Proceso con la teoría del asesinato, que vaya a la chingada porque a mí Peña Nieto en persona me dijo que fue un accidente. Y como Peña Nieto paga los cortes comerciales y los desplegados, pues Peña Nieto manda, y se acabó. Y Paulette se chinga y se chingó”.

La verdad de las cosas es que, en estos tiempos en este México, todo cabe abajo del colchón sabiéndolo acomodar con perversidad.





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