14 abr 2010


Tampico, Tamaulipas.A quién corresponda,






Me parece una total y terrible vergüenza todo lo que está sucediendo con mi ciudad, mi estado, mi país y mi mundo. Inundada de un profundo dolor de tanta incongruencia, violencia, desastre, miseria, irresponsabilidad. Mientras todos nos preocupamos de quién mató a la niña Paulette se escuchan granadas y ráfagas de balas. ¿Qué es esto? Es una guerrilla. Nos hemos convertido en Colombia, o lo que era hace unos años. Vivimos una película de acción en las calles día con día. Me encoleriza que todavía el mexicano se dé el tiempo de hacer absurdas bromas acerca de la trágica realidad que estamos viviendo en correos de internet y en chistes tan faltos de tacto y sensibilidad.


Vía Twitter y Facebook se leen comentarios de personas pecho tierra en sus casas por culpa de la inseguridad y la falta de control que tiene el gobierno sobre lo que sucede en nuestro país. Es intolerable que se ponga mas atención a si registramos nuestro celular o no, o si fue buena idea hacer eso o no. Que mas da poner nuestro granito de arena sirva o no. Tenemos que hacer algo y no rendirnos antes de intentarlo. Tenemos que gritarle en la cara a nuestro gobierno que nos escuche, que ellos también tienen familias y que no se sentirían seguros si se desatan balaceras en la esquina de su casa. El pasado martes 6 de abril había 9 personas dentro de una sala de cine. Se cerró la circulación del centro de la ciudad. Se cerraron establecimientos comerciales a las seis de la tarde. Tampico era desértico totalmente. Esto no es vida. No es normal. Y no hay manera que tengamos que acostumbrarnos a esta situación. ¿Ya cuántos inocentes van que pierden la vida por estos ajustes de cuentas y persecuciones? Por lo menos hoy una señora mas.


No obstante toda esta guerra, en las noticias como no pueden hablar de balaceras, es un terremoto tras otro, un pederasta tras otro. Me provoca gritar, echar un balde de agua fría sobre las cabezas ensimismadas e incrédulas. Nos estamos acabando el mundo, se nos está yendo la vida y como buen mexicanote dejando todo para después. Creyendo que para que haya cambio tiene que venir Estados Unidos con sus tropas a enseñarnos cómo ser un país pacifista y cómo cuidar nuestro medio ambiente. No se qué nos pasa, no se qué nos adormece las neuronas y nos impide pensar con claridad. Parte del cambio está en nuestras manos. Nosotros votamos, nosotros generamos desperdicios, nosotros debemos alzar la voz para ser escuchados. Dejemos de salir del trabajo para rascarnos la panza y botarnos a ver la televisión. Hagamos cambios en nuestra vida diaria, en nuestra comunidad, tenemos que regenerar la confianza y la hermandad entre ciudadanos porque si no, nos vamos a quedar solos y temerosos como ratas escondidas. Cualquier actitud por mínima que sea que cambiemos para bien o para mejorar es válida. Yo sé que no tengo las respuestas ni las soluciones pero sinceramente me invade de impotencia el ver cómo nos vamos destruyendo por avaricias y por qué somos unos viles títeres del gobierno y de los grupos armados.

Pido paz en mi ciudad y en mi país. Quiero poder vivir un futuro sin tener que usar máscaras de gas. Suena exagerado pero igual sonaba exagerado creer que algún día nos convertiríamos en algo como era Colombia. Pido paz y la ofrezco. Es difícil en un mundo tan hostil y violento volvernos tolerantes, amables, sinceros. Suena utópico tal vez pero de verdad hay que dar para poder recibir. Si el gobierno no da el ejemplo, démoslo nosotros como ciudadanos. No olvidemos que el gobierno está para servir y no para ser servido. Merecemos la calidad de vida por la que trabajamos. Es una lástima y me entristece de sobremanera vivir y ser testigo del circo que tenemos por gobierno y la pena ajena que dan algunos servidores públicos. Pero mucho más que eso me invade un dolor profundo por las personas inocentes que han perdido su vida a causa de estos altercados. Sinceramente y de todo corazón desde mi anonimato por temor a hablar de más o de menos pido, ruego a quién corresponda que se enteren y que hagan algo, por mínimo que sea, para poder ser un mejor país libre de violencia. Necesitamos ser un país libre de violencia. Nos merecemos un país libre de violencia.




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