25 sep 2006

NO TIENE PELOS EN LA LENGUA

Foto : Guillermo Sologuren



El abogado constitucionalista Clemente Valdéz llama a terminar con disposiciones constitucionales que garantizan la impunidad
Basta de venerar a las instituciones aunque no sirvan, pide Clemente Valdés
Tal vez llegó el momento clave de modificarlas o suprimirlas, opina el jurista

Ante los crecientes llamados de Andrés Manuel López Obrador respecto de la necesidad de renovar las instituciones del Estado mexicano, que desde su perspectiva sólo están al servicio de quienes detentan el poder y el dinero sobre la dignidad de la mayoría de los mexicanos, el constitucionalista Clemente Valdés manifiesta su preocupación por la falta de legitimidad de quienes encabezan las instancias gubernamentales, al grado de cuestionarse si ha llegado el momento clave de ''modificar'' o ''suprimir'' las instituciones que actualmente nos rigen.

Abogado apartidista, observador de la vida política nacional e internacional y crítico de la función de los servidores públicos -a los que identifica como empleados públicos a nuestro servicio-, el jurista considera que la coyuntura política actual nos obliga a terminar en el país con muchas disposiciones de la Constitución que fueron hechas para garantizar la impunidad de los funcionarios corruptos.

''Debemos preguntarnos si las instituciones que tenemos actualmente en México sirven eficazmente para impedir que nuestros empleados públicos se roben los recursos y los impuestos que le quitan a la población; si han servido para disminuir la inseguridad, para aumentar el bienestar de la mayoría y para asegurar las libertades individuales de las personas que la forman'', asevera.

En entrevista con La Jornada, el doctor en derecho constitucional puntualiza: ''Las instituciones públicas se crean únicamente para servir a los habitantes de un país; cuando no sirven para eso debemos modificarlas o suprimirlas''.

Refiere que es indispensable, por el beneficio democrático del país, ''deshacernos de un cúmulo de mentiras, como la veneración a las instituciones aunque no sirvan, y la repetición de principios que han dejado de ser útiles y convenientes para los%2

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