8 ene 2010



Y Ciro dice que mentimos y no damos para más los que usamos Twitter




Federico Arreola3

Ciro Gómez Leyva escribió lo siguiente en su columna de este viernes: “Tal vez algún día me enfrasque en una discusión con alguien que le ha mandado a sus 3 mil seguidores este tweet: ‘El vale verga de ciro no puede ver a los ojos a nadie porque es pinche chaquetero ojete culero’. Tal vez entonces me convierta en un maestro de la injuria en 140 caracteres”.


Me han preguntado, desde muy temprano, si yo fui el autor de ese mensaje. No, desde luego. En primer lugar, no tengo 3 mil seguidores, sino poco más de 5 mil. En segundo término, no es mi estilo.


Lo que sí pasó, a principios de esta semana, es que critiqué fuertemente a Gómez Leyva, en Twitter y en mi columna de www.sdpnoticias.com, a propósito de su texto en el que hablaba de los diez años de Milenio Diario. Él aseguraba, en ese escrito, que una década después podía seguir viendo a los ojos a cualquiera porque tanto Ciro como sus compañeros de trabajo han realizado buen periodismo.


Lo que le dije a Ciro Gómez Leyva fue que no mintiera, que él a mí, al menos a mí, que lo contraté para colaborar en Milenio, no puede de ninguna manera verme a los ojos. Porque tanto Milenio como Ciro han dejado de ser lo que fueron: un diario y un periodista independientes y críticos.


Es obvio que fue mi texto y mis comentarios en Twitter, no eldel anónimo que cita, los que le llevaron este viernes 8 de enero a publicar en Milenio la columna “Te están insultando en Twitter”.


Desde luego, típico cobarde, no menciona mi nombre. A lo más que llega es a sugerir que soy de los “modernistas” calumniadores que “no dan para otra cosa” distinta de comunicar ideas en Twitter y otros sistemas de internet. Solo quiero recordar que él fue siempre, y siempre lo agradecí, muy adulón respecto de mí mientras fui su jefe en Milenio.


Pero bueno, no doy ahora para otra cosa que no sea el internet. Pero, un momento, eso es falso. Le voy a recordar a Ciro que yo también sigo en los medios tradicionales. Soy el director de El Chamuco, una revista política que hoy en día vende unas 15 veces más ejemplares que el semanario que él y yo fundamos, Milenio. Algo estaremos haciendo bien los moneros y yo en El Chamuco, y algo estarán haciendo mal Ciro Gómez y sus cuates en Milenio Semanal, muy mal, sin duda, puesto que esta publicación ya no tiene ninguna importancia. Reto a Ciro a que dé a conocer facturas de ventas de Milenio Semanal en la Unión de Voceadores y yo muestro las de El Chamuco. Nuestro éxito es tan notable como el fracaso de ellos.


Por lo demás, Ciro dice que no está en Twitter ni en Facebook. Es su derecho. Presume que él se sigue “moviendo en el viejo esquema de la prensa escrita, la radio y la televisión. Me sujeto a sus códigos, lógica, ética. Tal vez algún día pueda mentir y adjetivar en Twitter como no es válido y nunca lo ha sido en los viejos medios. En lo que llega ese día, aquí seguiremos: tratando de registrar bien la información, de procesarla bien, de presentarla bien. Haciendo periodismo, pues”.


Vaya cínico el señor Gómez Leyva. Él, que miente con frecuencia y que sigue en un medio, Milenio, que desde 2006 ha hecho de la mentira su filosofía, dice que somos mentirosos los que estamos en Twitter. Me recuerda a la paradoja del cretense: “Todos los cretenses son mentirosos, dijo el cretense”. El mentiroso Ciro nos acusa de mentirosos a los que estamos en Twitter y, además, con arrogancia dice que no damos para más.


Si al menos en su respuesta a mis textos en www.sdpnoticias.com y en Twitter se atreviera a mencionar mi nombre, el mío, el del jefe a quien tanto aduló mientras fue mi subordinado, sería un mentiroso valiente. Pero no lo hizo. Se queda, pues, en mentiroso cobarde.

Por cierto, Ciro ha dicho a personas conocidas que antes solo a un tipo tenía ganas de agarrar a madrazos: a Jaime Avilés, de La Jornada, pero que ahora ya hay dos en su lista: soy el otro. Me preguntaron qué hará Avilés y que haré yo si Ciro nos agrede en la calle o en un restaurante. En lo personal, no me defenderé. Lo dejaré que se desahogue y después lo meteré a la cárcel. Lo que haga Jaime Avilés habrá que preguntárselo a ese gran columnista de La Jornada.





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