9 ene 2010

Esto que van a leer a continuación no es privativo de Brásil , ni de Argentina ; vean como Raúl pareciera estar retratando la situación que vivimos en México .



Una nueva etapa para los movimientos



Raúl Zibechi

Cuando se ha cumplido una década de la batalla de Seattle, punto de partida del movimiento contra la globalización neoliberal en el primer mundo, y nos acercamos al décimo aniversario del primer Foro Social Mundial, los movimientos políticos y sociales latinoamericanos atraviesan enormes dificultades que van desde la criminalización de la protesta hasta una ofensiva mediática e ideológica de las derechas. En consecuencia, su aislamiento y las dificultades para organizar a nuevas camadas de pobres crecen sin cesar, agravadas por la expansión de las políticas sociales de los estados.

Los medios están jugando un papel de primer orden. Apenas una muestra. La revista brasileña Veja (19 de diciembre), enemiga de todo lo que huela a popular, acaba de publicar un informe en el que afirma que el Movimiento sin Tierra (MST) es “el movimiento social más odiado de Brasil”. En base al manejo parcial de datos de una encuesta realizada por Ibope, afirma que existe en el país un amplio rechazo al MST, cuyas acciones califica de “bandidismo y vandalismo”. Por cierto, Veja mantiene una larga tradición de criminalización de los sin tierra, así como de la pobreza en general. Pide mano dura, represión y cárcel para los campesinos organizados, a los que en varias ocasiones asimila al narcotráfico.

Los intelectuales también hacen de las suyas. La séptima Carta Abierta de un amplio grupo de intelectuales progresistas argentinos siembra dudas sobre la legitimidad de la protesta social. Carta Abierta surgió en 2008 para incidir en el conflicto entre los productores agropecuarios y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, con el objetivo de enfrentar a la derecha y apoyar al gobierno. “La movilización social no puede considerarse sin situarla, en cada momento, bajo las preguntas de su condición y legitimidad”, puede leerse en la pieza difundida hace pocos días (Página 12, 22 de diciembre). “Ninguna de esas prácticas –agregan los intelectuales– está eximida del riesgo de caer en alguna forma de cooperación involuntaria con la destrucción de la vida colectiva”.





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