Televisa: La confabulación
Unas semanas antes de la aprobación de la Ley Televisa en el Senado de la República, dos altos ejecutivos del consorcio televisivo, Javier Tejado Dondé y Joaquín Balcárcel, tuvieron una conversación telefónica que, escuchada ahora, revela parte del modus operando utilizado por Televisa para presionar a los partidos políticos. Exhibe, además, la animadversión de la empresa en contra de la periodista Carmen Aristegui, entonces conductora de W Radio, a quien describen como “vocera de los opositores” e “incendiaria”, publica Proceso en su edición 1634.
Esta conversación, cuya copia tiene Proceso, desmiente el desplegado de Televisa publicado el 17 de enero pasado –en el cual la empresa de Emilio Azcárraga Jean se deslinda de cualquier injerencia en el despido de Carmen Aristegui–, y confirma que sí ejerció presiones desde 2006 sobre los directivos de Grupo Prisa, en particular sobre Raúl Rodríguez, entonces director de Televisa Radio.
De acuerdo con la grabación, Tejado Dondé está molesto con Carmen Aristegui porque en un foro de la UNAM, realizado un día antes de la conversación con Balcárcel, la periodista criticó la Ley Televisa y “pidió que sólo nos dejaran una cadena nacional y que nos quitaran todo lo demás. ¡Hazme el favor!”.
El foro fue organizado el 15 de febrero de 2006 en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CIICH) de la UNAM. En ese evento, Aristegui señaló que existía una actitud “timorata y tibia” entre los poderes Ejecutivo y Legislativo para abordar la legislación de los medios electrónicos.
“Es tabú hablar (de la reforma) de los medios en los medios electrónicos”, afirmó Aristegui, de acuerdo con la nota publicada por Juan Arvizu en El Universal al día siguiente.
Conforme al texto de Arvizu, Aristegui nunca propuso que le quitaran a Televisa una de las dos cadenas nacionales que el Estado mexicano le dio en concesión, aunque la investigadora Fátima Fernández sí afirmó que de aprobarse la Ley Televisa “se consolidaría un poder mediático sin contrapesos”, dice el reportaje que aparece en el número 1634 de Proceso.
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