13 abr 2011



¡Ya basta!



José Gil Olmos



MÉXICO, D.F., 13 de abril (apro).- En su discurso ante empresarios en Torreón, Coahuila, el pasado martes 12, Felipe Calderón dijo que las manifestaciones populares en contra de la violencia no deberían de ir en contra de su gobierno o del Ejército, sino contra la delincuencia organizada, porque son ellos los que asesinan, secuestran, extorsionan y los que tienen asolada a gran parte de la sociedad y del territorio nacional.


A sólo unas horas de que Javier Sicilia convocó a una movilización nacional de protesta para el próximo 8 de mayo, contra la violencia generada por la guerra que el gobierno federal declaró a los narcotraficantes, Calderón quiere enmendar la plana y desviar la atención, pero nuevamente se equivoca y se confunde.


Se equivoca porque si el crimen organizado mata a jóvenes directamente y a través de las drogas, es porque el Estado y el gobierno que encabeza lo han permitido, dejando que los grupos tengan más poder corrompiendo a las instituciones policiacas, judiciales y militares.


Se equivoca porque si el narcotráfico ha crecido en México, es porque les han dejado las manos libres para que laven el dinero en los centros financieros, y no se castiga a ninguno de estos delincuentes de cuello blanco.


Se equivoca porque no cumplió su palabra de crear empleos, provocando que los jóvenes vean en la delincuencia la única salida para ganar dinero y tener éxito en la vida.


Se equivoca porque, creyendo que en dos años resolvería el problema del narcotráfico, sacando al Ejército a las calles, tendría el suficiente tiempo para cumplir su promesa de campaña de ser el “presidente del empleo”.



Calderón se equivoca porque si los grupos del crimen organizado como Los Zetas secuestran y asesinan a migrantes mexicanos y centroamericanos, es porque hay una participación de policías federales, aduanales, migratorios y hasta soldados, quienes son los primeros que violan y roban a esta gente, dejándolos a merced de los demás delincuentes que los extorsionan o matan, como ha sucedido en Tamaulipas, donde se han descubierto las fosas clandestinas más grandes y terribles hasta el momento.



Se equivoca en decir que no debemos confundirnos en identificar a los delincuentes que roban, pero si así sucede es porque hay una falta de eficiencia de los cuerpos policiacos, que no son capaces de detener esta oleada de atracos, ejecuciones y violaciones realizadas a plena luz del día.



Felipe Calderón olvida que si hay un crecimiento de la violencia y del poder de la delincuencia organizada es porque el gobierno que encabeza ha fallado no sólo en el tema de la seguridad pública, sino en empleos, salud, educación y bienestar social. Y que si los narcotraficantes gozan de poder en varias zonas del territorio nacional, es porque no han podido combatirlos desde su raíz y gozan de una total impunidad.



Se equivoca en pensar que movimientos como el que, por circunstancias dolorosas, encabeza el poeta Javier Sicilia, convocando a una movilización nacional el 5 de mayo, para luego concentrarse en el Zócalo capitalino el 8, tiene una “intención política” de golpear a su gobierno o a las fuerzas armadas.



Nuevamente se confunde, pues la convocatoria es para que se haga un alto a la estrategia militar y policiaca, porque no ha logrado disminuir el poder del crimen organizado, ni los niveles de consumo, ni la producción y comercialización de las drogas.



La convocatoria es para que se escuche a la sociedad y a los miles de deudos y se replantee el combate al narcotráfico, tomando en cuenta acciones de fondo, como la creación de empleos, la atención a las adicciones, la limpia en los cuerpos policiacos y militares corrompidos por la delincuencia organizada, así como pensar en el retiro paulatino del Ejército en las calles e invertir más en educación, salud y cultura.



La convocatoria de Sicilia y de muchos más que lo acompañan es para que Calderón, como jefe del Ejecutivo federal y de las fuerzas armadas, abra sus oídos y escuche las miles de voces que ya están hartas de tanta violencia y que demandan paz y tranquilidad.



En un truco discursivo sofista, Calderón ha pretendido apropiarse del lema que hizo famoso el EZLN en 1994: ¡Ya Basta!, y lo quiere utilizar para su fin propio fin, corrompiendo el sentido original de este grito que se lanzó contra el mal gobierno de entonces y de hoy.



Pero, como ha ocurrido en otras ocasiones, antes de escuchar, Calderón cierra no sólo sus oídos, sino el entendimiento y la razón. No ve ni escucha. Prefiere el aplauso fácil de quienes están de acuerdo con él antes de escuchar a un amplio sector de la sociedad. Opta por la sinrazón y la intolerancia y cree que sus enemigos son los que piensan diferente a él.



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