15 abr 2011


Respuesta a Felipe Calderón


Acentos




Epigmenio Carlos Ibarra

2011-04-15•



Salió la gente a la calle el miércoles pasado y usted, como ya es costumbre, señor Calderón, ignoró el hecho. Sólo unos días más tarde y cuando la presión mediática se hizo sentir en palacio se atrevió a responder. Antes, su secretario de Seguridad Pública federal nos había prometido siete años más de guerra y luego, en una de sus encendidas arengas patrióticas, intentó usted enmendarnos la plana a decenas de miles y convertir el clamor ciudadano por un México justo y en paz en un coro de respaldo unánime e incondicional a las acciones de su gobierno.


Dice usted que el “ya basta” ha de dirigirse única y exclusivamente al crimen organizado. Se equivoca. “Ya basta” decimos también a la criminal ineficiencia de su gobierno que, en el combate al crimen organizado, sólo ha terminado por fortalecerlo. “Ya basta”, decimos a la ceguera y obstinación con la que usted, pese a la evidencia acumulada, sigue defendiendo una estrategia a todas luces fallida y que ha desatado una espiral de violencia incontenible.


Experto en la promoción del discurso del odio y la discordia, intenta usted sembrar la sospecha contra quienes alzamos la voz y ejercemos la crítica frente a la doctrina que inspira su guerra contra el narco, la forma en que conduce las operaciones y la estrategia que rige las mismas. Su arenga es una incitación al linchamiento, un intento por desacreditarnos y convertirnos, ante la opinión pública, en defensores de capos o sicarios.


Sugiere usted al país que quienes marchamos el miércoles de la semana pasada no condenamos, con energía, las acciones criminales de capos y sicarios. En las actuales circunstancias una insinuación de ese calibre; colocarnos casi como cómplices del crimen organizado, pronunciada además desde el poder y con todo el respaldo propagandístico del mismo, es sumamente irresponsable y peligrosa: juega usted de nuevo con fuego y pone en riesgo más vidas.


Ninguno de los que alzamos la voz contra la violencia ignoramos, negamos o peor todavía, solapamos, como usted y sus propagandistas sugieren, la responsabilidad de los capos del narcotráfico en la violencia criminal y creciente que sufrimos. Sabemos que son ellos los de los levantones, las torturas, los asesinatos, las decapitaciones y las masacres. Condenamos enérgicamente su barbarie. No queremos, de ninguna manera, que nuestro país caiga en manos de estos criminales.


Y por eso, señor Calderón, es que también a usted le decimos “ya basta”. Ha puesto usted en riesgo la integridad de la nación y ha sido hasta ahora incapaz de brindar seguridad a la ciudadanía. Se han perdido en este país, a manos de los criminales y durante su gestión, ciudades y estados enteros. Se ha perdido también —lo que es más grave— la noción misma de justicia y el respeto a la vida como valor supremo.


Se obstina usted en que no hay más camino que el suyo, a pesar de que su estrategia es más bien un callejón sin salida y sólo ahora, una vez que con sus propias acciones ha contribuido ha destruirlo, se atreve a hablar, tardía y propagandísticamente, de “reconstruir el tejido social”. Declara, por otro lado, que hay que brindar apoyos a los jóvenes y olvida convenientemente que se ha dedicado a criminalizar, de tajo y sin mediar averiguación judicial alguna, a muchos de esos mismos jóvenes de los que habla, que han caído víctimas de la violencia.


Presenta usted al país una falsa disyuntiva: o su camino, el del combate por la vía armada al narcotráfico o la debacle. Miente usted, señor Calderón. Hay otros caminos; soluciones integrales que usted, sistemáticamente, se niega a escuchar y no lo hace porque ni son tan rentables propagandísticamente ni le sirven políticamente para asegurar la continuidad de su proyecto.


A usted le conviene la guerra, el estado de emergencia, la movilización masiva de tropas, la unidad acrítica que el miedo, la zozobra y la angustia producen entre la población cuando ésta se sabe rodeada de muertos y de crímenes y comienza a pedir, desesperada, “mano dura” y a clamar, como sucede ya en muchos sectores por “acciones radicales”.


Es esta una vieja receta que otros regímenes autoritarios han utilizado. No duda usted por eso en lanzar anatemas y en presentarse, continuamente, jugando a la guerra. Quiere ser, en tiempos revueltos, el hombre de la mano firme. Es esta, habida cuenta de los muchos y rotundos fracasos de su gestión, la única maniobra de legitimación a su alcance.


No será, sin embargo, por la fuerza únicamente que se derrote al crimen organizado: al contrario. La violencia genera violencia, encarece el producto, desata una dialéctica incontenible en la que la ambición y la muerte van de la mano. A la barbarie de un lado responde el otro, sin más instrumentos a la mano, con más barbarie y en medio los ciudadanos quedamos irremediablemente atrapados en el fuego cruzado.


“Ya basta”, pues, decimos al crimen organizado y también a usted, señor Calderón. Por nuestros hijos y con nuestros hijos es que marchamos hace unos días y volveremos a marchar este 8 de mayo, siguiendo el llamado de Javier Sicilia y nuestras propias convicciones. Como hay que detener con la ley en la mano a los criminales; es, con la ley en la mano, sometiéndolo a un juicio político, que hay que detenerlo también a usted.









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