8 abr 2011


México SA


Barones del dinero y candidatos Impunidad a cambio de apoyo Marchas y medios electrónicos




Carlos Fernández-Vega



Elementos de la Secretaría de Marina recorren las playas del puerto de Acapulco cercanas la sede de la Convención Bancaria que comenzó ayer juevesFoto Notimex


Los barones del dinero no se complican la existencia: en materia electoral, especialmente cuando se trata de elegir nuevo inquilino de Los Pinos, poco les importa el partido político, y menos el candidato, según dicen. Puede ser giro, prieto o colorado; con espolones o fofo, como Calderón comprenderá, alto o chaparro. Qué más da, porque al final de cuentas lo único que les incumbe es que quien llegue a la silla grande les garantice que no serán tocados, ni alterado su jugoso negocio. Y si el ungido no lo entiende, ellos tienen los mecanismos pedagógicos necesarios para que lo comprenda de inmediato.


Como lo dejaron en claro en marzo de 2006 –en pleno proceso electoral–, ahora los banqueros –entre jaloneos y descontones al interior de los partidos políticos y, desde luego, en Los Pinos para concretar candidaturas presidenciales– no dudan: quien llegue, sin importar de qué corriente política sea, ni cuáles sean sus proyectos, contará con su apoyo, siempre y cuando no les toquen el negocio. Cinco años atrás, aseguraron que “los banqueros cometeríamos un error muy grande teniendo un candidato favorito; el capital no tiene preferencias políticas” (Marcos Martínez Gavica, presidente saliente de la Asociación de Bancos de (en) México). Ahora, en el arranque de la 74 convención gremial en Acapulco, Ignacio Deschamps –también presidente saliente del mismo organismo– asegura que los barones del dinero están “a favor del cambio político si priva la estabilidad financiera” y que ésta “se pueda mantener” (en el entendido de que ellos son la estabilidad).



Ambas declaraciones son tan falsas como los 6 mil pesos de Ernesto Cordero, pero los banqueros dejan en claro que tienen el suficiente poder desestabilizador como para condicionar a quien resulte electo, si finalmente no llega a Los Pinos quien ellos apoyen. Exigen, pues, que se les mantenga la garantía de su jugoso negocio de espejitos por oro, algo cumplido al pie de la letra en los últimos tres sexenios, a lo largo de los cuales han hecho y deshecho (más esto último) sin que nadie los toque.



Época dorada (Zedillo-Fox-Calderón) la que gozan los banqueros en México (representantes de la banca trasnacional que acapara 90 por ciento del sistema otrora nacional), por lo que democráticamente apoyarán a quien les garantice que las cosas no se muevan un milímetro.



En el recuento, de acuerdo con cifras de la Cepal, cuando Ernesto Zedillo concluyó su periodo constitucional para irse a trabajar en los consejos de administración de varias de las trasnacionales por él beneficiadas en su sexenio, el 24 por ciento de la propiedad bancaria en el país correspondía a capitales extranjeros; tres años después –el primer trienio del “cambio”–, esa proporción se incrementó a 90 por ciento, la más elevada, y por mucho, de América Latina, que se ha mantenido en el calderonato.



En 1990 Carlos Salinas hizo público su programa de reprivatización bancaria (concluido en 1992), bajo la premisa de que “es necesario y urgente democratizar el capital” de las instituciones financieras. El resultado de tal “democratización” fue la consolidación del oligopolio financiero en el país: en 1994, dos años después de concluida la reprivatización, diez instituciones (de 36 en total) concentraban 80 por ciento del mercado bancario nacional; en 2000 (con 23 instituciones) esa proporción creció a 90 por ciento; en 2005 ese 90 por ciento correspondió a sólo seis bancos, sólo uno mexicano, y en 2010 a sólo cuatro, y en ningún momento los banqueros han dejado de decir que “la competencia, con mayor número de participantes en el mercado, es fundamental para reducir comisiones y tasas de interés”).



De 1991 a 1994 la oligopólica familia financiera mexicana (con los especuladores bursátiles ya incorporados) exprimió hasta la quiebra a las instituciones reprivatizadas. Zedillo y la “rescató”, mientras abría las puertas al capital trasnacional. Llegó el “cambio”, y Fox metió el acelerador: bancos para las trasnacionales financieras, libres de impuestos para la parte vendedora, puntual pago de los pagarés Fobaproa, crecimiento geométrico de utilidades, comisiones y tasas de interés y controversias constitucionales promovidas por Los Pinos en defensa de los barones del dinero, amén de bancos “chatarra” para los empresarios autóctonos que permitieron (léase financiaron) al PAN para que repitiera en la residencia oficial. El resultado por todos es padecido, y el actual inquilino de Los Pinos no les ha tocado un pelo, sin importarle el saqueo a la clientela.



Nada raro, pues, la ovación que se llevó Felipe Calderón en el acto inaugural de la 74 convención bancaria: los 260 mil millones de pesos, y contando, en utilidades netas que en cuatro años han obtenido los barones del dinero bien valen el aplauso. De ese monto, cerca de 55 por ciento se los han llevado, literalmente, dos muestras trasnacionales (BBVA y Citigroup, que no dejan de hablar sobre la necesidad de mayor competencia y participación de otras instituciones financieras). Como parte de la “democratización del capital” en el sistema bancario que opera en el país, BBVA se quedó con Bancomer, Probursa, Promex, Unión, Oriente y Cremi, mientras Citigroup apenas engulló a Banamex y Confía. ¿Alguna duda sobre lo “democrático que ha sido”?



Y si de “democracia de, por y para los empresarios” (los de hasta arriba, desde luego) se trata, la supuesta autoridad antimonopolio trabaja en pos de la concentración (más rápido que la luz autorizó que Televisa terminara de engullir a Cablemás), mientras que junto con Hacienda y Comunicaciones y Transportes finge demencia en el caso de MVS, de Joaquín Vargas, y su intención de ofrecer acceso a Internet a un precio menor al de Telmex-Telcel, con capacidad de transmisión 20 veces mayor, y hacen como que la Virgen les hablar en la llamada “asociación” entre Televisa y el Grupo Salinas Pliego en Iusacell.



Las rebanadas del pastel



No confundir gimnasia con magnesia, porque ayer los siempre solícitos, uniformes y manipuladores medios electrónicos de comunicación difundieron las imágenes de las marchas ciudadanas, las cuales, según ellos, fueron para rechazar la violencia “del crimen organizado”, cuando en los hechos fueron para repudiar la estrategia calderonista anticrimen y la creciente violencia en el país… Sensible y receptor que es, el inquilino de Los Pinos se dice “abierto a la crítica”, es decir, critiquen lo que critiquen, marchen lo que marchen, digan lo que digan, no se moverá un milímetro de su fallida “estrategia” (así le llama ahora) contra el crimen organizado, así que 40 mil muertos le parecen pocos.








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