29 may 2010


Agravios e impunidad



Gustavo Gordillo

El trato desigual en el manejo de temas de justicia se enseñorea en el país. Sin ser exhaustivo quiero recordar algunos casos que encierran gran simbolismo por la injusticia e impunidad que transportan. Los próximos 4 y 5 de junio los padres de familia de los niños muertos en la guardería de Hermosillo realizarán varios actos que van desde una vigilia en el Ángel de la Independencia y otros en Hermosillo y varias ciudades de México, donde se arrojarán al aire globos blancos. Los padres de Martín y Bryan Almanza Salazar, que resultaron muertos en un tiroteo en Tamaulipas y responsabilizan de ello a militares, reclaman justicia. Está el caso también de Valentina Rosendo Cantú, a sus 17 años violada y secuestrada por militares en 2002. Están los casos de Ignacio del Valle, Felipe Álvarez, Héctor Galindo, además de nueve personas del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), presos y acusados de secuestro equiparado”. También es de mencionar el caso de los dos desaparecidos del EPR Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, desde hace tres años. Está también el caso de Jorge Antonio Mercado y Javier Francisco Arredondo, estudiantes del Tec de Monterrey abatidos en un fuego cruzado. Y luego los dos activistas asesinados en Copala, Oaxaca, Beatriz Cariño y Jyri Jaakkola.

Esta lista está incompleta a juzgar por lo que acaba de plantear Amnistía Internacional. En México aumentaron las denuncias por desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, tortura, malos tratos y uso excesivo de la fuerza, perpetrados por miembros del Ejército en las tareas policiales y por las policías federales, estatales y municipales, sostiene AI en su informe 2010: El estado de los derechos humanos en el mundo. A este panorama de suyo terrible habría que añadir un dato revelador del Estado de México pero seguramente generalizable: 55 por ciento de las 350 detenciones realizadas en promedio al mes por la PGR son de jóvenes de entre 20 y 27 años de edad.

Cuánto se parece todo esto cuando lo comparamos con los dos casos más sonados recientemente, a lo que hace siglos planteaba Alexis de Tocqueville: El antiguo régimen se exhibe aquí por entero: “regla rígida y práctica blanda; ese es su carácter... Los hombres del 89 habían derribado el edificio, pero sus cimientos habían permanecido incólumes en el alma misma de sus destructores”.

Se debe ser absolutamente claro. Deseo que Diego Fernández de Cevallos regrese sano y salvo al seno de su familia. Los familiares de DFC sin duda pasan por una terrible prueba como antes ya han experimentado tantos y tantas que han sufrido un secuestro. De ahí la solidaridad con el dolor de los allegados a DFC. También sería aceptable el resultado inédito e inaudito del caso Paulette si con ello se evitó culpar a inocentes y al mismo tiempo no se encubrió a nadie.

Aceptado el valor de esa vida que está secuestrada no puede uno menos que señalar que este noble propósito se está buscando lograr a cambio del reclamo de los secuestradores que implican de suyo una severa cesión de la soberanía del Estado. No se puede ignorar ni minimizar las consecuencias de esta virtual rendición del Estado mexicano. Como tampoco se puede dejar de observar el enorme despliegue de recursos, tiempo y esfuerzo que se dedicó al caso Paulette y que en cambio brillan por su ausencia en la mayoría de los casos documentados como enormes injusticias.

Al ver el panorama difícil y a veces desolador no deja de hechizarme nuevamente Axkaná el consejero aúlico del General Aguirre de la gran novela de Martín Luis Guzmán quien decía sobre las clases ricas: “Fíjate en la sonrisa de las gentes decentes. Les falta a tal punto el sentido de la ciudadanía, que ni siquiera descubren que es culpa suya... lo que hace que la política mexicana sea lo que es”.

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