18 mar 2009


Yo soy Renegado Legítimo



Soy uno más de los millones de mexicanos que apoyan el proyecto de nación enarbolado por Andrés Manuel López Obrador. Como la inmensa mayoría de los simpatizantes obradoristas, ejercí en 2006 mi derecho al sufragio, y lo hice por el candidato que resultó ganador de esas elecciones.

No obstante, como esos millones, como el país entero (aunque algunos, ya sea por cobardía o cinismo, prefieran voltear la vista hacia otro lado) fui testigo del asalto a la voluntad popular que devino en la imposición de un gerentito de ínfima talla moral en la presidencia de la república; un gris burócrata de "manos limpias" que para colmo ni siquiera supo qué hacer con lo robado, como no fuera echarlo a perder.

No permanecí indiferente al atraco. Incrédulo al inicio, estupefacto y encabronado después, me involucré en la defensa del voto; asistí a todas y cada una de las concentraciones masivas convocadas por el Presidente Electo López Obrador en el Zócalo capitalino entre julio y septiembre de 2006, y a la mayoría de las organizadas desde esa fecha hasta el presente año. Temblé de coraje ante la paulatina revelación de los detalles del golpe organizado por la derecha, pero también temblé de emoción al constatar cuántos miles de mexicanos estábamos dispuestos a darlo todo por defender nuestro triunfo. Juré, ante la bandera mexicana izada en la principal plaza del país, luchar en la medida de mis modestas posibilidades, junto a muchos otros mexicanos, por el restablecimiento de la normalidad democrática en México.

Disfruté como muchos el caudal de alegría y efervescencia ciudadana del plantón de Reforma y el Zócalo, aquel memorable plantón, aquella maravillosa concentración humana, cálida, viva, única. Me indigné junto a miles cuando a esa misma concentración humana un orate rabioso, un mandril salvaje de instintos homicidas, convocó a llevar comida contaminada y cobijas con pica-pica.

Voté, en la asamblea informativa del 20 de noviembre de 2006, por la propuesta de reconocer a Andrés Manuel López Obrador como Presidente Legítimo de México. Canté tantas veces el himno nacional, con la mano izquierda en alto haciendo la señal de victoria; canté "La Paloma" con Eugenia León y otras canciones y corridos renegados con muchos otros artistas del pueblo; reí con el ingenio de Jorge Arvizu "el Tata", de Jesusa Rodríguez, de Regina Orozco; y lloré, ¡claro que lloré!; de indignación ante el cinismo y la desvergüenza, de emoción ante el fervor ciudadano y la valentía de las Adelitas y Juanes que plantaron cara al atropello de los indignos y espantaron a los zopilotes extranjeros que, con el apoyo de los buitres nacionales, pretendían rapiñar el patrimonio de la nación.

Estuve con las brigadas en defensa del petróleo cuando, de manera pacífica pero firme y decidida, impidieron que se consumara en el Senado la reforma petrolera de Calderón; la pretendida "joya de la corona" de su administración de papel, el único y verdadero encargo de parte de quienes lo impusieron, a quienes tuvo que decirles "que dice mi mamá que siempre no", para soportar a partir de entonces el desprecio y la humillación de los poderosos de a deveras, que hoy lo "pobretean" y declaran anticipadamente finalizado su sexenio de mentiritas.

Desde agosto de 2006 escribo en Internet porque de algún modo necesito darle cauce a todo lo que mi mente y mi corazón renegado traen encima; he intercambiado mensajes de correo electrónico con renegados que no conozco pero con los que comparto ideales y afanes; he recibido en mi buzón desde mentadas de madre hasta amenazas de muerte; las burlas de una pendeja que se felicitaba de "tenerme bien ubicado" (en Puebla, a una distancia de al menos 300 kilómetros de mi lugar de residencia) y me prometía una "espectacular madriza" (que sigo esperando), y los ladridos infames de un mexico-argentino deschavetado y esquizofrénico con principios de dislexia. Acusé recibo también de mensajes de aliento que agradezco en todo lo que valen, porque provienen de personas con las que me identifico en la lucha. He sido retado por retrasados mentales a "demostrar" que no vivo donde ellos dicen (sí, chucha), adjudicado con domicilios que no tengo, con vehículos que no poseo, y con enfermedades y malformaciones genéticas que no padezco (bueno, algunas sí: estoy al borde de desarrollar una incontinencia urinaria de tanto reirme de mis detractores). Fui "vetado" en un foro de opinión por un pendejete que se cansó de espetarme y aludirme personalmente sin recibir jamás respuesta de mi parte. Estoy "localizado" y al parecer tengo el don de la ubicuidad, pues nunca falta un espontáneo que se ofrece a "hacerme una visita" en mi(s) casa(s) de Puebla, el DF y el estado de Veracruz. ¡Ah, qué vacile!

Me indigné con la estulticia y la mala leche de un imbécil como Gabriel Filio, el pseudo creativo responsable de abonar aun más a la división y la polarización de este país con sus asquerosos videos de supuesta parodia política, que tuvo que retirar de manera humillante de su página personal ante la amenaza de los estudios Disney de demandarlo por plagio; con el racismo de un peninsular idiota llamado Sergi Mass, conductor de Telehit que sería corrido luego de que en uno de sus programas se burló hasta el cansancio de la pobreza en que millones de mexicanos viven sumidos, gracias entre otras cosas a un sistema putrefacto como el que le permite a subnormales como él venir a vomitar su miseria moral y humana en la tele; con el cinismo de un patán deleznable como el locutor de una porquería llamada "el Panda Show", un sujeto ruin y bajo al que, si hay justicia, un día refundirán en la cárcel como resultado de alguna de las pesadísimas "bromas" que gusta de jugar a incautos en su programa de radio; y con el chaquetazo que dieron muchos que se ostentaban como "grandes periodistas" y terminaron de levantacejas en ese programa de Televisa que es una oda a la televisión soviética, llamado Tercer Grado.

He escuchado a algunos cuates y conocidos recriminarme porque no entienden la razón de que me meta en pleitos ajenos, pero también he recibido el apoyo solidario de toda mi familia y de mis mejores amigos, que saben perfectamente que esta lucha no es ajena, sino de todos y cada uno, incluyendo aquellos que están en nuestra contra.


Recibí y acepté con alegría y con enorme responsabilidad la invitación que tuvieran a bien hacerme Federico Arreola y Víctor Hernández para publicar en este medio alternativo que rápidamente se convierte en referente de opinión nacional. No sólo he tenido el privilegio de contar con una tribuna de opinión, sino la fortuna de conocer personalmente a tantos amigos y compañeros de lucha, a los que no nombro individualmente por no dejar fuera a ninguno, pero que hacen la parte que les toca con entusiasmo y con amor a este país.


He sido testigo del crecimiento de este movimiento democrático, popular, que se gestó al calor del fraude y cuyos horizontes hoy son tan amplios como se atreva a soñar cualquiera que ame verdaderamente a este país. Despierto cada mañana con la certeza de que este México no se parece al México que quiero y que deseo dejar a mis hijos; pero con la convicción de que nadie lo construirá por mí. De que aquí es donde me toca estar, y de que esta lucha es la que quiero seguir librando todos los días, hombro a hombro con todos aquellos que de buena fe sueñan con un futuro mejor.

Señoras y señores: yo soy Renegado Legítimo.







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