24 mar 2009




AMLO y Ebrard




Marcelo Ebrard y Andrés Manuel López Obrador estuvieron juntos el sábado pasado en la “convención nacional de comités municipales del gobierno legítimo de México”. Una reunión que concentró a los integrantes de este movimiento en los 2 mil 38 municipios del país donde las autoridades se eligen mediante el régimen de partido.

Son las dos figuras más importantes de la izquierda electoral en este momento. Encabezan las preferencias ciudadanas de este sector rumbo a la elección presidencial de 2012. Se había especulado en semanas recientes sobre el distanciamiento, deslinde o separación entre AMLO y Ebrard. Hasta se midieron escenarios preelectorales con cada uno por su lado, en caso de que esta separación se concretara.

Aunque AMLO sale adelante en casi todas estas mediciones, es evidente que el dato más relevante es la fractura del voto de la izquierda partidaria. De un piso básico o “voto duro” de 24% (PRD, PT y Convergencia), AMLO obtendría 14-16% (PT y Convergencia) y Ebrard 8-10% (PRD). Es decir, la fragmentación o balcanización de la izquierda.

Después del sábado, la participación mancomunada de Ebrard y AMLO envía un claro mensaje de que el escenario de la fractura o ruptura entre ambos queda descartado. Más aún, el mensaje de López Obrador puso por delante el compromiso explícito a favor de una opción de unidad: La candidatura a la Presidencia “se resolverá en su momento y dependerá, en mucho, de quién esté mejor posicionado para ese entonces”.

Por su parte, Ebrard reconoció el valor del recorrido que por más de dos años realizó López Obrador por el país. Es la primera vez que un dirigente visita todas las alcaldías. “Por eso le tienen miedo, porque hay convicción... Es una organización nacional sustentada en la convicción de las personas; por eso es un movimiento poderoso y tiene éxito”. AMLO y Ebrard van juntos rumbo al 2012 y esta alianza es uno de los requerimientos más importantes para el reposicionamiento político y electoral de la izquierda.

El otro factor indispensable es la estructura organizativa. “Sin organización no saldremos adelante, aun cuando tengamos el apoyo del pueblo. Ya nos pasó en 2006: nos despojaron de nuestro triunfo porque nos faltó organización”, advirtió López Obrador.

La meta es alcanzar en 2012 la afiliación al movimiento de 15 millones de ciudadanos. Credencializar en cada alcaldía, distrito o entidad a por lo menos un número igual al de ciudadanos que votaron en 2006 por la coalición Por el Bien de Todos, integrada por PRD, PT y Convergencia. Se informó que en 40 ayuntamientos ya se registraron más representantes que los sufragios obtenidos hace tres años. En este sentido, la elección de diputados federales de julio próximo será un ensayo para probar la capacidad de movilización y defensa del voto en aquellos municipios donde el movimiento ya se encuentra arraigado.

Junto con los comités municipales, que son la “célula de organización básica” del movimiento, habrá “casas del gobierno legítimo” en las ciudades con más de 100 mil habitantes, que fungirán como centros de gestoría, recopilación de la demanda social, registro de simpatizantes y divulgación de los programas y acciones en materia de defensa de la economía popular.

En materia de difusión se propuso un esquema de comunicación alternativa, basado en el reparto de volantes, historietas, boletines (por lo menos una vez a la semana) y asambleas informativas; además, el uso de perifoneo (sistema móvil de audio), visitas domiciliarias, periódicos murales, mantas, videos, internet y otros medios.

En suma, quienes apostaron a la extinción política y electoral de la izquierda social, a la instauración de un bipartidismo de facto entre PAN y PRI, y al olvido ciudadano, se equivocaron. El movimiento resurge y viene recargado: con dos figuras fuertes como AMLO y Ebrard, con una estructura ciudadana desde el municipio y con una organización específica para la promoción y defensa del voto.

Esta opción tiene varios vientos a favor: el desencanto hacia la “presidencia del empleo” que naufraga en el desempleo más grave de los últimos años, la crisis de inseguridad que golpea al país en diversos frentes y la pugna entre las élites económicas y políticas por el reparto de ese botín que es el presupuesto de la Federación para el rescate empresarial.

También hay retos claros: vincularse a los electores jóvenes que llegan por vez primera a las urnas; insertarse entre los empresarios nacionales que luchan por sobrevivir sin rescates gubernamentales; e interesar a la clase media en un proyecto de nación que la haga resurgir entre las cenizas de la crisis financiera. Hay vida después del fraude.