7 oct 2007


El calderonazo

Proceso

Más con el ánimo de detener una campaña mediática en contra suya y de su gobierno que de resolver un problema de la economía real, el presidente Felipe Calderón decidió el miércoles 26 de septiembre no sólo posponer la entrada en vigor de los aumentos a las gasolinas y el diesel –previstos para el primer día de este mes, según lo acordó el Congreso como parte de la recientemente aprobada reforma fiscal–, sino congelar, en lo que resta del año, los precios de algunos de esos combustibles, además de los del gas licuado y de la electricidad de uso doméstico. Desde hace dos sexenios, los precios de los productos petrolíferos registran un alza promedio de entre dos y cinco centavos cada mes, señala el número 1614 de Proceso.

En efecto, apenas fue aprobada por el Senado de la República la reforma electoral, que despojará a concesionarios de radio y televisión de buena parte de las jugosas ganancias que obtienen de su relación con los partidos políticos, Felipe Calderón fue ubicado en el centro de furibundos ataques de las principales radiodifusoras y televisoras del país. Todo, bajo la lógica de que nada se mueve sin la autorización del jefe del Ejecutivo. Era, pues, el responsable de que se aprobara la reforma electoral, que difícilmente van a digerir y aceptar los concesionarios.

Así, después de que la Cámara de Diputados aprobó aumentos mínimos a las gasolinas y el diesel –muy inferiores a los que se habían venido dando en los dos sexenios anteriores–, el presidente Calderón decidió congelarlos, no con fines económicos, sino políticos: detener la campaña que en su contra emprendieron los medios electrónicos tras la reforma electoral, magnificando los efectos del “gasolinazo”.

Pero desde un punto de vista estrictamente económico, la postergación de los aumentos –calificada de “irresponsable” por los analistas– no reportará necesariamente los beneficios que se supone acarrearán, señala el reportaje que aparece en el número 1614 de Proceso.

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