16 dic 2011


Aprueba la Cámara la reforma el artículo 24 constitucional

Se unen chuchos a PRI-AN en el golpe al Estado laico

La presidencia de la mesa directiva a Acosta Naranjo, moneda de cambio

Abierto, todo acto “de culto, ceremonia o devoción” fuera de templos

El equipo de Peña Nieto y el Episcopado niegan cualquier negociación

Un sector del PRD sostiene que es un retroceso (Obradoristas)



Roberto Garduño y Enrique Méndez

A cambio de la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, un sector del Partido de la Revolución Democrática (PRD) convalidó ayer la reforma de PRI y PAN al artículo 24 de la Constitución para instaurar en México “la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión” y permitir así los actos “de culto, ceremonias o devociones” en privado y en público.

Sin embargo, su realización y difusión se mantienen acotadas a informar y solicitar permiso a las autoridades. En un debate de casi siete horas, un sector de diputados de PRD y PT, y los priístas de Oaxaca, reprocharon la prisa por aprobar una reforma que, advirtieron, representa un avance de las iglesias y un retroceso al Estado laico.

El PRI amarró los votos de la corriente Nueva Izquierda, a condición de que los priístas eligieran a Guadalupe Acosta Naranjo (PRD) como presidente de la mesa directiva por cuatro meses. Consumado el trueque, los chuchos festejaron con gritos y saltitos de gozo en sus curules.

Emilio Serrano, que ha usufructuado el control de personas de la tercera edad en Iztapalapa, era uno de los más felices.

Su postura, que reflejó la de Nueva Izquierda, dio pie a que un puñado de perredistas y petistas cuestionara “la inmoralidad de que Enrique Peña Nieto negociara la reforma para agradar al Papa”, pero también “la impudicia y la avaricia de los chuchos” de avalar un retroceso histórico con tal de entronizar a Acosta Naranjo. “Un sector del PRD se prestó hoy a derruir al Estado laico”, expresó Avelino Méndez Rangel.

Negociador fundamental de los cambios, según declaró el coordinador del PRI, Francisco Rojas, Alejandro Encinas (PRD) soltó: “esto es así, ni pedo”.

El hasta ayer presidente de la mesa directiva, Emilio Chuayffet, facilitó que se dispensara el trámite legislativo para que el dictamen aprobado el miércoles sólo por 19 panistas y priístas en la Comisión de Puntos Constitucionales se discutiera en el pleno.

Mordaz, Porfirio Muñoz Ledo (PT) cuestionó: “¿de cuándo a acá Chuayffet resultó religioso? Él forma parte de una minoría musulmana, que con esta reforma será aplastada”. Sin embargo, el petista ya no se quedó al resto de la sesión, aun cuando registró una reserva que fue desechada por defaul.

La reforma, enviada anoche al Senado, incluye el cambio de todo el primer párrafo del citado artículo, bajo la concepción de que no reconocer la libertad religiosa convertiría al Estado mexicano en “anticlerical”.

En cambio, definen los considerandos, “la libertad religiosa es el complemento necesario, es decir, la otra moneda del Estado laico... que no ignora ni desprecia la religiosidad del pueblo manifestada en la libertad de creencias... no discrimina a los creyentes ni a los no creyentes”.

Además, indica, “el Estado constitucional democrático es laico porque respeta la libertad de conciencia y de religión. Pero debe dejar claro que un Estado que se dice laico para despreciar o ignorar las convicciones personales o religiosas no es un Estado constitucional democrático, sino su antítesis: un Estado autoritario o sectario, al servicio de una minoría”.

El dictamen, que en la redacción final contó con la negociación directa de las perredistas Enoé Uranga y Teresa Incháustegui con el priísta Francisco Rojas Gutiérrez, pretendía incluir “el derecho implícito” de los padres de familia o tutores a enviar a sus hijos a escuelas religiosas, con el argumento de que eso forma parte del ejercicio de la libertad en la materia.

Los priístas asumieron además como un “error” de Ricardo López Pescador suprimir, por sugerencia de Carlos Alberto Pérez Cuevas –del equipo de precampaña de Josefina Vázquez Mota–, el tercer párrafo del artículo, que limita los actos de culto a los templos y obliga a las asociaciones.

La toma de la tribuna encabezada por una veintena de diputados de PRD y PT obligó a PAN y PRI a restaurar dicho párrafo y suprimir los que hacían referencia a la educación religiosa y a la entrega de concesiones de medios electrónicos a las iglesias.

El nuevo artículo señala: “toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley”.

La negociación entre bancadas derivó en pequeños ajustes a la del documento original.

Enoé Uranga pidió a Rojas incluir la libertad de convicciones éticas, e Incháustegui llevó hasta la curul del priísta un agregado para acotar que ningún ministro de culto utilizará los ritos para hacer proselitismo.

El coordinador de los priístas aceptó que se agregara: “nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política”.

Hecho el compromiso, los priístas simularon aceptar las reservas que las perredistas presentaron más tarde desde la tribuna, y como el arreglo no incluyó a Jaime Cárdenas (PT), el tricolor desechó su propuesta de agregar que las relaciones diplomáticas con estados o gobiernos teocráticos se conducirán de acuerdo con los principios de separación entre el Estado y las iglesias, definidos en el artículo 130 de la Constitución.

El presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas, Jorge González Ilescas (PRI), reprochó desde la tribuna que la reforma constituye un retroceso y olvida que la injerencia de las iglesias en la vida económica, política y social mexicana provocó hechos lamentables en la historia. “No en vano la ideología juarista y la defensa del Estado laico del más universal de los oaxaqueños”, expuso.

Al extremo del salón, la diputada Hilaria Domínguez exclamó: “¡viva Juárez!” Su compañero Sami David, que ya no se quedó a la sesión para no tener que votar a favor, pero tampoco en contra, respondió: “¡religión y fuero!”

En el intercambio de gritos, Muñoz Ledo devolvió: “¡ése era el grito de Miramón!”

El panista Javier Corral acusó el jacobinismo de perredistas y petistas; luego fue a sentarse al lado de Francisco Rojas, a ver pasar el debate mientras compartían pistaches de la misma bolsa.

Carlos Flores Rico (PRI) se solazaba de la reforma, aprobada por 199 votos en favor, 58 en contra y tres abstenciones. “No sé por qué tanto escándalo, si sólo cambiamos tres palabras”, alegó.

–¿Cuáles? ¿Viva Cristo Rey? –se le cuestionó.

–¡Ash! ¿De qué se escandalizan, si es una actualización normal de la Constitución?



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