6 mar 2011


Las pesadillas del PRD

Arnaldo Córdova




Si hubiera verdadera democracia en el PRD, los Chuchos se quedarían con sólo las migajas del poder interno



Es difícil saber qué se proponía o qué buscaba Cuauhtémoc Cárdenas cuando se soltó la puntada de proponer que Andrés Manuel López Obrador se hiciera cargo” del PRD. Cada vez está más claro que no fue sino una ocurrencia muy tonta que ni siquiera se cuidó de las formas y acabó haciendo el ridículo. Él sabía, se supone, que los estatutos del PRD consagran la no relección para sus dirigentes, que López Obrador ya ha sido presidente del partido y que, en consecuencia, ya no puede volver a serlo. Tal vez estaba proponiendo otra cosa que es muy difícil saber qué era. ¿Que se le entregara el partido, sin respetar normas internas, para que él hiciera lo que quisiera? Pues parece que semejante absurdo era lo que sugería.

Es imposible ponerse malpensante o maledicente con semejante torpeza. Algunos, como los Chuchos, salieron con la excusa de que era pura ironía. Si eso era, resultaba de pésima factura. ¿O era una trampa, desmañada e ingenua? Es difícil el solo pensarlo. El hombre, evidentemente, no estaba en sus cabales y no sabía lo que estaba diciendo. Proponer entregarle el PRD a López Obrador habría equivalido, como lo dice Chucho Ortega en latín (o lo que él cree que es latín), convertirlo en un Dictator perpetuus (en realidad, según la secuencia de la declinación, en nominativo sería Dictator perpetuum. Ortega debe haber oído la expresión de alguien que consultó Wikipedia).

Igual de tonta e irreflexiva fue antes la propuesta de Encinas al plantearle a Cárdenas que fuera el dirigente que el PRD necesita y, justo, por las mismas razones. Lo que tales propuestas revelan, en realidad, es que los Chuchos son un lastre muy pesado para el PRD, según la óptica de Cuauhtémoc y de todos los perredistas que no aceptan su liderazgo y, también, de todos los que se sienten avergonzados del miserable papel que están desempeñando. Han llevado el partido a verdaderos callejones sin salida y todos piensan en alternativas que no los incluyen a ellos. Si hubiera verdadera democracia en el PRD, los Chuchos se quedarían con sólo las migajas del poder interno.

Cárdenas nunca ha sido un hombre de partido, con verdadera militancia política. Él fue siempre un funcionario y un burócrata caudillista. Con muchas ideas, es verdad, pero sin el sentido que se requiere para entender la vida partidaria y, menos aún, conducirla con sabiduría. Lo que hoy es el PRD, lo he dicho siempre, es obra de Cuauhtémoc Cárdenas, del modo autoritario en que condujo siempre al partido y al juego que le dio a los grupúsculos, ávidos de poder, que le rodeaban. El grupo de Ortega fue uno de los consentidos de Cuauhtémoc e hizo su fortuna a su sombra. También fue el primero que se rebeló contra el Dictator. Luego seguirían todos los especímenes que tenían a un grupúsculo bajo su mando.

Nadie debería lamentarse de que Lazarito no quisiera “hacerse cargo” del PRD. El poder de los Cárdenas se reduce a Michoacán y hasta eso habría que verlo. O también a algunos seguidores sueltos hoy en día que ni siquiera son capaces de formar una corriente interna. No tienen ningún apoyo con el que pudieran sostener un liderazgo más o menos efectivo del PRD. Su época ya pasó y hasta en Michoacán se está viendo. Allí el partido es fuerte pero ya no tiene a nadie que proponer como candidato a gobernador de la entidad y es muy probable que el PRI vuelva al poder.

Los Chuchos, en tanto, siguen en su pertinaz labor de hacer del partido del sol azteca un estercolero inmundo con el que ya nadie quiere hacer tratos, excepto los que huelen igual y que son los gobernantes panistas. Su signo y también su maldición son las llamadas corrientes, que no son más que pequeñas mafias de poder que hacen y deshacen lo que les parece y que, con sus arreglos sucios y oscuros, sólo luchan por huesos y prebendas que les dan de comer y que, incluso, los han vuelto nuevos ricos. Y eso va para todas ellas, incluso las que militan contra los orteguistas. Veo con mucha simpatía que estén del lado de López Obrador, pero nunca dejarán de ser lo que son, grupúsculos de poder sectarios y cerrados.

Las primeras reseñas de las declaraciones de Cárdenas en la Feria del Libro coincidieron en señalar que él habría propuesto que López Obrador se abstuviera de ser candidato a las elecciones de 2012. Eso fue de verdad impactante porque encerraba una suciedad indecible. Afortunadamente, él mismo hizo la aclaración en El Correo Ilustrado de que eso no lo había dicho. Cuauhtémoc es un hombre justo. De eso no puede dudar nadie. Sólo me gustaría que meditara muy bien lo que dice antes de soltarlo al público.

El sempiterno trasfondo de la conflictiva situación que vive hoy el PRD, a nadie puede ocultársele, es el Edomex. Allí está el avispero y todo lo está causando. Los Chuchos y Camacho viven desesperados porque López Obrador le ha metido la vara en el mero centro y su política derechista de alianzas se va desprestigiando irremediablemente. Su proyectada “consulta” sobre la alianza con el PAN sólo podría triunfar si se hace en los marcos de la organización burocrática de Alternativa Democrática Nacional, del senador Bautista, pareja de Ortega; pero si se hace abierta como prometen, entonces se verá lo que de verdad vale la decisión popular. Los mexiquenses ya han escuchado las propuestas democráticas de López Obrador. Sólo basta que se les deje decidir.

Es de verdad sorprendente que todos los derechistas que inundan los medios de comunicación se pronuncien a coro a favor de las coaliciones. Son vencedoras, nos dicen, y ahí están los sobados triunfos de Oaxaca, Puebla, Sinaloa y, últimamente, Guerrero. Aparte el hecho de que en estas últimas el PAN no pintó para nada, nadie nos dice qué fue lo que ganaron los partidos coaligados, el PRD y el PAN. Lo he dicho varias veces, lanzar candidatos reciclados del PRI no es ninguna gracia. En materia de programas y de principios esas elecciones no le dieron nada al PRD. En el Edomex no se ve nada de eso. PAN y PRD irían juntos sólo para derrotar al PRI y, lo que es la bellota para el cochino, para acabar con el cacicazgo del llamado Grupo Atlacomulco. Que lo logren está por verse. En todo caso, eso no es una opción de principios, sino una unión en la que se diluye todo lo que es el PRD.

Aquí el problema es que los Chuchos sean capaces de respetar la voluntad de los militantes y no impongan el pandillerismo de Bautista que anularía cualquier decisión soberana de la militancia de izquierda del estado de México, la entidad más poblada de la República. Por primera vez se revela que los priístas tienen miedo de perder ese estado; pero no porque Chuchos y panistas les echen montón. Ellos saben que ése no es el verdadero problema. La movilización que ha impulsado López Obrador en sus dos giras por todos los municipios de la entidad es lo que comienza a quitarles el sueño. El pueblo que despierta es siempre un enemigo temible para los oligarcas de todos los signos. Ahí radica el problema para ellos.

A Rafael Barajas, El Fisgón, con mi solidaridad.




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