México SA
Rechazo al paquetazo 2010
Calderón, puras promesas incumplidas
Calderón, puras promesas incumplidas
Carlos Fernández-Vega
Las hojas del calendario caen velozmente, la crisis de las finanzas públicas se agudiza, prácticamente todos los actores han rechazado el paquetazo 2010 (partidos políticos, legisladores, organismos empresariales, académicos, analistas, calificadoras internacionales y, para no ir más lejos, hasta un premio Nobel de Economía), y ante este panorama la actitud oficial resulta parsimoniosa: “el gobierno (de Calderón) no tiene un plan alternativo en caso de que el Congreso deseche su propuesta fiscal”. Simple y sencillamente, “no hay plan B”, dice el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, y no existe, porque “vamos a estar insistiendo en nuestro plan y a esta altura estamos señalando sus ventajas”.
Hasta donde se sabe, los citados actores no son sordos ni están ciegos, o lo que es lo mismo, han escuchado y han visto las argumentaciones y los números del paquetazo calderonista, y por lo mismo, luego de riguroso análisis, lo han rechazado, de tal suerte que todo apunta a que las carencias visuales y auditivas se registran en los que proponen y defienden el “plan A”.
Ocho años atrás (2001), en una circunstancia similar, aunque de mucho menor intensidad, los voceros del “cambio” dijeron exactamente lo mismo que hoy anuncia el doctor “catarrito”. Vicente Fox hizo pública su “reforma fiscal” (que no tenía mayor alcance que el IVA en medicinas, alimentos, libros y todo lo que en el país se consumiera) y consideró que para lograr su aprobación resultaba más que suficiente el machacón discurso oficial, en el sentido de que “los pobres se beneficiarán con la nueva Hacienda redistributiva” (como pomposamente le llamó). Ante lo evidente (no sería aprobada por el Congreso), la entonces portavoz presidencial, la grata y simpática Martita, dijo: “no hay plan B”. Y el gobierno de la lengua larga y las ideas cortas carecía de él (siempre según este personaje) por una simple razón: “en México no hay crisis, ni emergencia, ni contradicciones, ni desaceleración económica”, ergo, no lo necesitaba.
Ese año la economía cayó: el producto interno bruto registró una contracción de 0.3 por ciento (cifras oficiales) y se cancelaron 270 mil empleos formales (ídem). Ante lo evidente, nunca apareció un “plan B”. La misma línea sigue el actual inquilino de Los Pinos, pero el problema se agudiza cuando se conoce que en 2009 el desplome de la economía mexicana sería 27 veces más profundo que en 2001, que en los últimos 12 meses (de agosto 2008 a agosto 2009) se han cancelado alrededor de 550 mil empleos formales y que la tasa oficial de desempleo abierto alcanza una proporción no registrada en décadas. Pero para qué un “plan B” si, como decía Martita, “en México no hay crisis, ni emergencia, ni contradicciones, ni desaceleración económica”.
Así es, no hay “plan B” y por lo visto tampoco “plan A”. Felipe Calderón y el gobierno de la lechera comprometieron 5 por ciento de crecimiento y un millón de empleos por año, entre su enorme inventario de promesas. Casi tres años después, el resultado económico y social es devastador. A la “mitad del camino” el crecimiento brilla por su ausencia; en dos años “sin crisis” (el primer par de su estadía en Los Pinos) el número de mexicanos en pobreza aumentó 6 millones y falta por contabilizar el resultado 2009. El Banco de México adelanta que en el mejor de los casos será hasta 2011 cuando la economía nacional muestre signos de “recuperación”; algunos académicos aseguran que en realidad será hasta 2013, pero en cualquiera de los casos lo cierto es que el actual será otro sexenio perdido (para los mexicanos, desde luego).
Tal vez el inquilino de Los Pinos y su doctor “catarrito” podrían elaborar un “plan B” con base en lo que alguien prometió un trienio atrás, según lo recuerda un estimado lector (bejaranoraul@hotmail.com): “mi política tiene un solo objetivo: crear empleos bien pagados, para que tú y tu familia vivan mejor, y para eso voy a hacer cuatro cosas: primero, voy a reducir los impuestos para quienes trabajan, producen o generan empleos, y voy a simplificar su pago; segundo: voy a transparentar totalmente los impuestos que pagamos; tercero: voy a invertir mejor tu dinero; y cuarto: voy a garantizar la estabilidad económica para cuidar tu patrimonio.
“Por lo primero, voy a bajar la tasa del impuesto sobre la renta, porque los mexicanos que producen, que trabajan, que inviertan, que generan otros empleos no deben pagar más impuestos de los que se pagan en otras partes del mundo. Eso nos permitirá tener más inversión y más empleos, que es lo que busco. Y pagar impuestos será más sencillo que nunca. Hacer una declaración la podrás hacer sencillamente y sin la ayuda de nadie.
“Segundo: voy a manejar en caja de cristal el dinero del pueblo. Aquí no va a haber ni fideicomisos ocultos ni cajas misteriosas. Tú vas a saber a dónde se va, quién lo gasta, cómo se gasta, hasta el último centavo que pagues de impuestos. Tercero: voy a invertir mejor lo que tenemos. Voy a invertir el dinero en lo que verdaderamente necesitas. Voy a invertir en escuelas y en universidades de calidad para tus hijos. Voy a invertir en salud, no sólo para seguir con el seguro popular, sino voy por un seguro médico para todos, porque mi objetivo es que ningún mexicano esté sin médico, sin medicinas y sin tratamiento, y voy a empezar con todos los niños que nazcan (…). Voy a emplear también el dinero precisamente en las comunidades indígenas, en los caminos que hacen falta, en el agua potable. Voy a invertir el dinero en la seguridad que necesitamos para volver a salir a las calles con tranquilidad.
“Cuarto: voy a garantizar la estabilidad económica. ¿Para qué? Para cuidar tu patrimonio. Voy a garantizar la estabilidad económica para que sigan bajando las tasas de interés y tú puedas adquirir una casa, para que puedas renovar tu cocina, para que puedas verdaderamente adquirir un auto. Voy a bajar las tasas de intereses para que haya más inversión en México y haya más empleos. En síntesis, mi política fiscal será bajar impuestos para quienes producen, para que haya más inversión, más empleo y para que vivamos mejor” (Felipe Calderón, primer “debate” entre candidatos a la Presidencia de la República, abril 25 de 2006).
Las rebanadas del pastel
Sin embargo se mueve: Pemex se mantiene como el gran generador de divisas para la economía nacional y el principal pagador de impuestos. Sólo por envíos al exterior, captó 15 mil 415 millones de dólares de enero a agosto de 2009, a pesar de que en este renglón se reportó una baja de 14.7 por ciento. Nos encontramos el lunes.
cfvmexico_sa@hotmail.com - mexicosa@infinitum.com.mx
Hasta donde se sabe, los citados actores no son sordos ni están ciegos, o lo que es lo mismo, han escuchado y han visto las argumentaciones y los números del paquetazo calderonista, y por lo mismo, luego de riguroso análisis, lo han rechazado, de tal suerte que todo apunta a que las carencias visuales y auditivas se registran en los que proponen y defienden el “plan A”.
Ocho años atrás (2001), en una circunstancia similar, aunque de mucho menor intensidad, los voceros del “cambio” dijeron exactamente lo mismo que hoy anuncia el doctor “catarrito”. Vicente Fox hizo pública su “reforma fiscal” (que no tenía mayor alcance que el IVA en medicinas, alimentos, libros y todo lo que en el país se consumiera) y consideró que para lograr su aprobación resultaba más que suficiente el machacón discurso oficial, en el sentido de que “los pobres se beneficiarán con la nueva Hacienda redistributiva” (como pomposamente le llamó). Ante lo evidente (no sería aprobada por el Congreso), la entonces portavoz presidencial, la grata y simpática Martita, dijo: “no hay plan B”. Y el gobierno de la lengua larga y las ideas cortas carecía de él (siempre según este personaje) por una simple razón: “en México no hay crisis, ni emergencia, ni contradicciones, ni desaceleración económica”, ergo, no lo necesitaba.
Ese año la economía cayó: el producto interno bruto registró una contracción de 0.3 por ciento (cifras oficiales) y se cancelaron 270 mil empleos formales (ídem). Ante lo evidente, nunca apareció un “plan B”. La misma línea sigue el actual inquilino de Los Pinos, pero el problema se agudiza cuando se conoce que en 2009 el desplome de la economía mexicana sería 27 veces más profundo que en 2001, que en los últimos 12 meses (de agosto 2008 a agosto 2009) se han cancelado alrededor de 550 mil empleos formales y que la tasa oficial de desempleo abierto alcanza una proporción no registrada en décadas. Pero para qué un “plan B” si, como decía Martita, “en México no hay crisis, ni emergencia, ni contradicciones, ni desaceleración económica”.
Así es, no hay “plan B” y por lo visto tampoco “plan A”. Felipe Calderón y el gobierno de la lechera comprometieron 5 por ciento de crecimiento y un millón de empleos por año, entre su enorme inventario de promesas. Casi tres años después, el resultado económico y social es devastador. A la “mitad del camino” el crecimiento brilla por su ausencia; en dos años “sin crisis” (el primer par de su estadía en Los Pinos) el número de mexicanos en pobreza aumentó 6 millones y falta por contabilizar el resultado 2009. El Banco de México adelanta que en el mejor de los casos será hasta 2011 cuando la economía nacional muestre signos de “recuperación”; algunos académicos aseguran que en realidad será hasta 2013, pero en cualquiera de los casos lo cierto es que el actual será otro sexenio perdido (para los mexicanos, desde luego).
Tal vez el inquilino de Los Pinos y su doctor “catarrito” podrían elaborar un “plan B” con base en lo que alguien prometió un trienio atrás, según lo recuerda un estimado lector (bejaranoraul@hotmail.com): “mi política tiene un solo objetivo: crear empleos bien pagados, para que tú y tu familia vivan mejor, y para eso voy a hacer cuatro cosas: primero, voy a reducir los impuestos para quienes trabajan, producen o generan empleos, y voy a simplificar su pago; segundo: voy a transparentar totalmente los impuestos que pagamos; tercero: voy a invertir mejor tu dinero; y cuarto: voy a garantizar la estabilidad económica para cuidar tu patrimonio.
“Por lo primero, voy a bajar la tasa del impuesto sobre la renta, porque los mexicanos que producen, que trabajan, que inviertan, que generan otros empleos no deben pagar más impuestos de los que se pagan en otras partes del mundo. Eso nos permitirá tener más inversión y más empleos, que es lo que busco. Y pagar impuestos será más sencillo que nunca. Hacer una declaración la podrás hacer sencillamente y sin la ayuda de nadie.
“Segundo: voy a manejar en caja de cristal el dinero del pueblo. Aquí no va a haber ni fideicomisos ocultos ni cajas misteriosas. Tú vas a saber a dónde se va, quién lo gasta, cómo se gasta, hasta el último centavo que pagues de impuestos. Tercero: voy a invertir mejor lo que tenemos. Voy a invertir el dinero en lo que verdaderamente necesitas. Voy a invertir en escuelas y en universidades de calidad para tus hijos. Voy a invertir en salud, no sólo para seguir con el seguro popular, sino voy por un seguro médico para todos, porque mi objetivo es que ningún mexicano esté sin médico, sin medicinas y sin tratamiento, y voy a empezar con todos los niños que nazcan (…). Voy a emplear también el dinero precisamente en las comunidades indígenas, en los caminos que hacen falta, en el agua potable. Voy a invertir el dinero en la seguridad que necesitamos para volver a salir a las calles con tranquilidad.
“Cuarto: voy a garantizar la estabilidad económica. ¿Para qué? Para cuidar tu patrimonio. Voy a garantizar la estabilidad económica para que sigan bajando las tasas de interés y tú puedas adquirir una casa, para que puedas renovar tu cocina, para que puedas verdaderamente adquirir un auto. Voy a bajar las tasas de intereses para que haya más inversión en México y haya más empleos. En síntesis, mi política fiscal será bajar impuestos para quienes producen, para que haya más inversión, más empleo y para que vivamos mejor” (Felipe Calderón, primer “debate” entre candidatos a la Presidencia de la República, abril 25 de 2006).
Las rebanadas del pastel
Sin embargo se mueve: Pemex se mantiene como el gran generador de divisas para la economía nacional y el principal pagador de impuestos. Sólo por envíos al exterior, captó 15 mil 415 millones de dólares de enero a agosto de 2009, a pesar de que en este renglón se reportó una baja de 14.7 por ciento. Nos encontramos el lunes.
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