México SA
Treinta años de “ajustes pasajeros”
Gasto corriente: 77 centavos de cada peso
Érase que se era…
Gasto corriente: 77 centavos de cada peso
Érase que se era…
Carlos Fernández-Vega
Tan pasajeros” han sido los “ajustes” al gasto público, tan decisivas las “medidas sin precedente” para contar con finanzas públicas “sólidas”, que para los mexicanos resulta ya costumbrista aquello de apretarse el cinturón, pues han sido ellos los puntuales pagadores de errores, excesos e ineficiencia de los supuestos gobernantes. Días atrás, flemático, el inquilino de Los Pinos aseguraba que “es hora de cambiar, y cambiar a fondo. Refrendo mi convicción de emprender un cambio sustancial con los costos y los riesgos de diversa naturaleza que ello implica”.
Más allá del discurso, Calderón no cambió nada y a los mexicanos de siempre receta un alud fiscal, aderezado con un IVA disfrazado de “pobreza” para medicinas, alimentos y todo lo que se consuma, en su intento por revivir aquellas “sólidas” y “vigorosas” finanzas públicas que tanto presumió hasta que al doctor Carstens se le ocurrió hacer público que estaban en shock, el más severo en tres décadas.
Los barones permanecen fiscalmente intocados, protegidos, apapachados, pero los de siempre pagarán por respirar, más 2 por ciento; los regímenes tributarios especiales (igual a medio billón de pesos anuales) no se consideran, pero Calderón decidió que en 2010 los felices ganadores del concurso “rescata las finanzas públicas que nosotros destrozamos” serán, por enésima ocasión, los causantes cautivos, más el nuevo impuesto; la informalidad menesterosa aportará, pero de ninguna manera los dueños de las jugosas utilidades especulativas bursátiles y/o financieras.
“Cambio”, ninguno; “esfuerzo”, menos, aunque es de reconocer que el nuevo impuesto a la pobreza es tan creativo, tan solidario, que hasta los pobres tendrán que pagarlo para salir de la pobreza, según lo prometido por el nada clientelar gobierno federal, mientras acribilla a lo que queda de clase media. El grueso de los mexicanos paga por los privilegios de los de arriba y por la ineficiencia y los excesos de personajes como Calderón y Carstens, quienes a pesar de todo se mantienen en el cargo.
Dice el inquilino de Los Pinos que “en un país con las graves carencias que tiene México, el sector público debe ser sinónimo de servicio, nunca de privilegios”, y lo primero que salta a la vista en su paquete presupuestal para 2010 es que 77.2 por ciento del gasto total propuesto corresponde a gasto corriente, y de éste 43.5 por ciento (casi 800 mil millones de pesos) al pago de sueldos y salarios de la burocracia. Por su fuera poco, por cada peso presupuestal destinado a inversión, pretende canalizar un peso con cincuenta centavos a gasto corriente. También asegura que “la propuesta (económica) que estoy enviando al Congreso es un ajuste drástico y sin precedentes en el ejercicio del gasto público. Significa un esfuerzo inédito del gobierno federal…” Pues bien, para demostrar aquello de “inédito”, “drástico” y “sin precedentes”, van algunos pasajes de dos personajes que en otros tiempos Calderón consideraba como parte de “los enemigos a vencer”, y hoy son sus maestros en eso del “esfuerzo” y el “cambio”, amén de redactores de sus discursos:
1. “Para combatir la crisis se requería un ajuste económico drástico, que inevitablemente tendría un costo social; pero hubiese sido mucho mayor y mucho más doloroso si el gobierno no hubiese tomado la iniciativa. Ello podría haber conducido a una situación de caos y retroceso… Medidas duras, a veces amargas, pero necesarias, con equidad para distribuir con justicia el costo social del ajuste, evitando que el peso de la crisis recayera sobre los grupos más desfavorecidos. Enfrentar la crisis con una visión transformadora: convertir el ajuste económico en oportunidad… El ajuste es de 9.5 puntos del PIB este año… Se han diferido o cancelado proyectos no prioritarios… Restructuramos el presupuesto para contener el gasto corriente y aumentar el de inversión… El ajuste mayor se ha hecho por el lado de una reducción del gasto público… Se han realizado ajustes adicionales (alzas) a los precios y tarifas del sector público, dolorosos, pero necesarios… Con los ajustes fiscales adicionales pudimos hacer frente al rudo golpe económico procedente del exterior” (el hoy gaga ex presidente Miguel de la Madrid).
2. “El programa de ajuste incluyó medidas drásticas, ciertamente dolorosas, para fortalecer las finanzas públicas… Se recortó fuertemente el gasto público, que registrará una disminución de 10 por ciento en términos reales respecto del año anterior. Se modificaron (aumentaron) precios y tarifas del sector público y la tasa del IVA… De haber caído en la inacción se habrían perdido millones de empleos y desmantelado una parte considerable del aparato productivo… Los costos de la crisis han sido muy grandes y dolorosos, pero habrían sido mucho mayores de no haberse adoptado el programa de ajuste económico… En todos los ajustes prevaleció el criterio de afectar en la menor medida posible el gasto social, lo que afortunadamente ha permitido mantener vigentes las principales metas de los programas en apoyo de quienes más lo necesitan… Frente a la disminución del ingreso petrolero, era indispensable el ajuste fiscal para evitar daños aún mayores en nuestra economía” (su buen amigo, al que hoy comprende mejor, Ernesto Zedillo).
Treinta años después, más “ajustes sin precedentes”. Y como no les gustó el paquetazo, ahí les va el avionazo.
Las rebanadas del pastel
Érase que se era una monarquía con sólidas finanzas públicas y un reyecito que viajaba trepado en su navío de gran calado, que recibía muchos aplausos por lo bien que gobernaba, lo consistente de su economía, lo moderno de su país y lo feliz que vivían sus súbditos comiendo pasteles. A ellos repetía, un día sí y el siguiente también, que la fortaleza económica de su reino evitaría una crisis como las que solían sufrirse en el pasado, que para vivir mejor su monarca en miniatura había hecho el trabajo, que la responsabilidad rendía frutos, que de no hacer nada el impacto de la situación económica produciría pérdida de empleos y aumento de los pobres, y que si él no hubiera sido el soberano seguramente sí hubiese sido el suyo el reino más débil y probablemente hubiese sucumbido ante los desafíos. El pueblo, que lo adoraba, le brindó una apoteósica ovación… En eso llegó su paje (disfrazado de doctor en economía), quien recorrió las cortinas y al reyecito dijo: despertad, mi señor, espabilad, que años ha el navío de gran calado zozobró, que la crisis nos ahoga, que al pueblo haremos comer más aire del acostumbrado y que hoy toca hacer público el paquetazo 2010. Furibundo, Calderón ordenó: silencio, blasfemo, que estoy gobernando.
Más allá del discurso, Calderón no cambió nada y a los mexicanos de siempre receta un alud fiscal, aderezado con un IVA disfrazado de “pobreza” para medicinas, alimentos y todo lo que se consuma, en su intento por revivir aquellas “sólidas” y “vigorosas” finanzas públicas que tanto presumió hasta que al doctor Carstens se le ocurrió hacer público que estaban en shock, el más severo en tres décadas.
Los barones permanecen fiscalmente intocados, protegidos, apapachados, pero los de siempre pagarán por respirar, más 2 por ciento; los regímenes tributarios especiales (igual a medio billón de pesos anuales) no se consideran, pero Calderón decidió que en 2010 los felices ganadores del concurso “rescata las finanzas públicas que nosotros destrozamos” serán, por enésima ocasión, los causantes cautivos, más el nuevo impuesto; la informalidad menesterosa aportará, pero de ninguna manera los dueños de las jugosas utilidades especulativas bursátiles y/o financieras.
“Cambio”, ninguno; “esfuerzo”, menos, aunque es de reconocer que el nuevo impuesto a la pobreza es tan creativo, tan solidario, que hasta los pobres tendrán que pagarlo para salir de la pobreza, según lo prometido por el nada clientelar gobierno federal, mientras acribilla a lo que queda de clase media. El grueso de los mexicanos paga por los privilegios de los de arriba y por la ineficiencia y los excesos de personajes como Calderón y Carstens, quienes a pesar de todo se mantienen en el cargo.
Dice el inquilino de Los Pinos que “en un país con las graves carencias que tiene México, el sector público debe ser sinónimo de servicio, nunca de privilegios”, y lo primero que salta a la vista en su paquete presupuestal para 2010 es que 77.2 por ciento del gasto total propuesto corresponde a gasto corriente, y de éste 43.5 por ciento (casi 800 mil millones de pesos) al pago de sueldos y salarios de la burocracia. Por su fuera poco, por cada peso presupuestal destinado a inversión, pretende canalizar un peso con cincuenta centavos a gasto corriente. También asegura que “la propuesta (económica) que estoy enviando al Congreso es un ajuste drástico y sin precedentes en el ejercicio del gasto público. Significa un esfuerzo inédito del gobierno federal…” Pues bien, para demostrar aquello de “inédito”, “drástico” y “sin precedentes”, van algunos pasajes de dos personajes que en otros tiempos Calderón consideraba como parte de “los enemigos a vencer”, y hoy son sus maestros en eso del “esfuerzo” y el “cambio”, amén de redactores de sus discursos:
1. “Para combatir la crisis se requería un ajuste económico drástico, que inevitablemente tendría un costo social; pero hubiese sido mucho mayor y mucho más doloroso si el gobierno no hubiese tomado la iniciativa. Ello podría haber conducido a una situación de caos y retroceso… Medidas duras, a veces amargas, pero necesarias, con equidad para distribuir con justicia el costo social del ajuste, evitando que el peso de la crisis recayera sobre los grupos más desfavorecidos. Enfrentar la crisis con una visión transformadora: convertir el ajuste económico en oportunidad… El ajuste es de 9.5 puntos del PIB este año… Se han diferido o cancelado proyectos no prioritarios… Restructuramos el presupuesto para contener el gasto corriente y aumentar el de inversión… El ajuste mayor se ha hecho por el lado de una reducción del gasto público… Se han realizado ajustes adicionales (alzas) a los precios y tarifas del sector público, dolorosos, pero necesarios… Con los ajustes fiscales adicionales pudimos hacer frente al rudo golpe económico procedente del exterior” (el hoy gaga ex presidente Miguel de la Madrid).
2. “El programa de ajuste incluyó medidas drásticas, ciertamente dolorosas, para fortalecer las finanzas públicas… Se recortó fuertemente el gasto público, que registrará una disminución de 10 por ciento en términos reales respecto del año anterior. Se modificaron (aumentaron) precios y tarifas del sector público y la tasa del IVA… De haber caído en la inacción se habrían perdido millones de empleos y desmantelado una parte considerable del aparato productivo… Los costos de la crisis han sido muy grandes y dolorosos, pero habrían sido mucho mayores de no haberse adoptado el programa de ajuste económico… En todos los ajustes prevaleció el criterio de afectar en la menor medida posible el gasto social, lo que afortunadamente ha permitido mantener vigentes las principales metas de los programas en apoyo de quienes más lo necesitan… Frente a la disminución del ingreso petrolero, era indispensable el ajuste fiscal para evitar daños aún mayores en nuestra economía” (su buen amigo, al que hoy comprende mejor, Ernesto Zedillo).
Treinta años después, más “ajustes sin precedentes”. Y como no les gustó el paquetazo, ahí les va el avionazo.
Las rebanadas del pastel
Érase que se era una monarquía con sólidas finanzas públicas y un reyecito que viajaba trepado en su navío de gran calado, que recibía muchos aplausos por lo bien que gobernaba, lo consistente de su economía, lo moderno de su país y lo feliz que vivían sus súbditos comiendo pasteles. A ellos repetía, un día sí y el siguiente también, que la fortaleza económica de su reino evitaría una crisis como las que solían sufrirse en el pasado, que para vivir mejor su monarca en miniatura había hecho el trabajo, que la responsabilidad rendía frutos, que de no hacer nada el impacto de la situación económica produciría pérdida de empleos y aumento de los pobres, y que si él no hubiera sido el soberano seguramente sí hubiese sido el suyo el reino más débil y probablemente hubiese sucumbido ante los desafíos. El pueblo, que lo adoraba, le brindó una apoteósica ovación… En eso llegó su paje (disfrazado de doctor en economía), quien recorrió las cortinas y al reyecito dijo: despertad, mi señor, espabilad, que años ha el navío de gran calado zozobró, que la crisis nos ahoga, que al pueblo haremos comer más aire del acostumbrado y que hoy toca hacer público el paquetazo 2010. Furibundo, Calderón ordenó: silencio, blasfemo, que estoy gobernando.
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