México SA
Alud de impuestos sobre los de siempre
Los privilegios fiscales, inalterados
Los privilegios fiscales, inalterados
Carlos Fernández-Vega
Para despejar dudas, en el lejano caso de que fuera necesario, la propuesta económica calderonista para 2010 ya tiene forma, y a la primera de cambio se constata que el grado de agresión en contra de los mexicanos de a pie hace quedar en mero chipichipi la brutal tromba que el pasado domingo azotó la zona limítrofe entre Distrito Federal y el estado de México. De entrada, queda claro que el cambio” una vez más no trascendió el discurso; que dicha propuesta ni con el pétalo de una rosa toca al gran capital y sus privilegios fiscales; que sobre los pagadores de siempre caerá un espeluznante alud de impuestos (incluido IVA disfrazado en alimentos y medicinas) y aumentos en precios y tarifas del sector público; que la “desaparición” de dependencias del Ejecutivo se limita a tres, con un mínimo ahorro, y que los pobres de México pobres se mantendrán, pues el “gran esfuerzo” presupuestal del gobierno federal para “superar” esa lacerante condición no va más allá de 7.79 pesos diarios por paupérrimo.
Así, esfuerzo, lo que se llama esfuerzo, no es precisamente lo hecho por la dupla Calderón-Carstens para reducir el gasto público corriente, ni mucho menos por “combatir la pobreza” en el país. De igual forma, cambio sólo en los anuncios de la tele, porque, por ejemplo, con la “desaparición” de tres secretarías del Ejecutivo (Reforma Agraria, Turismo y Función Pública) el “ahorro” obtenido equivale a 0.5 por ciento del gasto programable autorizado para 2009 (11 mil 373 millones de pesos); a una reducción de 0.3 por ciento de la burocracia federal (7 mil 651 empleados) y a 0.57 por ciento de las erogaciones federales por servicios personales (3 mil 66 millones). La “desaparición” no es otra cosa que la “incorporación” de la Secretaría de Turismo a la de Economía, la de Reforma Agraria a la Sagarpa, y la “transformación” de la relativa a la Función Pública en una “contraloría de la nación que dependerá directamente de la Presidencia de la República”, es decir, de quien dependía la SFP.
Por el lado del “combate a la pobreza”, el inquilino de Los Pinos subrayó que su propuesta económica para 2010 “trata de contener” su crecimiento y “mitigar los efectos que las crisis, tanto económica como alimentaria, han dejado en los más pobres. Propongo un aumento sustancial a los Programas Oportunidades y Apoyo Alimentario, que en conjunto pasarán de 49 mil 500 millones de pesos, a 74 mil 500 millones de pesos, es decir, un aumento de más de 50 por ciento, de 2009 a 2010”.
Según sus datos, las “familias beneficiarias de Oportunidades pasarán de un poco más de 5 millones a 6.5 millones, lo que significa que (...) estará beneficiando a casi 33 millones de mexicanos, casi una tercera parte de la población nacional y que son, precisamente, las familias que menos tienen en nuestro país”. De entrada, el cálculo está equivocado; el Inegi informó que en México cada familia se compone, en promedio, por 4.3 integrantes, de tal suerte que las 6.5 millones citadas por el inquilino de Los Pinos suman 27.95 millones de personas, no 33 millones. De cualquier suerte, para “contener el crecimiento de la pobreza extrema y mitigar los efectos de la crisis”, en 2010 el gobierno federal destinaría 2 mil 844.36 pesos anuales por paupérrimo, es decir, 7.79 pesos diarios. ¡Feliz “combate a la pobreza”!
No se tocan los regímenes tributarios especiales de los que goza el gran capital, los cuales, según la propia Secretaría de Hacienda, para 2010 serán equivalentes a 4 por ciento del PIB, o lo que es lo mismo, prácticamente la mitad de los ingresos tributarios estimados en la Ley de Ingresos 2009. Entonces, ni esfuerzo ni cambio: los privilegios fiscales permanecen inalterados, a pesar de que un alivio inmediato para las finanzas públicas se concretaría cancelando este injusto renglón, independientemente de que obligaría a sus beneficiarios a obtener utilidades por la vía de la productividad y la competencia.
Calderón y su “muy buen equipo económico” pretenden obsequiar un alud fiscal a los de siempre, comenzando por el nuevo impuesto “para combatir la pobreza” (2 por ciento, medicinas y alimentos incluidos), mientras desaparece el subsidio a las gasolinas y a las tarifas eléctricas (léase aumento de precios) y otras tantas gracias que en tiempos de crisis y recesión, lejos de sacar al país adelante, lo hundirán aún más. Eso sí, promete congelar salarios de la alta burocracia, reducir el ejército de “servidores públicos”, aminorar los gastos de representación y empequeñecer las erogaciones en el servicio exterior y las delegaciones federales.
Según él, la citada propuesta económica implica “un ajuste drástico y sin precedentes en el ejercicio del gasto público... un esfuerzo inédito del gobierno federal, por un monto que podría alcanzar hasta los 80 mil millones de pesos, tan sólo en el ahorro y reducción de gasto. En suma, tomando en cuenta el ahorro derivado del esfuerzo de la austeridad de la administración pública federal, y los recursos obtenidos con los cambios en materia fiscal, se generarán durante 2010 recursos adicionales por más de 180 mil millones de pesos, lo cual equivale a 1.4 del producto interno bruto del país” (contra 4 por ciento del PIB de los regímenes tributarios especiales que benefician al gran capital, una proporción que en pesos contantes y sonantes supera los 502 mil millones; si se suma 2009, entonces la cifra sobrepasa el billón de pesos).
Lo anterior, y una que otra puñalada adicional, es lo que pretende el inquilino de Los Pinos para, según dice, “sacar al país de la crisis” y “combatir la pobreza” (pobres de a 7 pesotes con 79 centavos por día), pero la decisión está en el Legislativo, donde mayoritariamente sus integrantes se han manifestado en contra de más impuestos a los mexicanos. Habrá que constatar si van en serio o, como en el caso de Los Pinos, tal posición no trasciende el discurso.
Las rebanadas del pastel
A 19 meses de distancia, el doctor Carstens ya no menciona el “catarrito” por él pronosticado. Ahora anuncia que en el presupuesto 2010 el gasto programable se reducirá en 218 mil millones de pesos con respecto a 2009. Menor gasto, más impuestos, mayores precios y tarifas del sector público conforman un explosivo coctel para el próximo año. Sólo por mencionarlo, toda vez que nadie se atreve a tocar los privilegios de los barones: por causa de los regímenes tributarios especiales en IETU e ISR el erario dejará de recibir 296 mil millones de pesos en 2010, monto 36 por ciento superior a la reducción presupuestal ayer anunciada por el secretario de Hacienda. Pero no se preocupen, que Calderón ya anunció el “cambio”.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Así, esfuerzo, lo que se llama esfuerzo, no es precisamente lo hecho por la dupla Calderón-Carstens para reducir el gasto público corriente, ni mucho menos por “combatir la pobreza” en el país. De igual forma, cambio sólo en los anuncios de la tele, porque, por ejemplo, con la “desaparición” de tres secretarías del Ejecutivo (Reforma Agraria, Turismo y Función Pública) el “ahorro” obtenido equivale a 0.5 por ciento del gasto programable autorizado para 2009 (11 mil 373 millones de pesos); a una reducción de 0.3 por ciento de la burocracia federal (7 mil 651 empleados) y a 0.57 por ciento de las erogaciones federales por servicios personales (3 mil 66 millones). La “desaparición” no es otra cosa que la “incorporación” de la Secretaría de Turismo a la de Economía, la de Reforma Agraria a la Sagarpa, y la “transformación” de la relativa a la Función Pública en una “contraloría de la nación que dependerá directamente de la Presidencia de la República”, es decir, de quien dependía la SFP.
Por el lado del “combate a la pobreza”, el inquilino de Los Pinos subrayó que su propuesta económica para 2010 “trata de contener” su crecimiento y “mitigar los efectos que las crisis, tanto económica como alimentaria, han dejado en los más pobres. Propongo un aumento sustancial a los Programas Oportunidades y Apoyo Alimentario, que en conjunto pasarán de 49 mil 500 millones de pesos, a 74 mil 500 millones de pesos, es decir, un aumento de más de 50 por ciento, de 2009 a 2010”.
Según sus datos, las “familias beneficiarias de Oportunidades pasarán de un poco más de 5 millones a 6.5 millones, lo que significa que (...) estará beneficiando a casi 33 millones de mexicanos, casi una tercera parte de la población nacional y que son, precisamente, las familias que menos tienen en nuestro país”. De entrada, el cálculo está equivocado; el Inegi informó que en México cada familia se compone, en promedio, por 4.3 integrantes, de tal suerte que las 6.5 millones citadas por el inquilino de Los Pinos suman 27.95 millones de personas, no 33 millones. De cualquier suerte, para “contener el crecimiento de la pobreza extrema y mitigar los efectos de la crisis”, en 2010 el gobierno federal destinaría 2 mil 844.36 pesos anuales por paupérrimo, es decir, 7.79 pesos diarios. ¡Feliz “combate a la pobreza”!
No se tocan los regímenes tributarios especiales de los que goza el gran capital, los cuales, según la propia Secretaría de Hacienda, para 2010 serán equivalentes a 4 por ciento del PIB, o lo que es lo mismo, prácticamente la mitad de los ingresos tributarios estimados en la Ley de Ingresos 2009. Entonces, ni esfuerzo ni cambio: los privilegios fiscales permanecen inalterados, a pesar de que un alivio inmediato para las finanzas públicas se concretaría cancelando este injusto renglón, independientemente de que obligaría a sus beneficiarios a obtener utilidades por la vía de la productividad y la competencia.
Calderón y su “muy buen equipo económico” pretenden obsequiar un alud fiscal a los de siempre, comenzando por el nuevo impuesto “para combatir la pobreza” (2 por ciento, medicinas y alimentos incluidos), mientras desaparece el subsidio a las gasolinas y a las tarifas eléctricas (léase aumento de precios) y otras tantas gracias que en tiempos de crisis y recesión, lejos de sacar al país adelante, lo hundirán aún más. Eso sí, promete congelar salarios de la alta burocracia, reducir el ejército de “servidores públicos”, aminorar los gastos de representación y empequeñecer las erogaciones en el servicio exterior y las delegaciones federales.
Según él, la citada propuesta económica implica “un ajuste drástico y sin precedentes en el ejercicio del gasto público... un esfuerzo inédito del gobierno federal, por un monto que podría alcanzar hasta los 80 mil millones de pesos, tan sólo en el ahorro y reducción de gasto. En suma, tomando en cuenta el ahorro derivado del esfuerzo de la austeridad de la administración pública federal, y los recursos obtenidos con los cambios en materia fiscal, se generarán durante 2010 recursos adicionales por más de 180 mil millones de pesos, lo cual equivale a 1.4 del producto interno bruto del país” (contra 4 por ciento del PIB de los regímenes tributarios especiales que benefician al gran capital, una proporción que en pesos contantes y sonantes supera los 502 mil millones; si se suma 2009, entonces la cifra sobrepasa el billón de pesos).
Lo anterior, y una que otra puñalada adicional, es lo que pretende el inquilino de Los Pinos para, según dice, “sacar al país de la crisis” y “combatir la pobreza” (pobres de a 7 pesotes con 79 centavos por día), pero la decisión está en el Legislativo, donde mayoritariamente sus integrantes se han manifestado en contra de más impuestos a los mexicanos. Habrá que constatar si van en serio o, como en el caso de Los Pinos, tal posición no trasciende el discurso.
Las rebanadas del pastel
A 19 meses de distancia, el doctor Carstens ya no menciona el “catarrito” por él pronosticado. Ahora anuncia que en el presupuesto 2010 el gasto programable se reducirá en 218 mil millones de pesos con respecto a 2009. Menor gasto, más impuestos, mayores precios y tarifas del sector público conforman un explosivo coctel para el próximo año. Sólo por mencionarlo, toda vez que nadie se atreve a tocar los privilegios de los barones: por causa de los regímenes tributarios especiales en IETU e ISR el erario dejará de recibir 296 mil millones de pesos en 2010, monto 36 por ciento superior a la reducción presupuestal ayer anunciada por el secretario de Hacienda. Pero no se preocupen, que Calderón ya anunció el “cambio”.
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