Astillero
Plan de choque
Reformas a chaleco
“Acuerdos” para aislar
Reformas a chaleco
“Acuerdos” para aislar
Julio Hernández López
La obra hoy en cartelera es una reposición de la comedia de engaños de 2006 llamada Felipe sabe rectificar. Al principio de aquel año, el que hasta entonces había sido actor secundario –e incluso susceptible de despido escandaloso, como el que le aplicó Fox Productions en 2005, al botarlo de la Secretaría de Energía– apareció en las marquesinas de alquiler de la mayoría de los medios de comunicación como ejemplo maravilloso de recomposición y relanzamiento electorales. Antes de las vacaciones decembrinas, Calderón iba muy abajo en las estimaciones públicas de viabilidad victoriosa, maltratado por Fox, Martita y Espino, rodeado de un equipo de ineptitud por debajo de lo grisáceo, y aventajado sostenida y marcadamente por Andrés Manuel López Obrador.
Pero, de golpe, en enero de 2006, Felipe fue elevado a las alturas en los medios amafiados que usaron, como presuntas pruebas “científicas” de ese giro inexplicable, las amañadas encuestas de opinión que le confeccionaron algunos de sus socios, como GEA-ISA, cuyos directivos luego fueron premiados con cargos como Pemex y el Cisen. El golpe demoscópico fue “explicado” como producto de una reflexión vacacional de Calderón que le habría llevado a “hacer cambios” en su equipo de trabajo y en su estrategia, y a “lanzarse” cabalgando sobre un cuaco de saliva hacia el frente, rumbo a un fraude electoral hoy comprobado simplemente por los catastróficos resultados políticos de una pandilla que, visto está, no tenía capacidad para ganar aquellas elecciones que llevaban perdidas, como no tiene hoy capacidad para conducir adecuadamente un aparato de gobierno que le ha quedado demasiado grande.
Luego de las elecciones de julio pasado, Felipe estaba otra vez en la lona. Derrotado escandalosamente por el priísmo dirigido por un ex presidente que retomaba los hilos del poder, el ocupante de Los Pinos era un fantasma político condenado a vagar durante más de tres años –en el mejor de los casos, suponiendo que pudiera terminar su encargo–, rodeado nuevamente por un equipo de ineptitudes, ahora encaramadas en el gabinete, arrinconado por las varias crisis que primero enfrentó con aire fanfarrón y ahora lo aplastaban a él y a la nación, con un país ensangrentado por una guerra sabidamente perdida contra el narco, y con los riesgos cantados de un estallido social ante tanto problema sin solución. Pero nuevamente los titiriteros recurrieron al expediente de los “cambios” y la fuga hacia adelante e impulsaron al actor Calderón a pronunciar un discurso de aceptación de culpabilidades acotadas y de propuestas de “reformas profundas”.
En realidad, lo que con enjundia declamatoria fue planteado este miércoles en Palacio Nacional es el reconocimiento del fin de ciclo del calderonismo y la disposición plena del panista michoacano a allanarse al poder de las nuevas fuerzas dominantes, específicamente el salinismo. Felipe el muy Breve no tiene fuerza para impulsar mayor cambio que el de sí mismo, es decir, el de darse personalmente por renunciado. Pero ahora actuará como presunto impulsor de un reformismo salado (bañado de aguas salinas) que tendrá dos vertientes fundamentales. Por un lado, la pretensión revanchista de “sacar” adelante ciertas modificaciones legales, privatizadoras e impopulares, que con un escenario institucional dominado por el prianismo reciban altas votaciones en las cámaras. Uno de esos objetivos será el energético, donde tratarán de afinar y ahondar lo que con letra chiquita lograron conseguir el año pasado, a pesar del esfuerzo del movimiento de resistencia civil pacífica. Otro, la aprobación de una reforma fiscal que exprima a la mayoría de los causantes pero conserve privilegios para los grandes empresarios.
El plan salinizado de las reformas descansa en su particular lectura política de que el lopezobradorismo está en una circunstancia desventajosa, dañado por la sostenida campaña de difamaciones contra el tabasqueño, tocado grotescamente por el episodio de Guanito, separado ruidosamente de los dueños chuchos de la estructura perredista, arropado por partidos que pueden ser volátiles (el factor Salinas puede mover el piso a cualquiera de los dos), defendido en San Lázaro por una bancada de pocos miembros y cada vez más aislado, en su postura de confrontación irreductible con el calderonismo, por los coqueteos abiertos de los antes mencionados chuchos y del precandidato presidencial Marcelo Ebrard Clic.
El acelerado rediseño político que se está dando en estos días pretende arrinconar a la resistencia civil pacífica, enfatizando en los medios aliados el carácter levantisco de una corriente que sería la “única” que se negara a negociar y compartir. En la guerra mediática, los locutores y escribanos oficialistas están desatados en el elogio de las presuntas virtudes políticas de Calderón, convertido de pronto en un estadista non, y en la exaltación de la necesidad imperiosa de llegar a esos acuerdos políticos (a los que la izquierda auténticamente preocupada por ¡Méxicooo! se suma sin mezquindades, como el carnal Marcelo Polaroid) que desemboquen en las reformas de vida y muerte que el comandante general de Los Pinos sacará adelante a como dé lugar, porque la Patria así lo reclama y ya no puede esperar. Sí señor.
Astillas
Realmente es justa y necesaria la protesta por el uso de mujeres para apartar lugares en la Cámara de Diputados que originalmente estaban destinados a varones. Pero la denuncia y el rechazo no deben quedarse en el terreno de los asuntos de género. El Partido Verde Ecologista de México, el principal involucrado en el escándalo desatado ayer en San Lázaro, negoció candidaturas, alguna de ellas mediante el truco de las renuncias femeninas para favorecer, por ejemplo, a algún personero de Televisa... Y, mientras Felipe se desmarca (tantito) de Elba Esther para poder arreglarse a fondo con el PRI, ¡feliz fin de semana, con este tecleador en plática sabatina, a las 7 de la noche, en el Centro de Artes y Oficios Escuelita Emiliano Zapata del barrio Pedregal de Santo Domingo, en Coyoacán!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
La obra hoy en cartelera es una reposición de la comedia de engaños de 2006 llamada Felipe sabe rectificar. Al principio de aquel año, el que hasta entonces había sido actor secundario –e incluso susceptible de despido escandaloso, como el que le aplicó Fox Productions en 2005, al botarlo de la Secretaría de Energía– apareció en las marquesinas de alquiler de la mayoría de los medios de comunicación como ejemplo maravilloso de recomposición y relanzamiento electorales. Antes de las vacaciones decembrinas, Calderón iba muy abajo en las estimaciones públicas de viabilidad victoriosa, maltratado por Fox, Martita y Espino, rodeado de un equipo de ineptitud por debajo de lo grisáceo, y aventajado sostenida y marcadamente por Andrés Manuel López Obrador.
Pero, de golpe, en enero de 2006, Felipe fue elevado a las alturas en los medios amafiados que usaron, como presuntas pruebas “científicas” de ese giro inexplicable, las amañadas encuestas de opinión que le confeccionaron algunos de sus socios, como GEA-ISA, cuyos directivos luego fueron premiados con cargos como Pemex y el Cisen. El golpe demoscópico fue “explicado” como producto de una reflexión vacacional de Calderón que le habría llevado a “hacer cambios” en su equipo de trabajo y en su estrategia, y a “lanzarse” cabalgando sobre un cuaco de saliva hacia el frente, rumbo a un fraude electoral hoy comprobado simplemente por los catastróficos resultados políticos de una pandilla que, visto está, no tenía capacidad para ganar aquellas elecciones que llevaban perdidas, como no tiene hoy capacidad para conducir adecuadamente un aparato de gobierno que le ha quedado demasiado grande.
Luego de las elecciones de julio pasado, Felipe estaba otra vez en la lona. Derrotado escandalosamente por el priísmo dirigido por un ex presidente que retomaba los hilos del poder, el ocupante de Los Pinos era un fantasma político condenado a vagar durante más de tres años –en el mejor de los casos, suponiendo que pudiera terminar su encargo–, rodeado nuevamente por un equipo de ineptitudes, ahora encaramadas en el gabinete, arrinconado por las varias crisis que primero enfrentó con aire fanfarrón y ahora lo aplastaban a él y a la nación, con un país ensangrentado por una guerra sabidamente perdida contra el narco, y con los riesgos cantados de un estallido social ante tanto problema sin solución. Pero nuevamente los titiriteros recurrieron al expediente de los “cambios” y la fuga hacia adelante e impulsaron al actor Calderón a pronunciar un discurso de aceptación de culpabilidades acotadas y de propuestas de “reformas profundas”.
En realidad, lo que con enjundia declamatoria fue planteado este miércoles en Palacio Nacional es el reconocimiento del fin de ciclo del calderonismo y la disposición plena del panista michoacano a allanarse al poder de las nuevas fuerzas dominantes, específicamente el salinismo. Felipe el muy Breve no tiene fuerza para impulsar mayor cambio que el de sí mismo, es decir, el de darse personalmente por renunciado. Pero ahora actuará como presunto impulsor de un reformismo salado (bañado de aguas salinas) que tendrá dos vertientes fundamentales. Por un lado, la pretensión revanchista de “sacar” adelante ciertas modificaciones legales, privatizadoras e impopulares, que con un escenario institucional dominado por el prianismo reciban altas votaciones en las cámaras. Uno de esos objetivos será el energético, donde tratarán de afinar y ahondar lo que con letra chiquita lograron conseguir el año pasado, a pesar del esfuerzo del movimiento de resistencia civil pacífica. Otro, la aprobación de una reforma fiscal que exprima a la mayoría de los causantes pero conserve privilegios para los grandes empresarios.
El plan salinizado de las reformas descansa en su particular lectura política de que el lopezobradorismo está en una circunstancia desventajosa, dañado por la sostenida campaña de difamaciones contra el tabasqueño, tocado grotescamente por el episodio de Guanito, separado ruidosamente de los dueños chuchos de la estructura perredista, arropado por partidos que pueden ser volátiles (el factor Salinas puede mover el piso a cualquiera de los dos), defendido en San Lázaro por una bancada de pocos miembros y cada vez más aislado, en su postura de confrontación irreductible con el calderonismo, por los coqueteos abiertos de los antes mencionados chuchos y del precandidato presidencial Marcelo Ebrard Clic.
El acelerado rediseño político que se está dando en estos días pretende arrinconar a la resistencia civil pacífica, enfatizando en los medios aliados el carácter levantisco de una corriente que sería la “única” que se negara a negociar y compartir. En la guerra mediática, los locutores y escribanos oficialistas están desatados en el elogio de las presuntas virtudes políticas de Calderón, convertido de pronto en un estadista non, y en la exaltación de la necesidad imperiosa de llegar a esos acuerdos políticos (a los que la izquierda auténticamente preocupada por ¡Méxicooo! se suma sin mezquindades, como el carnal Marcelo Polaroid) que desemboquen en las reformas de vida y muerte que el comandante general de Los Pinos sacará adelante a como dé lugar, porque la Patria así lo reclama y ya no puede esperar. Sí señor.
Astillas
Realmente es justa y necesaria la protesta por el uso de mujeres para apartar lugares en la Cámara de Diputados que originalmente estaban destinados a varones. Pero la denuncia y el rechazo no deben quedarse en el terreno de los asuntos de género. El Partido Verde Ecologista de México, el principal involucrado en el escándalo desatado ayer en San Lázaro, negoció candidaturas, alguna de ellas mediante el truco de las renuncias femeninas para favorecer, por ejemplo, a algún personero de Televisa... Y, mientras Felipe se desmarca (tantito) de Elba Esther para poder arreglarse a fondo con el PRI, ¡feliz fin de semana, con este tecleador en plática sabatina, a las 7 de la noche, en el Centro de Artes y Oficios Escuelita Emiliano Zapata del barrio Pedregal de Santo Domingo, en Coyoacán!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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