México SA
Presumamos México
El gordo y el flaco
Lágrimas de “catarrito”
Presumamos México
El gordo y el flaco
Lágrimas de “catarrito”
Carlos Fernández-Vega
Al mal tiempo, cara dura, y con este gobierno patas arriba los mexicanos van de sorpresa en sorpresa. ¿Qué creen? Que las finanzas públicas no reportan “el peor shock en 30 años” (Carstens dixit), que sólo fue un chiste, como el del “catarrito”, como el de 7 por ciento de desplome económico, como el del “hoyo financiero” de 480 mil millones de pesos, como el de la pérdida de miles y miles de empleos y la suma de millones en el desempleo y la pobreza, en fin, como el de la crisis misma, que siempre fue “externa”, además de que en Los Pinos y áreas colaterales se hizo lo que se tenía que hacer y se tomaron las “decisiones correctas”, ergo, México nunca dejó de ser el paraíso, y quien piense lo contrario no será más que un amargado sin sentido del humor.
¿Cómo fue posible salir del hoyo más profundo en ocho décadas de historia económica, y de allí, sin más, brincar al edén? Simple: del tablado se quitó al gordo y se puso al flaco –en realidad no tanto–, para que el festival del chistorete se mantenga a todo lo que da, en el entendido de que una cosa es la farándula y otra muy distinta, demostrado hasta el agotamiento, un gobierno de chiste, como el de Calderón lo entiende y presume.
Pero no os amarguéis, que siga la fiesta. Desde Nueva York llegan dos buenos chistes: a) que “México está en una posición de solidez de sus finanzas muy diferente a lo que sucede en otras partes del mundo, lo que nos permitirá enfrentar los choques externos que pudieran venir”; y b) que “el gobierno de México tomó las decisiones correctas ante la recesión global que comenzó en 2008 y que aún impacta la economía del mundo; la evidencia nos dice que México hizo lo correcto”. El cómico es el mismo que dos semanas atrás con una enorme sonrisa decretó el “fin de la recesión en México”, es decir, Ernesto Cordero, el carismático sustituto del doctor “catarrito” en la Secretaría de Hacienda.
Qué fue de aquella no lejana declaración del propio Cordero (finales de septiembre de 2009), en tiempos de la Sedeso, en el sentido de que, por la crisis, “se están tomando decisiones muy importantes como saltarse una comida al día, en lugar de tres veces comer dos, o que alguno de los niños deje la escuela para trabajar, y les aseguro que no exagero, eso sucede en muchas familias pobres en México; peligra una generación”. Otro chiste, sin duda, del que más de 50 millones de pobres rieron a pierna suelta. Pero eso fue antes de que decretara el “fin” de la recesión.
Ahora que México regresa al edén, si es que algún día lo dejó (de acuerdo con la versión oficial), cómo no recordar aquella advertencia de Agustín Carstens cuando con el pañuelo en la mano dijo a los senadores de la República que “desde un punto de vista retrospectivo histórico, éste es el shock financiero más grande que ha recibido México por lo menos en los últimos 30 años; de hecho nunca el país había enfrentando una caída en ingresos presupuestales en un año (estimada) en 480 mil millones de pesos… que equivalen a más de 4 por ciento del PIB”.
Eso dijo, pero, ¡sorpresa!, resulta que también fue un chiste, y parte del show las lágrimas de “catarrito”, porque si se atiende la más reciente declaración de Ernesto Cordero “México está en una posición de solidez de sus finanzas muy diferente a lo que sucede en otras partes del mundo, lo que nos permitirá enfrentar los choques externos que pudieran venir”, es decir, lo mismo que dijeron Calderón y el ahora gobernador del Banco de México cuando, ante el terremoto económico, el primero habló de “gripa” y el segundo de “catarrito”, y ambos presumieron el “navío de gran calado”.
Pues bien, como parte del libreto la economía mexicana se desplomó 7 por ciento en términos reales durante 2009 y, por lo mismo, ocupó el escalón 139 de 152 posibles a nivel internacional, es decir, se cuenta entre las 13 economías mundiales con peores resultados (y la 143 de 152 en producto por habitante). No obstante, Cordero asegura que se tomaron “las decisiones correctas” y presume un 3 por ciento de crecimiento como perspectiva económica en 2010, “aunque puede ser mayor”, una proporción que no alcanza a cubrir siquiera la mitad de la caída en vertical registrada en el año recién concluido, y eso no es chiste. Si se atienden las estimaciones de organismos internacionales, el país requeriría dos años (2010 y 2011) de crecimiento a esa tasa apenas para “recuperar” el nivel observado al cierre de 2008 (el cual, desde luego, no fue el mejor), sin que ello garantice retomar los indicadores sociales de entonces.
Si de chistes se trata, aunque sean viejos, allí está el experto de Los Pinos, a quien de plano no se le da eso de las cuentas, de las sumas y las restas. Presumió ayer que en el primer mes del año “se crearon 35 mil empleos, por lo que de junio (2009) a enero (2010) ya son 142 mil nuevas plazas, según cifras registradas en el Seguro Social, y lo que refleja que México continúa recuperándose de la crisis económica; sé que están aún por debajo de lo que necesitamos los mexicanos pero, por lo mismo, (…) vamos a reforzar y vamos a hacer lo que tengamos que hacer para generar más y más empleos para los mexicanos; para que la recuperación económica, que ya se ve en los indicadores macroeconómicos, también se refleje en los bolsillos de los mexicanos, que es donde está haciendo falta”.
Qué bueno, pero las cifras no cuadran: en el periodo referido, con todo y las 35 mil presumidas ayer, la cuenta del Seguro Social reporta cerca de 170 mil plazas, no 142 mil, lo que de cualquier suerte no dice nada, porque parece que al inquilino de Los Pinos le pasó de noche que la crisis no comenzó en junio del año pasado. De hecho, en 2009 oficialmente se cancelaron alrededor de 172 mil empleos formales, según el IMSS, sin considerar los demás sectores. Y el saldo neto del primero de diciembre de 2006 al último día de 2009 es de 25 mil plazas generadas, a razón de 675 empleos formales por mes, cuando la demanda real supera los 3 mil 300 puestos cada 24 horas.
Para rematar, otro chiste de Calderón contado ayer en la fábrica de Fiat: la economía mexicana, dijo, es “el engrane, el eslabón, la caja de velocidades, digamos, para hablar en términos automovilísticos, con América Latina, y no sólo con América Latina, sino con Asia y con Europa”.
Las rebanadas del pastel
Lo que no es chiste es el alud de impuestos, incrementos de precios y alzas en tarifas que han caído sobre los mexicanos que no tienen de qué reírse.
cfvmexico_sa@hotmail.com - mexicosa@infinitum.com.mx
¿Cómo fue posible salir del hoyo más profundo en ocho décadas de historia económica, y de allí, sin más, brincar al edén? Simple: del tablado se quitó al gordo y se puso al flaco –en realidad no tanto–, para que el festival del chistorete se mantenga a todo lo que da, en el entendido de que una cosa es la farándula y otra muy distinta, demostrado hasta el agotamiento, un gobierno de chiste, como el de Calderón lo entiende y presume.
Pero no os amarguéis, que siga la fiesta. Desde Nueva York llegan dos buenos chistes: a) que “México está en una posición de solidez de sus finanzas muy diferente a lo que sucede en otras partes del mundo, lo que nos permitirá enfrentar los choques externos que pudieran venir”; y b) que “el gobierno de México tomó las decisiones correctas ante la recesión global que comenzó en 2008 y que aún impacta la economía del mundo; la evidencia nos dice que México hizo lo correcto”. El cómico es el mismo que dos semanas atrás con una enorme sonrisa decretó el “fin de la recesión en México”, es decir, Ernesto Cordero, el carismático sustituto del doctor “catarrito” en la Secretaría de Hacienda.
Qué fue de aquella no lejana declaración del propio Cordero (finales de septiembre de 2009), en tiempos de la Sedeso, en el sentido de que, por la crisis, “se están tomando decisiones muy importantes como saltarse una comida al día, en lugar de tres veces comer dos, o que alguno de los niños deje la escuela para trabajar, y les aseguro que no exagero, eso sucede en muchas familias pobres en México; peligra una generación”. Otro chiste, sin duda, del que más de 50 millones de pobres rieron a pierna suelta. Pero eso fue antes de que decretara el “fin” de la recesión.
Ahora que México regresa al edén, si es que algún día lo dejó (de acuerdo con la versión oficial), cómo no recordar aquella advertencia de Agustín Carstens cuando con el pañuelo en la mano dijo a los senadores de la República que “desde un punto de vista retrospectivo histórico, éste es el shock financiero más grande que ha recibido México por lo menos en los últimos 30 años; de hecho nunca el país había enfrentando una caída en ingresos presupuestales en un año (estimada) en 480 mil millones de pesos… que equivalen a más de 4 por ciento del PIB”.
Eso dijo, pero, ¡sorpresa!, resulta que también fue un chiste, y parte del show las lágrimas de “catarrito”, porque si se atiende la más reciente declaración de Ernesto Cordero “México está en una posición de solidez de sus finanzas muy diferente a lo que sucede en otras partes del mundo, lo que nos permitirá enfrentar los choques externos que pudieran venir”, es decir, lo mismo que dijeron Calderón y el ahora gobernador del Banco de México cuando, ante el terremoto económico, el primero habló de “gripa” y el segundo de “catarrito”, y ambos presumieron el “navío de gran calado”.
Pues bien, como parte del libreto la economía mexicana se desplomó 7 por ciento en términos reales durante 2009 y, por lo mismo, ocupó el escalón 139 de 152 posibles a nivel internacional, es decir, se cuenta entre las 13 economías mundiales con peores resultados (y la 143 de 152 en producto por habitante). No obstante, Cordero asegura que se tomaron “las decisiones correctas” y presume un 3 por ciento de crecimiento como perspectiva económica en 2010, “aunque puede ser mayor”, una proporción que no alcanza a cubrir siquiera la mitad de la caída en vertical registrada en el año recién concluido, y eso no es chiste. Si se atienden las estimaciones de organismos internacionales, el país requeriría dos años (2010 y 2011) de crecimiento a esa tasa apenas para “recuperar” el nivel observado al cierre de 2008 (el cual, desde luego, no fue el mejor), sin que ello garantice retomar los indicadores sociales de entonces.
Si de chistes se trata, aunque sean viejos, allí está el experto de Los Pinos, a quien de plano no se le da eso de las cuentas, de las sumas y las restas. Presumió ayer que en el primer mes del año “se crearon 35 mil empleos, por lo que de junio (2009) a enero (2010) ya son 142 mil nuevas plazas, según cifras registradas en el Seguro Social, y lo que refleja que México continúa recuperándose de la crisis económica; sé que están aún por debajo de lo que necesitamos los mexicanos pero, por lo mismo, (…) vamos a reforzar y vamos a hacer lo que tengamos que hacer para generar más y más empleos para los mexicanos; para que la recuperación económica, que ya se ve en los indicadores macroeconómicos, también se refleje en los bolsillos de los mexicanos, que es donde está haciendo falta”.
Qué bueno, pero las cifras no cuadran: en el periodo referido, con todo y las 35 mil presumidas ayer, la cuenta del Seguro Social reporta cerca de 170 mil plazas, no 142 mil, lo que de cualquier suerte no dice nada, porque parece que al inquilino de Los Pinos le pasó de noche que la crisis no comenzó en junio del año pasado. De hecho, en 2009 oficialmente se cancelaron alrededor de 172 mil empleos formales, según el IMSS, sin considerar los demás sectores. Y el saldo neto del primero de diciembre de 2006 al último día de 2009 es de 25 mil plazas generadas, a razón de 675 empleos formales por mes, cuando la demanda real supera los 3 mil 300 puestos cada 24 horas.
Para rematar, otro chiste de Calderón contado ayer en la fábrica de Fiat: la economía mexicana, dijo, es “el engrane, el eslabón, la caja de velocidades, digamos, para hablar en términos automovilísticos, con América Latina, y no sólo con América Latina, sino con Asia y con Europa”.
Las rebanadas del pastel
Lo que no es chiste es el alud de impuestos, incrementos de precios y alzas en tarifas que han caído sobre los mexicanos que no tienen de qué reírse.
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