17 ago 2009


México SA


Carstens y sus ovejitas blanquiazules

En San Lázaro, la decisión fiscal

Calderón: discurso vs. realidad



Carlos Fernández-Vega

El secretario de Hacienda, Agustín Carstens Carstens, la semana pasada, en la Torre del Caballito, durante las audiencias públicas sobre la evaluación de la crisis económica y las medidas emergentes para enfrentarla que deben considerarse en la agenda legislativaFoto María Luisa Severiano
El secretario Carstens anda de gira artística por los estados de la República en los que los panistas hacen negocios... perdón gobiernan”, con el fin de “sensibilizar” a los mandatarios blanquiazules (y éstos a sus diputados) en torno a la “estrategia” económica 2010 que el calderonismo propondrá al Legislativo –a más tardar el próximo 8 de septiembre– para superar el shock de las finanzas públicas, “estrategia” que se limita a recortar el gasto, incrementar la deuda y aplicar nuevos impuestos y/o ampliar los existentes (por ejemplo IVA a medicinas y alimentos, entre otros), más una buena dosis de aumentos a precios y tarifas del sector público (sin considerar la acostumbrada cuesta de enero, con el característico racimo de incrementos en bienes y servicios del sector privado, sin mayor movimiento de salarios).

Como parte de dicha excursión, el pasado sábado el doctor “catarrito” comió y bebió a sus anchas en el estado de Morelos, donde el gobernador (panista, obvio es) organizó y pagó –no precisamente de su bolsillo– una encerrona con las nuevas ovejitas blaquiazules que a partir del primer día de septiembre, y como parte de la 61 Legislatura, se verán en la oprobiosa necesidad de defender a capa y espada la citada “estrategia” económica del mariachi de Los Pinos. En esa gran comilona el secretario de Hacienda aseguró a la colegiza que en materia fiscal “por el momento el gobierno federal no ha tomado una conclusión con respecto a la posible implementación de nuevos impuestos”, pero en este sentido, dijo, “nos vemos el 8 de septiembre”.

Pues bien, Calderón y Carstens pueden definir y proponer lo que se les ocurra: desde nuevos impuestos y/o la ampliación de los existentes (IVA a medicinas y alimentos, por ejemplo) hasta el pago por tenencia de perro, gato o perico; total, han dado pruebas contundentes de que la explosiva situación social poco les interesa (6 millones de pobres adicionales en tiempos de “fortaleza económica” dan cuenta de ello). De igual forma podrán maicear o amenazar a sus ovejitas en San Lázaro, pero, por mucho que se esfuercen por seguir deteriorando a los mexicanos, no pasarán de ser propuestas, pues corresponde a la Cámara de Diputados y a la mayoría de sus inquilinos decidir cuál es el camino a seguir para enfrentar el shock de las finanzas públicas y el lúgubre 2010 que se avecina.

Por ejemplo, Carstens ha sido insistente en que el IETU “ha sido muy exitoso” (en realidad ha partido en dos a micro, pequeñas y medianas empresas) y que en 2010 este impuesto “será fortalecido”, pero el doctor “catarrito” parece obviar que la nueva mayoría legislativa –de la que no forman parte las citadas ovejitas– se ha pronunciado abiertamente y desde ahora porque de los dos impuestos (ISR y el IETU) sólo uno permanecerá vigente (y todo apunta para el debut y despedida del IETU), que el IVA en alimentos y medicinas es una agresión al pueblo de México y que será ella la que tome la decisión, no el gobierno calderonista, el cual podrá proponer impuestos a ventanas y puertas (como en su tiempo lo hizo Antonio López de Santa Anna), tributo al día y a la noche o lo que perversamente se le ocurra, pero la decisión está en San Lázaro. Entonces, a estas alturas el gobierno zombi de Calderón no tiene mayor posibilidad de imponer nada, a menos que esa mayoría se eche para atrás, en una suerte de zedillazo a la inversa.

Lo que queda claro es que no será en Los Pinos donde se tomen las decisiones económicas para el próximo año (permitirlo sería por demás temerario), porque más allá de la disparatada “estrategia” dibujada por el doctor Carstens, el shock de las finanzas públicas confirma, por si hubiera dudas, que Calderón mintió permanentemente sobre la magnitud de la crisis interna. Tal vez lo mejor que podría hacer el Legislativo, más allá de desechar, por infame, la propuesta económica calderonista, sería revisar detalladamente los mecanismos legales que permitieran reducir a la mitad el sexenio del actual inquilino de Los Pinos, para que el michoacano se retire ahora, cuando, si bien el daño está hecho, aún es tiempo de tomar medidas de emergencia para intentar sacar al país del profundo hoyo en el que se encuentra.

El “súbito” reconocimiento del “shock de las finanzas públicas, el más grande de los últimos 30 años” (Carstens dixit), contrasta con el terco discurso de Calderón, que fluye en sentido contrario a la realidad económica nacional. Así, como botones, no sólo presumió que “tenemos finanzas públicas sólidas”, sino que “ante una tormenta por fuerte que se avecine, tenemos un navío de gran calado que tiene una enorme estabilidad”, porque “hemos hecho la tarea, tenemos el trabajo hecho, e independientemente de si se confirma o no un pronóstico recesivo, nosotros estamos preparados para cualquier escenario” (enero, 2008).

En Nueva York (25 de septiembre de ese mismo año), Calderón se reunió con empresarios del Economic Club, a quienes aseguró: “en general se dice que cuando a Estados Unidos le da la gripe, en México a la gente le da pulmonía, pero éste no es el caso hoy en día. Ahora estamos sufriendo naturalmente los impactos de la situación aquí, pero los datos nos demuestran que México es mucho más capaz de superar esta situación difícil... la fortaleza de las finanzas públicas en el país evitará una crisis como las que solía sufrir en el pasado y que llevaría a empresas a la bancarrota”. Dos semanas después, el “plan anticrisis” y la devaluación.

A finales de enero de 2009, en el Foro Económico Mundial de Davos, festejaba que “en México se ha avanzado a través de tener no sólo finanzas públicas sanas, sino de instrumentar diversas reformas como la fiscal, que permite captar un mayor nivel de recursos... México tiene una de las economías más sólidas del mundo”. Y en Londres, tres meses después: “las finanzas públicas de nuestro país son ahora más fuertes que nunca; tenemos bases económicas sólidas”. Al cierre de julio rechazó los “muy duros y dramáticos datos que presenta” el Banco de México (en 2009 desplome hasta de 7.5 por ciento en el PIB), y de allí a reconocer, en agosto, aquello del “shock de las finanzas públicas, el más grande de los últimos 30 años”, el mismo que negó permanentemente.

Las rebanadas del pastel

Mientras Fox descubrió a los responsables de la crisis (“los astros” y “las malas vibras”, va otro dato duro de que “lo peor ya pasó” (Calderón dixit): “uno de cada tres mexicanos está en rezago educativo, no sabe leer o escribir, o no tiene la primaria ni la secundaria. Son 33 millones de mexicanos con algún de rezago educativo” (Héctor Rivera López, director de delegaciones del INEA, en declaraciones a El Universal).

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