Pemex: de botín foxista a calderonista
Arrancada de las garras explotadoras extranjeras, la Expropiación Petrolera en 1938, como ninguna otra semejante, fue una decisión política y económica apoyada socialmente por la voluntad soberana de la nación en la resolución de una, entonces sí patriótica y constitucional, Suprema Corte que ejecutó uno de los tres únicos estadistas que hemos tenido en la Presidencia de la República: Lázaro Cárdenas.
Así se reivindicó, como patrimonio y propiedad de los mexicanos, la riqueza petrolera. No obstante, del alemanismo al calderonismo (los extremos de la derecha se tocan) el manejo de Petróleos Mexicanos (Pemex) se ha convertido en la contra-expropiación por el botín que hace su cúpula administrativa, la elite sindical y la voracidad, para gasto corriente y saqueo, de los grupos (y la complicidad empresarial) a la sombra, protección e impunidad de los presidentes del montón.
El priismo antiguo (1946-1970), el populismo autoritario (1970-1982), los privatizadores (1982-2000) y los panistas (2000-2009), traiciones aparte a la Expropiación, pusieron las condiciones para la contrarrevolución derechizante que ha culminado con el ascenso del imbécil (“persona de inteligencia anormalmente deficiente; bobo, estúpido, idiota, tonto”) y gachupín-gringo de Fox.
Y ahora, el inepto inquilino de Los Pinos. Todos, depredadores de la muy mermada riqueza petrolera que se suma al robo no tan clandestino del oro negro, desde hace cuando menos medio siglo, saqueando el petróleo ya procesado y, con todo y que es malbaratado por una red de ladrones dentro y fuera de Pemex, representa billones de pesos.
Sólo los mexicanos, como nación, no han recibido los beneficios de ese patrimonio expropiado por el pueblo que se llamó Lázaro Cárdenas, hazaña de solidaridad que ha terminado en un despojo irreparable.
La privatización que impulsa por todos los medios el señor Calderón, con los Reyes Heroles, los Romero Deschamps y los cardúmenes empresariales –hombres de presa todos y mutuamente protegidos por la impunidad–, si bien se ha topado con la oposición de senadores priistas, perredistas y PT-Convergencia, tiene a Pemex al borde de una quiebra maquinada, para entregar la empresa apenas semipública, totalmente al capital privado extranjero con sus prestanombres nativos.
Esto, sin embargo, es peccata minuta: santos y santidad frente a lo que hubo con el foxismo y lo que depara a Pemex con Calderón. Y es que desde el vientre de la petrolera (saqueada, quebrada y semiprivatizada), las huestes del director de administración, Rosendo Villarreal Dávila, y sus álter ego propanistas ya minaron al grupo de Reyes Heroles Junior (imagen y semejanza de su padre… pero sin el talento, habilidades y capacidad políticas del tuxpeño Jesús Reyes Heroles).
Ese Rosendo, apodado el Correcaminos, ha pasado rozando la estructura administrativa de Pemex (¡su sobrino Gerardo Lozano es el gerente de Recursos Materiales, el área operativa de compras al grito de ¡vénganos tu reino!) y controla, desde 2005, los principales nexos humanos y estructurales que lo hacen el director general de facto (el golpismo en Pemex) para hacerse, legalmente del cargo o abrir brecha para un panista-calderonista que iba a ser… ¡Cesarín Nava!, pero mejor lo mandaron a hundir al partido, y se esparcen rumores de que será el anciano y perdedor candidato al gobierno de Nuevo León, Fernando Elizondo, para reponerle con el nombramiento, en sustitución de Reyes Heroles, su fracaso, tratando de repetir como “góber”, que ya lo fue interino.
Pero es Rosendo Villarreal Dávila quien se ha entrevistado con Calderón (una muy particular tras el regreso de éste, del viaje a Chile y una fiesta que causaron tremenda cruda) para informarle de cuánto lleva avanzado y mal informar a Reyes Heroles que ya está en su fase terminal como director (junto con la Kessel) y que Rosendo cava su tumba administrativa e ingresará al desempleo (aunque el Junior es un individuo bastante rico con la fortuna, ya testada, de su madre que está muy enferma, más lo que a él y su hermano Federico les dejó su padre).
Dos años sirvió Villarreal a Fox y la Sahagún, informándoles lo que pasaba en Pemex y tres años lleva poniendo al tanto a Calderón, ya que Rosendo maneja un equipo de “inteligencia” (su Cisen) tierra y mar adentro de las plataformas de Pemex. Y mantiene comunicación para lo mismo, con el senador panista, exalto funcionario de la petrolera, Juan Bueno (alias el Malo) Tenorio.
Toda una red de espionaje acecha constantemente a Reyes Heroles y su grupo (al grado de que ni Roberto Ortega, su asesor estrella, ha podido desmontar no obstante que éste aprendió de organigramas y demás tonterías con su maestro Alejandro Carrillo Castro, autor de un panfleto metafísico profuso, difuso y confuso titulado El dragón y el unicornio).
La lucha a muerte por el control de Pemex se ha planteado entre los priistas de Reyes Heroles y los panistas de Rosendo Villarreal (la cara de Calderón dentro de la paraestatal). Y es que los calderonistas quieren tener en sus manos a Pemex como botín y encauzar a la empresa hacia la privatización total. Los panistas están dispuestos a todo y por eso Villarreal Dávila apretó al máximo las tuercas y tiene sitiado a Reyes Heroles.
Éste renuncia o lo renuncian. En cualquiera de los dos casos lo echan vergonzosamente por no haberse ido antes de que corrieran a Luis Téllez de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, creyendo que al resistir las embestidas se mantendría hasta el final del sexenio, aunque la Presidencia de Calderón ya terminó y le esperan tres años sumido en la crisis de su incompetencia hasta para nombrar a sus empleados.
Ahora trae a Pemex al inútil de Elizondo, si dura un año sería mucho. Mientras tanto, Rosendo Villarreal mantiene la ofensiva panista hasta no lograr que Pemex sea después de botín foxista, botín calderonista para continuar quebrándolo y, sobre la marcha, entregarlo a sus empresarios y cómplices hechos al paso de César Nava en el jurídico de la empresa, y Calderón (con el muerto en sospechoso accidente Mouriño) en la Secretaria de Energía, donde juraron apoderarse de Pemex. Ha llegado el momento.
Tres años son suficientes para el botín, manejando la empresa como si fuera de su propiedad. Y el caballo de troya calderonista ha sido Villarreal Dávila, quien sólo espera que lo nombren director o le envíen a un connotado panista, así sea el mismísimo Elizondo.
Entre los “ordeñadores” de los ductos y los panistas que buscan consolidarse asaltando la dirección general, ya le tendieron la caída a Reyes Heroles y su grupo con Roberto Ortega, que ingenuamente han soportado las embestidas de Villarreal Dávila, mano negra del calderonismo y el Partido Acción Nacional en Pemex. Pobre de Pemex, en manos de Romero Deschamps y su cúpula sindical; de Reyes Heroles y Roberto Ortega; y más pobre por estar ya en la mira de un total apoderamiento de los panistas con Rosendo o Elizondo.
cepedaneri@prodigy.net.mx
Fuente: Contralínea 146 30 de Agosto de 2009
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