“La Mitad de los Pobres de AL están en México”: BM
Por Eduardo Ibarra Aguirre
Latinoamérica más allá de la crisis; impactos, políticas y oportunidades es el nombre del más reciente informe del Banco Mundial, una institución fuera de toda sospecha ideológica para un gobierno que postula como eje rector de su estrategia y políticas sociales Vivir mejor, y que justamente con las cifras que da colocó al lema en su condición propagandística, demagógica.
Bajo el gobierno que postula la hermosa consigna, durante 2006-2009 alrededor de 10.1 millones de mexicanos cayeron en condición de pobreza. De ellos, 5.9 millones de pobres se generaron en los primeros dos años y 4.2 millones de enero a junio de 2009.
Las dramáticas cifras producidas por lo que Agustín Carstens Carstens auguró como catarrito y que después de la monumental torpeza identificó como el shock financiero más grande en los últimos 30 años, sitúan a 50.6 millones de paisanos en condición de pobreza, 47.4 por ciento de la población del país que es de 107.4 millones, si nos atenemos al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, organismo oficial encargado de la medición de la pobreza, dado a conocer el 18 de julio pasado.
Si tomamos en cuenta los registros del Ceneval que contemplan 50.6 millones de pobres sólo hasta 2008 y se suma la estimación del Banco Mundial sobre el primer semestre de 2009, entonces la mayoría de los mexicanos -54.8 millones- son pobres, o sea: 51.02 por ciento de la población.
Naturalmente que el problema no es privativo de México. Incluye a toda América Latina que tuvo un incremento de pobladores en condición de pobreza en 8.3 millones respecto a 2008. Pero, aclara el informe: “Alrededor de la mitad de esas personas que caerán en pobreza este año están en México (4.15 millones)…”
Latinoamérica y México retrocederán en los avances conquistados durante 2002-2008, en que 60 millones de habitantes salieron de la pobreza “gracias al crecimiento más rápido, a las mejores políticas sociales y a las mayores remesas”, explica el informe del BM.
Informar y comentar sobre este fracaso del modelo macroeconómico importado, impuesto desde Washington a partir de 1982 -con la valiosa ayuda del BM-, y de los principales programas gubernamentales en curso que acentúan más la incertidumbre, nada tiene que ver con “Hablar mal del país es, para muchos, no sólo un esfuerzo cotidiano, hasta de eso viven”, como sostuvo la amarga queja presidencial ante Invest México Forum 2009.
Abordar los problemas y justipreciarlos es la primera obligación del periodismo para socializar su conocimiento y acercar a la sociedad por medio de la información y el debate a las soluciones, con independencia de los ingresos económicos que generen.
Sin duda alguna, como bien dice Felipe de Jesús Calderón Hinojosa , es preciso “hablar con objetividad de las cosas buenas que tiene México, hablar con ponderación de las ventajas que sí ofrece nuestro país”.
Por ejemplo, son inmensos los recursos naturales que posee la nación, vastos y diversos los recursos humanos, estratégica su ubicación en la aldea global, pero subrayadamente incompetente un gobierno que, atrapado en la soberbia y la frivolidad, fue incapaz de tomar medidas básicas para sortear el shock financiero y ahora mismo apuesta casi todo a la recuperación de la economía de Estados Unidos.
Pareciera indispensable que el grupo gobernante incremente de manera acelerada su aptitud para escuchar la crítica y la capacidad para coexistir y sortear, en la mesa de la negociación, el reclamo social que con tantos pobres nuevos y antiguos no tarda en expresarse más y mejor en las calles, los centros de trabajo y de estudio.
Latinoamérica más allá de la crisis; impactos, políticas y oportunidades es el nombre del más reciente informe del Banco Mundial, una institución fuera de toda sospecha ideológica para un gobierno que postula como eje rector de su estrategia y políticas sociales Vivir mejor, y que justamente con las cifras que da colocó al lema en su condición propagandística, demagógica.
Bajo el gobierno que postula la hermosa consigna, durante 2006-2009 alrededor de 10.1 millones de mexicanos cayeron en condición de pobreza. De ellos, 5.9 millones de pobres se generaron en los primeros dos años y 4.2 millones de enero a junio de 2009.
Las dramáticas cifras producidas por lo que Agustín Carstens Carstens auguró como catarrito y que después de la monumental torpeza identificó como el shock financiero más grande en los últimos 30 años, sitúan a 50.6 millones de paisanos en condición de pobreza, 47.4 por ciento de la población del país que es de 107.4 millones, si nos atenemos al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, organismo oficial encargado de la medición de la pobreza, dado a conocer el 18 de julio pasado.
Si tomamos en cuenta los registros del Ceneval que contemplan 50.6 millones de pobres sólo hasta 2008 y se suma la estimación del Banco Mundial sobre el primer semestre de 2009, entonces la mayoría de los mexicanos -54.8 millones- son pobres, o sea: 51.02 por ciento de la población.
Naturalmente que el problema no es privativo de México. Incluye a toda América Latina que tuvo un incremento de pobladores en condición de pobreza en 8.3 millones respecto a 2008. Pero, aclara el informe: “Alrededor de la mitad de esas personas que caerán en pobreza este año están en México (4.15 millones)…”
Latinoamérica y México retrocederán en los avances conquistados durante 2002-2008, en que 60 millones de habitantes salieron de la pobreza “gracias al crecimiento más rápido, a las mejores políticas sociales y a las mayores remesas”, explica el informe del BM.
Informar y comentar sobre este fracaso del modelo macroeconómico importado, impuesto desde Washington a partir de 1982 -con la valiosa ayuda del BM-, y de los principales programas gubernamentales en curso que acentúan más la incertidumbre, nada tiene que ver con “Hablar mal del país es, para muchos, no sólo un esfuerzo cotidiano, hasta de eso viven”, como sostuvo la amarga queja presidencial ante Invest México Forum 2009.
Abordar los problemas y justipreciarlos es la primera obligación del periodismo para socializar su conocimiento y acercar a la sociedad por medio de la información y el debate a las soluciones, con independencia de los ingresos económicos que generen.
Sin duda alguna, como bien dice Felipe de Jesús Calderón Hinojosa , es preciso “hablar con objetividad de las cosas buenas que tiene México, hablar con ponderación de las ventajas que sí ofrece nuestro país”.
Por ejemplo, son inmensos los recursos naturales que posee la nación, vastos y diversos los recursos humanos, estratégica su ubicación en la aldea global, pero subrayadamente incompetente un gobierno que, atrapado en la soberbia y la frivolidad, fue incapaz de tomar medidas básicas para sortear el shock financiero y ahora mismo apuesta casi todo a la recuperación de la economía de Estados Unidos.
Pareciera indispensable que el grupo gobernante incremente de manera acelerada su aptitud para escuchar la crítica y la capacidad para coexistir y sortear, en la mesa de la negociación, el reclamo social que con tantos pobres nuevos y antiguos no tarda en expresarse más y mejor en las calles, los centros de trabajo y de estudio.
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